martes, 30 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (33)


El edificio de la convivencia lingüística, tan trabajosamente levantado hará ya veinticinco años, en plena transición, empieza a derrumbarse como un castillo de naipes. Van cayendo las cartas una a una, sin hacer ruido, sin molestar siquiera. Y no se trata en modo alguno del efecto de una conspiración largamente urdida, ni estamos asistiendo tampoco a una catástrofe natural, como si un mal fario hubiera desencadenado, de pronto, una violenta sacudida. No: las cartas caen víctimas de su propia fragilidad, de la inconsistencia con la que fueron fabricadas. Nunca tuvieron de su parte a la realidad. ¿Qué sentido tiene convertir al catalán en lengua única de la enseñanza, la Administración autonómica y la Administración local, cuando la realidad hace siglos que ha tomado otros derroteros? ¿Qué sentido, si no es el de perpetuar hasta el infinito una ilusión de país? Toda la historia de los múltiples intentos por regular el uso público de las dos lenguas existentes en Cataluña -lo que equivale, a la vista está, a legislar sobre una sola lengua, con evidente menoscabo de la otra- descansa en una ficción, tan reconfortante para nuestra clase política como efímera e insustancial para el conjunto de los ciudadanos. A estas alturas, a lo que más se asemeja la normalización del catalán es a uno de estos enormes globos de feria que los padres regalan a sus críos los domingos o las fiestas de guardar, y que, de no mediar un imprevisto ventarrón, duran lo que dura un domingo. Bien es verdad que mientras siga habiendo domingos y fiestas de guardar...

Progresa adecuadamente. (32)


Es cierto. Y conviene no olvidarlo. Porque, así como todo lo demás podría tener remedio -tardío, pero remedio al cabo- con un cambio de mayoría política en el gobierno de España, las concesiones al nacionalismo no han sido nunca de ida y vuelta en este país. El buenismo nada tiene que ver con la bondad. Ni el nacionalismo con la lealtad. Llevamos, como mínimo, un cuarto de siglo comprobándolo.

lunes, 29 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (31)


Y, pues hablamos de conocimiento, ya va siendo hora de que abordemos el segundo de los pilares de la educación que la pedagogía moderna -como anunciaba Hannah Arendt hace medio siglo a propósito de Estados Unidos- ha abandoando. Me refiero, por supuesto, a la tradición. Para entender en qué consiste este abandono de la tradición, lo mejor será echar mano ante todo de Rafael Sánchez Ferlosio y de su ensayo "borriquitos con chandal", donde puede leerse una de las explicaciones más claras y convincentes sobre la naturaleza de la inversión producida en los métodos de enseñanza actuales. Tras postular que toda enseñanza es pública por definición -en el sentido de que sus contenidos, por el mero hecho de estar al alcance de todo el mundo, pertenecen siempre al dominio público-, el último Premio Cervantes niega la posibilidad de que esos contenidos, "los conocimientos en sí mismos, se presten a venir o a ser llevados o tan siquiera acercados al alumno" y sostiene que el aprendizaje, la instrucción, consiste justamente en el proceso inverso, ya que son los conocimientos, por su propia condición, los que exigen que sea el alumno "el que salga a buscarlos fuera, en la pura intemperie impersonal, msotrenca, en la tierra de nadie, en la que, por definición, surgen y están". Y concluye: "Con esta insípida obviedad o perogrullada trato de disipar cualquier equívoco sobre la circunstancia de que los contenidos de enseñanza no pueden nunca adaptarse, en cuanto tales, a las idiosincracias o condiciones personales de los estudiantes, sino que necesariamente han de ser éstos los que tengan que adaptarse a las impersonales condiciones de los conocimientos".

Progresa adecuadamente. (30)


A pesar de que este sea, sin duda, su aspecto más llamativo y el que mueve a consecuencias más lamentables, la crisis de autoridad en la escuela no afecta únicamente a la relación enre profesor y alumno, o a la que un alumno cualquiera pueda establecer con sus propios compañeros. La crisis de autoridad tiene que ver con el grado de exigencia de cada alumno para consigo mismo, es decir, con el ejercicio de la responsablidad. Dicho de otro modo: en la medida en que el descrédito de la autoridad y la entronización del igualitarismo comportan una renuncia a crecer, a progresar -a elevarse, en una palabra, por encima de lo que uno era anteriormente y a procurar destacar incluso con respecto a los demás-, el alumno se complace en este régimen placentero, en este "vuelo de Peter Pan" del que habla Valentí Puig al describir la pedagogía buenista. Si todos somos iguales; si ya no hay buenos y malos alumnos, sino únicamente alumnos buenos; si hasta las notas desaparecen y son reemplazadas por eufemismos del tipo "progresa adecuadamente" -con la LOGSE; luego la LOCE recuperaría el sistema clásico de evaluación-; si nada ni nadie, en fin, le exige al niño que deje de ser niño, no es de extrañar que en la última década el nivel general de conocimiento de los jóvenes españoles haya caído en picado.

domingo, 28 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (29)


¿Fascistas, estos chicos? Pues claro, aunque ellos ni se inmuten. Fascistas porque consideran lícito recurrir a la fuerza para impedir que otros puedan expresar libremente su punto de vista; fascistas porque consideran ilícito que otros actúen y se manifiesten con plena libertad si ello contraviene sus creencias. Como bien sabe el ex rector, no es la primera vez que hechos semejantes ocurren en su universidad. Lo que quizá no haya alcanzado aún a preguntarse es por qué ocurren. Por qué ocurren allí, y en las demás universidades públicas de Cataluña. Hace un par de años, por ejemplo, en la de Barcelona se programaron unas jornadas sobre el nacionalismo. Algunas de las sesiones se desarrollaron con normalidad; otras, en medio de insultos y de lanzamientos de objetos. Ni que decir tiene que el blanco era el conferenciante, y que los proyectiles verbales y de toda índole salían de parte del público estudiantil. Pero estamos hablando de las sesiones que llegaron a celebrarse, pues también las hubo que corrieron peor suerte. Una en concreto, en la que debían intervenir Jon Juaristi y Aleix Vidal-Quadras, no pudo ni empezar. Ante las amenazas y las agresiones de que era objeto, Juaristi, acompañado de Francesc de Carreras e Ivan Tubau -Vidal-Quadras ni siquiera había logrado entrar-, tuvo que refugiarse en el despacho del decano de la facultad, esperar la llegada de la policía, y salir escolatdo bajo la mirada bravucona y los gritos enfurecidos de aquellos energúmenos. La universidad, claro está, se pronunció sobre el asunto. Consideró que lo ocurrido era fruto de una provocación. De los conferenciantes, por supuesto.
No fue esta la reacción de Josep M. Nadal tras los incidentes del otro día. Cuentan que exigió en vano a su sucesor que expedientara a los estudinates. Ya no era rector; era sincero. Esta vez le había tocado a él.

sábado, 27 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (28)


Pero así son las cosas. En Cataluña no hay septiembre. ¿Y saben por qué? Pues porque septiembre es un mes netamente español y Cataluña, esa nación, no es España. Puede que alguno de ustedes se frote los ojos ante semejante razonamiento. Ya les advierto que no es mío, sino de alguien mucho más importante que yo. De un subdirector general. Del subdirector general de Formación Permanente y Recursos Pedagógicos del Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña, Joan Badia. En efecto, este alto cargo de confianza de la consejera Cid, en respuesta a una petición del sindicato Aspepc -que agrupa a profesores de secundaria de la enseñanza pública catalana- en la que se pedía al departamento que restituyera los exámenes de septiembre, ha afirmado que él es «un acérrimo adversario de las pruebas de septiembre». ¿La razón? Para Badia, estas pruebas son «un producto netamente español» y, en consecuencia, «bien poco catalán». Como es natural, los representantes de los profesores no habían aducido, entre los motivos de su petición -avalada por más de 700 firmas-, etnicidad alguna. Se habían limitado a aportar argumentos académicos. Por ejemplo, que no tiene ningún sentido que al alumno que ha suspendido en junio una asignatura se le obligue a volverse a presentar cuando sólo han pasado cinco días desde su primer tropiezo, porque semejante criterio no garantiza sino un segundo y definitivo fracaso. Pero eso a Badia le trae sin cuidado. A él lo único que le importa es Cataluña. Y la oportunidad que le brindan el cargo y la autonomía de diferenciarse de este monstruo llamado España.

Progresa adecuadamente. (27)


Y el secretario lo explicó, en efecto. Habló de muchos programas y de muchos millones de euros para llevarlos a cabo. Y se recreó en algunos. Por ejemplo, en uno llamado «Voluntarios por la lengua», que reúne a parejas formadas por un catalanohablante y una persona con conocimientos pasivos de la lengua. O sea, a un activo y a un pasivo, que, como todo el mundo sabe, es una modalidad de pareja bastante extendida en nuestra sociedad y de probada eficacia. Sólo que aquí la pareja es lingüística, lo que significa que el intercambio queda circunscrito, en principio, al terreno de la lengua. De todas formas, hay algo en el programa del secretario que no entiendo. Se supone que la pareja en cuestión tiene como principal y único objetivo que el pasivo se vuelva activo, es decir, su propia destrucción, en la medida en que la pareja dejará entonces de tener sentido. ¿Y si sucediera de forma distinta? ¿Y si resultara que es el activo el que cambia de naturaleza? Por poner un ejemplo cualquiera: ¿y si es el catalanohablante el que se vuelve pasivo como catalanohablante y acaba hablando swahili? Me imagino que ya lo deben de tener previsto, que para eso existen los departamentos de selección de personal. Pero yo, por si acaso, y como simple precaución, propondría a ese par de filólogos tan emprendedores e incontinentes que siguieran el ejemplo del Ayuntamiento de Guecho, que ha decidido identificar con un pin a todos los conciudadanos que hablan vascuence. Así, al menos, en cuanto avistaran a uno con la chapa en la solapa o en el trasero, en seguida podrían interrogarlo y salir de dudas. O sería un traidor o sería un patriota.

viernes, 26 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (26)


Cuenta Marita Rodríguez en la primera del número de septiembre del boletín de la Asociación por la Tolerancia la historia de una canallada. La historia es sencilla. Una familia castellanohablante del Baix Llobregat tiene a sus dos hijos, de 10 y 5 años, escolarizados en el colegio público El Barrufet, de Sant Boi. Como es habitual en este predio nacionalista llamado Cataluña, los niños reciben toda la enseñanza en catalán. El problema es que ambas criaturas son sordomudas. Y que la mejor forma de que puedan expresarse verbalmente -la única, en realidad- es que sean educadas, en casa y en la escuela, en una misma lengua, que no puede ser otra que la materna. Por otra parte, la Generalitat dispone para estas coyunturas de un servicio asistencial. Se llama CREDAC y cuenta con unos especialistas, los logopedas. Estos logopedas asisten a los niños en la escuela unas cuatro horas por semana. Y los asisten en catalán. Es decir, en el caso que nos ocupa, no los asisten en absoluto.

Como pueden figurarse, los padres de las criaturas han hecho todo cuanto han podido para que sus hijos fueran escolarizados y asistidos en castellano. Y tanto han hecho que, según la madre, a la que se ha concedido la invalidez permanente debido a su estado de ansiedad, la Administración ha llegado incluso a amenazarles con retirarles la patria potestad de sus hijos si seguían con sus reclamaciones. Pero, además, y por si no bastara con lo anterior, el centro educativo, en consonancia con los criterios emanados del Departamento y con el noble empeño, sin duda, de aligerarle al mayor de los hijos su carga educativa, ha tachado de su lista de libros de texto -la misma que se entrega a los demás alumnos de la clase- el correspondiente a Lengua Castellana. Por supuesto. La verdad es que están en todo: sólo faltaría que encima el niño tuviera que aprender dos idiomas.

Tanta sinrazón no merecería más que la burla o el desprecio si no fuera porque está en juego el futuro de dos criaturas -por no hablar del presente de toda una familia- y porque el causante de estos atropellos no es otro que el Departamento de Educación, empeñado en situarse al margen de la ley y de todo sentido común. En efecto, de no cambiar su situación escolar, esos niños se verán reducidos a expresarse mediante la lengua de signos. Y no sólo eso: incluso en esas circunstancias pueden encontrarse de nuevo con el mismo problema, o con uno parecido, en sus tratos con la Administración autonómica. Como ustedes tal vez recuerden, hace un par de semanas el Consejo de Ministros aprobó un anteproyecto de ley por el que se reconoce legalmente la lengua de signos y el derecho a su aprendizaje y uso en todos los ámbitos de la vida pública. Se calcula que cerca de un millón de sordos y sus respectivas familias podrán beneficiarse de ello, lo cual constituye, sin duda, una excelente noticia.

Pero resulta que este reconocimiento oficial lleva asociada una precisión. No existe un lenguaje de signos universal, un sistema unificado, sino que cada comunidad lingüística ha desarrollado uno propio. Para entendernos: un sordo francés y un sordo japonés a duras penas lograrían comunicarse. De ahí que el anteproyecto ministerial prevea el reconocimiento de «la lengua de signos en castellano y en catalán». Sí, porque hay una lengua de signos para el castellano y otra para el catalán. Y no la hay, en cambio, ni para el gallego, ni para el vascuence. O el anteproyecto, cuando menos, nada dice al respecto.

No vayan a creer, sin embargo, que entre la lengua de signos en castellano y la lengua de signos catalán existan muchas diferencias. Según los expertos, lo que separa a ambos sistemas es bastante parecido a lo que separa el castellano hablado del catalán hablado. Poca cosa, pues. A lo sumo, una cuestión de acento. Nada que dificulte, en definitiva, la mutua comprensión. Pero, claro, no es lo mismo un adulto que un niño. Para un niño en edad escolar, este acento, aunque sea el del gesto, puede representar un idioma nuevo. Sobre todo si se le obliga cargar con él y llevarlo a cuestas durante todo el período de aprendizaje.

jueves, 25 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (25)


Si el catalán va a convertirse en una lengua oficial española, también van a convertirse en oficiales el vasco y el gallego. Y el árabe. Y el hebreo. Y las lenguas eslavas. Y cuantas lenguas sean habladas hoy en España. Al igual que con las religiones, cuya enseñanza requiere un mínimo de 10 alumnos por profesor, lo único que quedará por fijar es el número de hablantes a partir del cual un determinado idioma deberá ser considerado oficial. Porque supongo que tanto Maragall como Rodríguez Zaptero habrán caído en la cuenta de que eso de la lengua es como lo de la religión. Que lo que vale para una vale para la otra. O se aplica un criterio histórico y no hay más lengua oficial que la española y más religión que la católica, o se abre la veda, se deja uno de criterios históricos, territoriales y colectivos, y se pone a calcular a cuantas lenguas salen cuarenta millones de españoles con derecho de ciudadanía. ¡Ah!, y ya pueden irse olvidando de que la Constitución cite las lengaus por su nombre. Con tanto flujo migratorio, a este paso habría que ir reformando la Carta Magna cada legislatura. ¡Qué digo, cada legislatura! ¡cada año! ¡Quia!

Progresa adecuadamente. (24)


Es cierto que su predecesor, Josep Bargalló, y la predecesora de su predecesor, Carme-Laura Gil, ya le habían cerrado algún interrogante al decidir que su Departamento no aplicaría el decreto que prevé la enseñanza de cuatro horas semanales de lengua castellana. Pero aquello era sólo una parte -la más sensible, eso sí-, mientras que lo de ahora era el pastel entero.
El caso es que Marta Cid se ha salido con la suya. Al futuro Gobierno de España ya le parece bien que Cataluña tenga una enseñanza separada. Y tampoco parece preocuparle demasiado que Cataluña tenga una selección de hockey sobre patines separada. ¿Será eso el separatismo? Lo ignoro, francamente, pero no creo que esté de más recordar que todo empezó con una paz separada. Y ya saben: aquí paz, y después gloria.

Progresa adecuadamente. (23)


¿Cómo es posible, en fin, que una Administración con semejante currículo -huelga decir que el asunto que nos ocupa no es ningún borrón ocasional, sino un fragmento pequeñísimo de una mancha enorme-, cómo es posible, decía, que una Administración así pueda alardear, encima, de su política educativa? Pues exactamente por la misma razón por la que Carme-Laura Gil, consejera del ramo, cuando le preguntan qué opina de la introducción del castellano en Cataluña antes de los 6 años, responde con estas palabras: "En Cataluña impediría la inmersión. Pero a esa edad seguiremos haciendo lo que hacemos y los niños cantarán el Sol, solet y el Campana, sobre campana, que también lo cantan, y ya está". Poque la táctica de la Admnistración autonómica es esta: hacer lo que le da la gana, diga lo que diga la ley, "y ya está". Y si, tras la intervención de la justicia, debidamente obstaculizada por los recursos que pueden interponerse ante los tribunales, hay que echarse atrás, pues nada, a otra cosa, mariposa, y vuelta a empezar.

martes, 23 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (22)


Aunque sólo sea para tratar de comprender los enrevesados mecanismos por los que se rige este gran islote llamado Cataluña, cabría preguntarse por qué el Departamento de Enseñanza de la Generalitat no ha tenido a bien, una vez más, cumplir la ley. ¿Quizá por dinero, para contener el presupuesto y fomentar de paso el ahorro? No hay duda que 6000 catedráticos gastan mucho más que 2200, pero lo mismo ocurre con los altos cargos y sus asesores -que puede que no abunden tanto, pero cobran muchísimo más-, y en este apartado, en cambio, no parece que haya habido excesiva contención. Y, ciñéndonos a lo que son las competencias del propio Departamento, si había dinero para subvencioanr de por vida ocho escuelas de élite leales al espíritu fundacional del país, también lo habría, supongo, para pagar la diferencia de sueldo a 3.800 leales funcionarios. (Observe el lector que hay lealtades y lealtades: las primeras, por ejemplo, tienen que ver con destacados miembros de la familia; las segundas, con algunos servidores del Estado.)

lunes, 22 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (21)


Seguimos con más retazos de "Progresa adecuadamente", el libro de Xavier Pericay.


Mi padre murió hará diecisiete años. Mucho antes de su fallecimiento, yo ya había emepezado a mudar de identidad, sin renunciar por ello a mi feliz condición de hijo de catedrático. Y así hasta la fecha de hoy, en que, a mi orfandad natural, me veo forzado a añadir por decreto un nuevo vacío. Resulta que en los institutos de Enseñanza Secundaria y Bachillerato ya no hay catedráticos. Y aquí no acaba todo: para mi desesperación, resulta que esto es así desde hace más de dos lustros. Al parecer, los rsponsables de diseñar la política educativa, tan renuentes siempre a conservar lo heredado y a tratar de mejorarlo, se dijeron un buen día, henchidos de un ánimo revolucionario: "Vamos a reformar de una vez por todas la enseñanza y a demostrar que aquí todos somos iguales". Dicho y hecho: con la inestimable colaboración de algunos sindicatos mayoritarios, estos insignes pedagogos pusieron en marcha la reforma educativa y decidieron que el futuro de la escuela pública estaba en la implantación de medidas que nivelaran al alumnado y al profesorado -que lo nivelaran por abajo se entiende-. De cómo los alumnos han ido perdiendo nivel hasta llegar a ras de suelo, de ha hablado largo y tendido, y me temo que aún vamos a seguir haciéndolo. En cambio, de la caída en picado del profesorado y de su conversión en mera comparsa del sistema sin éstímulo profesional alguno, se ha hablado por desgracia muchísimo menos.

Progresa adecuadamente. (20)


Pero la realidad es muy terca. Y enseña desde hace tiempo que allí donde conviven dos lenguas, si tanto se parecen entre sí, la grande se acaba comiendo a la pequeña. Y entonces ya no hay cirujano capaz de separarlas.

Progresa adecuadamente. (19)


El dilema no lo resolví hasta mucho más tarde, hasta el día en que un librero de lance puso en mis manos, a cambio de algún dinero, un ejemplar de "Humor honesto y vago", el libro de Josep Pla que Ediciones Destino había publicado en 1492. Uno de los artículos en él recogidos -son todos excepcionales, de lo mejor que escribió el autor del "Calendario sin fechas"- lleva por título "Las escuelas", y aparece justo al primcipio del volumen, en una posición nada arbitraria, entre "Las criatuars" -el que abre el libro- y "La juventud". Pues bien, en "Las escuelas" Pla sostiene -y aporta numerosas pruebas para sostener lo que sostiene- que el origen de estos centros pedagógicos no guarda relación alguna con el afán de conocimiento ni con la voluntad de transmitir este conocimiento a los demás. Según él, el móvil que lleva a los padres a "encerrar a sus hijos, intermitentemente, en lugares remotos, seguros y de escamoteo difícil" es "el descubrimiento de que los seres humanos se arman en proporción a la lejanía en que viven". Vaya, que el móvil es el amor y su imprescindible salvaguarda. La instrucción como forma de entretenimiento no surge sino más tarde, cuando se amplían horarios, calendarios y estudios, se crea la figura del número y, para justificar su existencia, se le atribuye el cuidado de los niños.

Progresa adecuadamente. (18)


En fin, ya ven que la memoria no permite abrigar muchas dudas sobre la bondad de la medida que piensa adoptar el Ministerio en aplicación de la LOCE. Cuando menos, sobre su bondad en el pasado, que también podría ser que lo que funcionó en otro tiempo sea del todo impracticable en este, y que, como reza la frase, más valga malo conocido que bueno por conocer. Yo, por si acaso, con el noble fin de tratar de encontrarle al método vigente las virtudes que tanto ponderan sus defensores, he desempolvado uno de los informes escolares de mi hija de 15 años, el correspondiente al primer trimestre de tercero de Primaria (curso 1995-1996). Dice así: "Lengua Catalana: progresa adecuadamente; Lengua Castellana: progresa adecuadamente; Lengua Extranjera: progresa adecuadamente; Matemáticas: progresa adecuadamente; Conocimiento del Medio Social: progresa adecuadamente; Educación Artística (Plástica): progresa adecuadamente; Educación Artística (Música): progresa adecuadamente; Educación Física: progresa adecuadamente". ¡Qué placer! ¡Qué sosiego! ¿Se imaginan ahora el mismo boletín lleno de matices, con bienes, suficientes, notables y tal vez algún sobresaliente? ¿Qué angustia no? Todo o casi todo mejorable, perfectible. Pobre criatura. ¿Adónde habría ido a parar su autoestima?

domingo, 21 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (17)


Cuando yo iba a la escuela, el país llevaba ya unos cuantos años de paz y de dictadura. Eran, pues, tiempos puros y duros, de esos que ahora huelen a naftalina. Si mal no recuerdo, en aquella época las notas empezaban con el primer curso de Primaria y uno no se las quitaba de encima hasta que terminaba los estudios superiores. Es posible que hubiera por ahí algún chico estigmatizado por haber sido víctima de un sistema de evaluación tan salvaje, pero yo, la verdad, por mucho que me esfuerzo, no consigo dar con ningún caso que pueda servir de ejemplo. Por otra parte, eso de las notas no parecía privativo de los regímenes dictatoriales, puesto que en Francia, sin ir más lejos, la costumbre de puntuar existía ya en el parvulario. Y en cuanto a la autoestima, qué quieren que les diga, quien más, quien menos todos teníamos la nuestra, y a nadie se le ocurría preguntarse si estaba determinada o predeterminada. Bien es cierto que esta falta de reflejos mentales podía deberse a que la psicología y la pedagogía eran entonces enfermedades muy localizadas, por lo que sus estragos, comparados con los de hoy en día, resultaban sumamente benignos.

sábado, 20 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (16)


Si no hay marcha atrás en el propósito, todas las escuelas de Cataluña deberán enseñar a los niños de primaria, a partir del próximo curso, el himno nacional. Todos los políticos, historiadores y demás ciudadanos consultados han expresado, salvo alguna excepción, su conformidad con la iniciativa. Hasta parece haber consenso en que una cosa es enseñar "Els Segadors" y otra obligar a cantarlo. Naturalmente. Pero, a menos que todas las escuelas del país se hayan convertido en centros de educación especial -lo que, si bien se mira, puede que no esté tan alejado de la realidad-, ya me dirán cómo se aprende una canción sin probar de cantarla ni que sea una vez. Otra cosa es que a los pobres críos les cueste. Pero, lo que es cantar, cantarán. Y, mientras, los demás seguiremos asistiendo al cierre de isntitutos por falta de demanda, al crecimiento sostenido del porcentaje de bajas entre el profesorado, a una nueva impugnación del concurso de méritos para obtener la condición de catedrático, al alarmante nivel de conocimientos de los jóvenes y, en fin, al imparable derrumbe del sistema público de enseñanza. Aunque, eso sí, siempre nos quedará el consuelo de sumarnos al coro y cantar, ni que sea desafinando, el himno nacional.

Progresa adecuadamente. (15)


Y quien dice los niños y las niñas, dice las organizaciones sindicales, que, a juzgar por sus actos, no van mucho más allá de la criatura traviesa y consentida. Hace apenas un par de meses, el Departamento de Enseñanza de la Generalitat descubrió que el número de horas de lengua y matemáticas que los adolescentes catalanes reciben en Secundaria no cubre en absoluto sus necesidades formativas. Y que el tiempo que pierden solazándose con estos créditos en los que se supone que aprenden bailes de salón, cocina o jardinería estaría mucho mejor empleado en menesteres más comunes -que es como llaman en los institutos a las asignaturas que en la universidad reciben el nombre de "troncales", a las que no se nadan por las ramas-. El Departamento no sólo lo descubrió, también lo va a imponer, con gran pesar para todos aquellos sindicatos cuyos enseñantes habían hallado en el movimiento del cuerpo o en el trato directo con los productos de la tierra su vocación tardía.

Progresa adecuadamente. (14)


Nuestra Primaria se ha convertido en un parvulario, la Secundaria y el Bachillerato actuales hacen las veces de la antigua Primaria, y a la univeridad le toca el papel que tenía antes el Bachillerato. Y el papel de la vieja universidad, se preguntará el lector, ¿a quién le toca hoy en día? Pues a los estudios llamados de tercer ciclo, a los doctorados, los másters y los posgrados, que son los títulos que le permiten a un licenciado abrirse camino en el mundo laboral. Es ahí, en estos estudios, en este peldaño añadido, donde tiene lugar la verdadera criba. La única. La de la matrícula que hay que pagar. La del bolsillo, en definitiva.

viernes, 19 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (13)


La palabra "reválida" es un buen ejemplo de cuanto decimos. A quienes están rondando los cuarenta y cinco años o han superado ya tan tierna edad, la mención del término "reválida" no puede por menos que transportarlos al viejo Bachillerato español, marcado sin remisión por el recuerdo grasiento del franquismo. De ahí quizá que la más que probable supresión de la selctividad y la posible introducción de una reválida en algún tramo de la enseñanza preuniversitaria se le hayan indigestado al secretario general del PSOE. Con todo, al reaccionar así, Rodríguez Zapatero no ha caído sin duda en la cuenta de que la selectividad es también un genuino producto de aquella época, sólo que un poco más tardío y patético: si la reválida nos remite al fin de la autarquía y a los albores del desarrollismo, la selectividad nos sitúa en el "espíritu del 12 de febrero" y la agonía del régimen. Si uno pudiera hacer caso omiso de las salpicaduras temporales de cada vocablo y centrarse únicamente en su recto significado, debería convenir que, para la tan deseada igualdad de oportunidades, seleccionar puede resultar a la postre un procedimiento mucho más dañino que revalidar. Mientras que una reválida no deja de ser un ejercicio de confirmación de una validez que necesariamente se presupone -lo que permite considerar incluso la posibilidad de que todos los candidatos acaben superando la prueba-, una selección desemboca a la fuerza en la exclusión de una parte de este todo, haya revalidado o no esta parte su competencia.

Progresa adecuadamente. (12)


A riesgo de ser tomado por un conspicuo agente de la reacción, me propongo exponer en este artículo cómo funciona el sistema público de enseñanza en un país diferente del nuestro, en un país más pequeño, más frío y -ustedes perdonen- más culto. Pero en un país, qué duda cabe, tan europeo como España, con los mismos problemas de convivencia y análogos equilibrios y desequilibrios sociales. Gracias a la información suministrada por una buena amiga nacida -casi- en aquellas tierras, me propongo hablarles de la educación en Holanda. Sí, de la educación en el Estado que goza de la legislación más progresista del continente, donde -por poner algunos ejemplos- el consumo de drogas, el ejercicio de la prostitución o la práctica de la eutanasia han adquirido rango de ley. Pues bien, en este lugar de Europa, llano donde los haya -hasta el punto de que casi todo el territorio está situado a nivel del mar-, existen tantos contrastes entre la población como puedan existir entre los habitantes de la variopinta geografía penincular. Los hay más aptos para las manualidades, los hay más proclives al estudio, los hay ordenados, los hay más dispersos; los hay, en suma, de toda clase y condición. De ahí que, nada más finalizar la Enseñanza Primaria, a los 12 años, los niños holandeses, de acuerdo con sus padres y asesorados por sus maestros, elijan una de las tres opciones de Secundaria que se les ofrece. Y como hoy en día todo tiene nombre de sigla, estos adolescentes escogen entre VMBO, HAVO y VWO.
El VMBO es una formación profesional de primer grado, a cuyo término los alumnos pueden completar sus estudios en una formación profesional de grado medio o pasar al HAVO. El HAVO, cuya duración es de cinco años, prepara a los alumnos para seguir la formación profesional de grado superior, aunque a partir del tercer curso pueden orientar sus pasos hacia la de grado medio. El VWO dura seis años y prepara a los alumnos para la universidad, aunque después del tercer curso pueden encaminarse hacia la formación profesional. Añadamos, para completar esta somera exposición, que las tres ramas tienen en común lo que aquí llamamos materias instrumentales -lengua, matemáticas, etc.-; que los alumnos con dificultades de aprendizaje que no pueden sacarse el título de VMBO reciben una formación práctica, tipo escuela-taller, que los prepara para los trabajos más sencillos del mercado laboral; que existen escuelas públicas especiales para aquellos que tienen graves deficiencias de aprendizaje, transtornos de conducta o minusvalías físicas, y que los muchachos inmigrantes que todavía no dominan la lengua holandesa disponen de clases especiales durante uno o dos años para que logren integrarse.
Ya ven en qué consiste un modelo progresista: en facilita. En prever recorridos de distinto alcance y duración, para todos los públicos, trazando cuantos atajos y pasaderas sean necesarios para desandar lo andado o prolongar lo previsto, sin falsos igualitarismos, con los pies en el suelo y la cabeza fría. Algo así como salir al encuentro de la felicidad, acertar con la película y que encima esta acabe bien.

Progresa adecuadamente. (11)


En la Cataluña actual, nadie duda que la enseñanza va por buen camino y de que el sueño empieza a hacerse realidad. Está la base, está el espíritu; falta si acaso algo de dinero, pero tarde o temprano nuestras autoridades le van a poner remedio. Por de pronto, ya están invirtiendo en la escuela privada y concertada, que es donde la necesidad parece más acuciante. Hasta los padres han evolucionado. Antes, cuando un niño recibía una sanción, sus padres le preguntaban qué había hecho para merecerla. Hoy, conscientes sin duda de su debilidad, se conforman con decirle: "Ya empezamos. ¿Qué te habrá hecho el profesor para que reacciones así? ¿Acaso te tiene manía?"

jueves, 18 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (10)


Los niños, los alumnos, los estudiantes, encarnan mejor que nadie la debilidad. Son seres inacabados, en formación, expuestos a la interpenrie social y a sus constantes caprichos. El Estado debe cuidar de ellos. Para llevar a cabo dicho cometido, el Estado cuenta con la escuela. También dispone, claro está, de hospitales especializados, centros de atención a la infancia, y hasta de correcciones. Pero nada como la escuela. Ahí la debilidad se jerarquiza, adquiere diferentes tonalidades, se vuelve mucho más rica, mucho más compleja, mucho más diversa. El cuidado, pues, no afecta a todos por igual. Existen grupos de riesgo, debidamente identificados, en los que la debilidad se ensaña. Primero están los hijos de los recién llegados de otras tierras, con sus culturas atávicas y sus creencias a cuestas. Luego, los miembros de familias desestructuradas, que es como llaman hoy en día a los descendientes directos de parejas a las que la fatalidad ha llevado por la senda del mal vivir. Están, por fin, los vagos, los tontos, los ociosos... Para salvarlos a todos del arroyo, el Estado ha dotado a la escuela de un cuerpo de élite: los psicólogos.

Progresa adecuadamente. (9)

Aunque tampoco sería justo cargarle el muerto a la Administración y olvidarnos del triste papel que están jugando los padres en todo este asunto. Como si su máxima preocupación fuera la de tener a los hijos ocupados, vigilados, entretenidos y en buenas manos -lo que, por cierto, ya suele garantizar una simple guardería-, los padres han delegado en la Adminsitarción la educación íntegra de sus vástagos. Alguien les llamó un día y les propuso formar parte de los consejos escolares de los centros de enseñanza: había que democratizar la escuela y contaban con ellos. Se lo pensaron -poco- y se lo creyeron -mucho-. Para eso votan y eligen a los equipos directivos de los centros. Luego, que nadie les pida cuentas.

Progresa adecuadamente. (8)


Pero ¿no será que estamos confundiendo la diversidad con la magnesia? Una cosa es el respeto por la diferencia y el reconocimiento de los derehos de cada individuo, y otra la ilusoria creencia de que todos somos iguales. Ni todos los alumnos sirven para estudiar, ni tiene por qué un profesor ser competemte en todas la materias, ni hay motivo para creer, así, de golpe, que todas las culturas pueden llegar a suscitar el mismo interés. Quien más, quien menos, ya somos mayorcitos.

martes, 16 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (7)


Pero, en las aulas, no sólo el alumnado es diverso. También lo puede ser el profesorado, faltaría más. Para este curso, el Departamento de Enseñanza de la Generalitat se ha inventado una nueva figura docente que reúne dichos requisitos: el "profesor de diversidad". Y no crea el lector que estamos ante un especialista en tratar con alumnos diversos, no; estamos, pura y simplemente, ante un profesor que lleva la diversidad en la sangre, ante alguien que puede haber estudiado para matemático pero que se siente capaz de enseñar ciencias sociales o naturales, filosofía, publicidad o educación física. ¿Se imaginan lo resultona que podría quedar semejane figura si la exportaran, por ejemplo, al campo de la sanidad pública? De un plumazo, se acabarían las interminables colas en los servicios de urgencias y en los quirófanos especializados en cardiopatías. ¿Que no hay ningún cirujano experto en el corazón para operar a aquella mujer que lleva más de un año en lista de espera? No sufra, por ahí debe de andar algún traumatólogo ocioso o algún endocrino desocupado que por el mismo precio se lo hará la mar de bien. Y, si no, echamos mano del bueno del anestesista, que también es muy diverso.

Progresa adecuadamente. (6)


El caso es que hoy en Cataluña toda la enseñanza pública obligatoria se imparte, por fuerza, en catalán. Sólo en algunos cursos de Bachillerato, y en algunos -pocos- centros privados, se dan las clases en castellano, además de en catalán, inglés, francés, alemán o el idioma que se tercie. Así está la cosa. Y, dejando a un lado esa similitud entre las lenguas a la que me refería hace un momento y que tan fáciles ha puesto las cosas, ¿sabes cómo hemos llegado hasta aquí, cómo ha sido posible esto? Quizá no lo sepas, pero seguro que lo intuyes. Sí, la autonomía, la famosa potestad de cada comunidad para gestionar sus asuntos; de aquí viene todo, en efecto. Por eso la LOGSE fue tan bien recibida en Cataluña, y por eso una coalición como Convergència i Unió, tan renuente, en principio y por principio, a las utopías izquierdistas y a los falsos igualitarismos, y tan favorable, en cambio, a la meritocracia, se avino al pacto. Dicen que sarna con gusto no pica. Y es que, si la sarna la traía la izquierda, el gusto lo experimentaba el nacionalismo al aprovechar el inicio de la reforma educativa para implantar la inmersión lingüística en los primeros niveles de la enseñanza y convertir poco a poco el catalán en la única lengua de la escuela. Tras más de tres lustros de inmersión continuada, hasta los propios estrategas educativos reconcoen haber alcanzado sus últimos objetivos en el aula. Eso sí, enseguida añaden que, una vez dominada el aula, ahora van a por el pasillo, el patio y el entorno.

Progresa adecuadamente. (5)


Y en todas estas comunidades el nacionalismo ha tenido siempre una preocupación mayor: preservar "la lengua propia", así llamada en los respectivos estatutos de autonomía por obra y gracia de este mismo nacionalismo -y por la inacción, claro está, del resto de las fuerzas políticas, y en especial de los dos grandes partidos nacionales, que cedieron en este punto sin atisbar lo que se les venía encima-. Porque la consideración de que las lenguas no son un asunto estrictamente individual, de cada uno de los hablantes, sino propias de un lugar y poseedoras, en consecuencia, de un aura colectiva, histórica y simbólica; la consideración, en suma, de que hay lenguas de un territorio y lenguas que no lo son, no sólo determina la primacía de un idioma con respecto al otro -que, para más inri, es el idioma oficial del Estado y el hablado por la mayoría de la población, incluso en el territorio en cuestión-, sino que representa, inevitablemente, una fractura social, unos ciudadanos de primera y otros de segunda, unos más propios y otros más impropios.

viernes, 12 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (4)


No cuesta mucho imaginar el efecto que esta descentralización de las competencias ha producido en la cultura de los jóvenes españoles. Seguramente el adjetivo que conviene a esta cultura es "subsidiaria". Sí, la cultura de nuestros bachilleres, o de nuestros secundarios, o de nuestros primarios, puesto que muchos ni siquiera superan los ciclos iniciales, proviene de la aplicación del principio de subsidiariedad. Y este principio, cuya eficacia en lo tocante a la administración de los asuntos públicos es harto discutible, trasladado al terreno de la enseñanza da como resultado unos conocimientos que a duras penas traspasan el límite del barrio o del pueblo en que se halla ubicado el centro educativo. Se trata, sin duda alguna, del triunfo de lo particular frente a lo general, de lo que separa y singulariza frente a lo que une y universaliza. En lugar de enseñar a nuestros jóvenes lo que, de otra forma, difíclmente alcanzarán a conocer por sí mismos, se les predica las maravillas de lo obvio, de lo que tienen a mano, de lo puramente accesorio, por insignificante y consabido.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Progresa adecuadamente. (3)


A eso nos ha llevado la izquierda, con su negativa a reconocer que la primcipal función de la enseñanza ha de ser la transmisión del conocimiento; con su rechazo de la memoria, la autoridad, el mérito y el esfuerzo; con su apología del peterpanismo, y con su defensa de la igualdad como valor y aspiración supremos, igualdad a la que todos estamos sujetos y ante la que nada valen ni la libertad ni la excelencia. ¡Cuánta razón tenía Cándido en su última Tercera en ABC cuando reivindicaba la necesidad de la jerarquía -eso es, de la autoridad- con el argumento de que la alternativa a las imprescindibles graduaciones jerárquicas no es la igualdad, sino la tiranía, el imperio de la fuerza bruta! Pero no ha sido sólo la izquierda. El nacionalismo también ha colaborado lo suyo. Y esto del nacionalismo entiéndelo, por favor, no como algo privativo de los vascos y los catalanes -y, si tanto me apuras, de los gallegos-, sino como algo mucho más hondo y difuso. En definitiva, entiéndelo como un saco enorme donde caben también os regionalismos más burdos y los localismos más groseros. Y es que la LOGSE, entre otras muchas barbaridades, permitía asimismo que la definición de la mitad de los contenidos fuera competencia de las comunidades autónomas.