miércoles, 22 de septiembre de 2010

martes, 21 de septiembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (42)


Antes que catalanes eran burgueses. Por esa razón la gran burguesía catalana no se detuvo en nostalgias a la hora de sacrificar su catalanismo en aras del balance comercial cuando así lo reclamaron las circunstancias sociales o políticas. Nunca hubo una burguesía sujeta al sepulcro de jaime I. Los vínculos económicos, los intereses de clase y la necesidad de entenderse con los gobiernos liberales siempre pesaron más que los mitos de la Atlántida, de la misma manera que en el siglo XVIII América había pesado más que las lágrimas de 1714.

Los mitos de la Historia de España. (41)


Cataluña no fue la respuesta ofrecida por Barcelona a la España propuesta por Madrid, capital de la monarquía y centro urbano de la vieja Castilla, ni el catalanismo del siglo XIX se debió a una reacción de la burguesía y la intelectualidad barcelonesa contra un Estado español opresor, castellanista y centralista. Los catalanes del siglo XIX, como sus antecesores del XVIII, participaron plenamente, y sin albergar dudas al respecto, en la construcción de la España moderna. Catalanidad y españolidad eran dos alientos estrechamente hermanados entre sí.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (40)


Decir que los Borbones "descatalanizaron Cataluña" al prohibir la lengua vernácula en la enseñanza es llevar al siglo XVIII los inventos de algún historiador acosado por los fantasmas del franquismo. La muy citada Real Cédula otorgada por Carlos III en 1768 y las provisiones de años posteriores no iban dirigidas a la gente en general, analfabeta y alejada de las aulas en la sociedad del Antiguo Régimen, sino a los grupos selectos y adinerados, cuyos hijos debían ocupar los altos cargos de la administración, las finanzas, el comercio o el ejército y ya se educaban en latín y español desde antes de Carlos III y desde antes de los Reyes Catóicos sin mayores nostalgias. Leídas en su contexto, las leyes de uniformización lingüística del siglo XVIII proceden en su mayoría de leyes del comercio, de administración común, de unificación de moneda y de liquidación de aduanas, de modo que en el mismo documento donde se regulan esas materias aparece la referencia a la lengua castellana. Leídas en su contexto, ocurre que esas leyes a quienes más interesaban era a los fabricantes y comerciantes catalanes, hechizados por las jugosas ganancias que podía reportarles el mercado de las colonias americanas. En el fondo, la única imposición de Carlos III a los catalanes fue abrirles unas rutas comerciales donde se negociaba en español: el comercio con América. Comercio sin el cual sería imposible entender la Cataluña moderna.

Los mitos de la Historia de España. (39)


Lo que no se dice es que si el español se extendió a Cataluña fue porque la cultura, el comercio, la industria y las finanzas apostaron por la lengua de Cervantes, una lengua internacional con la que hasta el siglo XVIII podía recorrerse Europa, Asia, África y América con mucho provecho. "Lenguaje de blancos y de indios, y de negros, y de mulatos; lenguaje de cristianos católicos y no católicos, y de no cristianos, y de ateos; lenguaje que vivien bajo los más diversos regímenes políticos", escribiría Miguel de Unamuno a comienzos del siglo XX.

Los mitos de la Historia de España. (38)


Hacia la mitad del siglo XVIII, Antonio de Capmany describía el catalán como un idioma antiguo y provincial, muerto para la república de las letras. Capmany aspiraba, como en el siglo XIX Piferrer o el propio Aribau, autor de una conocida oda a la patria, a que se le reconociera sobre todo como escritor en español, y aunque los poetas de la Renaixença explicaran la decadencia literaria del catalán por la pérdida de peso político de Cataluña y se dijera que el castellano se había beneficiado de ser la lengua de la Corte y del gobierno, lo cierto es que su expansión natural por tierras de Aragón, Valencia o Cataluña se debía sobre todo a los intereses comunes de las elites, a su fonética innovadora ya que en el siglo XVI -para Capmany ya en el XIII el castellano era la lengua más bella, pulida y suave de Europa- tenía una gran proyección internacional.

martes, 14 de septiembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (37)


La expansión del castellano por tierras de Cataluña hallaría así su raíz en una supuesta operación desnacionalizadora programada por un hipotético invasor: caínes de lenguas hermanas, caínes insomnes que no descansan hasta ver seca la voz de Muntaner, quebrada la ruta de Llull... caínes salidos de la meseta mística y guerrera... Ignorando a propósito que la economía, la necesidad de comunicarse, las múltiples formas que tiene la gente de ganarse la vida y la consideración de la lengua como un bien que garantice esa ganancia están siempre detrás de la difusión de las lenguas y de la legislación hecha a su propósito, la castellanziación vendría impuesta por una Inquisición, unos obispos y un clero de procedencia meseteña, primero, por la política desarrollada a partir de las directrices de Nebrija, después, y finalmente por los Borbones del siglo XVIII, nebulosos antecedentes de Franco y su encarnizada persecución de todo cuanto sonara a catalán.

Los mitos de la Historia de España. (36)

Seguimos con los retazos del libro de Fernando García de Cortázar.



Más que recordar lo que de aventura común tuvo el siglo de la Ilustración, lo que de intereses compartidos hay en los Decretos de Nueva Planta -leyes, a despecho del mito, que sí tendían a uniformar España pero no a castellanizarla-, los nacionalistas catalanes prefieren construir una memoria de tenebrosas fortalezas y de reyes que ocupan militarmente Barcelona y trituran la lengua de "la nación". Felipe V y Carlos III han pasado a la historia como los reyes que impusieron el castellano al servicio de la uniformización y que prohibieron el catalán, algo que, supuestamnete, el pueblo y la inteligencia catalana debían de sentir, por fuerza, como una humillación. Lo peor, sin embargo, no es el murmullo de rencor que late detrás de esa imagen. Lo peor es que el mito ha terminado por cuajar, por flotar en el aire, por ser una certeza común. Lo peor es que la mayoría de los españoles han terminado por interiorizar la idea de un trato injusto y vejatorio para las lenguas minoritarias, un trato que se debe a la intromisión más grosera del castellano y a su imposición a golpe de decreto. El mito se ha hecho carne, y aunque la comunidad lingüística se haya conseguido por necesidad e interés, aunque el verso castellano deba mucho a escritores catalanes, aunque su supuesta intromisión haya sido en el fondo aquella que señores, notables y comerciantes catalanes ha querido que fuera, el murmullo que perdura es el de una lengua que avanza por las tierras de España en compañía de fieros conquistadores, monjes inquisidores, reyes absolutistas y terribles dictadores.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (35)


La tozuda resistencia que opuso Barcelona a los ejércitos de Felipe V tampoco fue la lucha heroica y popular que celebran cada 11 de septiembre los nacionalistas catalanes. La nobleza y el clero no mostraron ningún entusiasmo en seguir amurallados contra Felipe V, y las masas entre gritos ahogados y casas arrancadas de cuajo, no pedían sino que acabara la resistencia y, con ella, el hambre y las bombas. Las peleas entre los líderes barceloneses también fueron frecuentes. Villarroel y Rafael de Casanovas, dos de los heroes más celebrados, lucharon hasta el último momento, pero ambos se opusieron rotundamente a la resistencia final y se inclinaron por una solución negociada. la resistencia entre murallas, la resistencia entre barrios y calles muertas, no fue cosa ni latido natural del pueblo sino empeño de unos grupos muy reducidos abandonados por la mayoría de los catalanes y tan carentes del sentido de la realidad como los que en 1641 habían hecho a Luis XIII conde de Barcelona para arrepentirse después y desangrar parte de cataluña con la ocupación del ejército francés.

martes, 7 de septiembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (34)


"Por nosotros y toda la nación española, combatimos", dice el militar Villarroel y en los panfletos que recorren los barrios de Barcelona se dice que Luis XIV no pretnde dar rey a España sino convertir ésta en provincia de Francia o se apela al ejemplo catalán para movilizar al resto de los españoles contra los ejércitos gabachos: "Tomad ejemplo de Cataluña, en donde por la misericordia de Dios, no estamos ciegos, ni engañados, sino violentados y opresos; y sin derramamiento de sangre han retoñecido los Austríacos laureles..."
Los austracistas catalanes no sólo luchaban por sus derechos históricos, sino también por "las libertades de España", ni componían un bloque homogéneo sino un partido atravesado de diferencias y, a menudo, de intereses contrapuestos. La diviisión entre los seguidores fieles al pretendiente y la nobleza y burguesía barcelonesa fue total desde 1707 y el tiempo, con los vaivenes de la guerra, la fue agravando. El Consejo de Ciento -órgano asesor del municipio de Barcelona- tuvo planteamientos mucho más radicales que la Generalitat, controlada por una nobleza cada vez más alejada de los laureles austríacos, y de hecho el gobierno de Cataluña no fue suprimido por Felipe V, como se ha dicho y repetido tantas veces, sino por el propio Consejo de Ciento, en pleno mandato austracista.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (33)


La guerra de Sucesión fue una guerra internacional que terminó enconándose en las entrañas de Epaña. Guerra Civil, guerra de aventureros y soldados venidos de Europa, guerra de partidarios borbónicos contra aliados austracistas, guerra de gentes que esperan perplejas a que los ejércitos extranjeros dejen de remover las bombas entre tristes caballones, aquella guerra del siglo XVIII, fuente de elegías y evocaciones románticas, sigue leyéndose hoy como en el siglo XIX: en clave de mito, en clave de resistencia del pueblo catalán contra el centralismo castellano.