También me toca admitir que, una vez comprobado mi estado de ánimo actual, nada resulta tan sano como desertar de las fidelidades mentales que lleva implícitas el terruño de nacimiento.
Señores, tengo a bien aceptar gustosamente el título honorífico de Traidor Nacional de Cataluña que acabo de concederme con la aquiescencia implícita y mayoritaria de mis exconciudadanos.
Diarios de un francotirador, ALBERT BOADELLA
martes, 29 de enero de 2013
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