jueves, 12 de marzo de 2009

La ciudad que fue. Barcelona, años 70. (y XIII)


Con la sesión de hoy acabo la serie dedicada al último libro de Jiménez Losantos. Un libro que explica como empezó a calar el virus nacionalista en nuestra Comunidad Autónoma.



Es lógico pensar que las razones aducidas por los responsables de la política educativa en este futuro "normalizador", verdadera puntilla del despojamiento absoluto material y espiritual de los españoles inmigrados, serán de una autoridad intelectual y moral incontrastables. Porque hace falta mucha autoridad moral, si se tiene la material o política, para planificar algo tan escalofriante como el que la mitad de los niños de una comunidad hayan de perder su lengua y su cultura si quieren aprender una carrera y prosperar socialmente. Lo seguro es que esta vez las razones son igualmente patrióticas, aunque la bandera haya cambiado. Así las expusieron en la TV catalana en un programa de supuesto debate, en la noche del 15 de septiembre pasado, con motivo de la presentación del citado decreto sobre la enseñanza del catalán por parte del Director General de Enseñanza de la Generalidad y dos "teóricos" más, que contentaban, más que contestar, las preguntas del periodista -conductor del programa-. Cómo habría concebido este último tal sospecha, no lo sé, pero el hecho es que planteó la cuestión de si pudiera darse, como algunos han hecho correr, algún "trauma" entre la población esolar de lengua materna castellana al cambiar de lengua de enseñanza y recibirla paulatinamente "en" catalán en su totalidad.
-¿Trauma? -respondió un invitado- No. Porque como será un idioma al que estarán habituados desde pequeños -la enseñanza primaria será en lengua materna ("sea castellano, gallego o árabe" dijeron, tal como suena) junto a clases de catalán y, progresivamente, clases en catalán- al llegar al bachillerato y a la universidad es un idioma que dominarán perfectamente. Por otra parte -añadió- más trauma sería que no llegaran a convertirse en ciudadanos catalanes, con todos los derechos y posibilidades...
¿Creerán que alguien terció en la charla para recordar que el mismo "trauma" es el que con tanta razón vienen denunciando los educadores catalanes, por el que la mitad de los niños de Cataluña se veían obligados no sólo a perder su lengua propia sino a situarse en grave desventaja con respecto a los que dominaban mejor la lengua del profesor? Pues no. Se ve que hay niños con derecho a trauma y otros, más pobres pero más curtidos, que por su inferior condición social y cultural quedarán más que agradecidos por irles "adeprendiendo" la lengua que, graciosamente, les proporcionará una cultura con la que nunca pudieron soñar. ¡Qué suerte!

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