Fueron años terribles... La guerra supuso un mal negocio para Cataluña al tener que soportar muchos de los males que los rebeldes de Barcelona trataban de eludir con la separación de Castilla. Pérdidas materiales, muertes inútiles en la batalla y la visita inesperada de la peste cayeron sobre las tierras del Principado. Los gastos públicos desmesurados exigieron grandes emisiones de moneda que terminaron por provocar la ruina de la economía. Con los sectores fabril y comercial duramente castigados por el cierre de las vías italiana y peninsulares, el mercado interno tuvo que aguantar la invasión de las mercancias francesas en beneficio de una minoría de comerciantes improtadores.
El desengaño fue moneda común, de ahí que la burguesía catalana volviera de buena gana al redil de los Austrias españoles.
domingo, 29 de agosto de 2010
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