lunes, 25 de julio de 2011
Porque tengo hijos (39).
Siguiendo esta misma lógica -la de que ETA está débil porque la resistencia democrática le ha ido ganando la batalla-, lo que le tocaría ahora sería aprovechar esa debilidad para acabar definitivamente con ellos. No es una cuestión que se deba plantear desde la venganza o desde el rencor. No. Acabar con el fanatismo, con sus entornos, con sus secuelas, deslegitimar su historia, es nuestra obligación como demócratas. Y la única decisión que garantizará que las próximas generaciones de españoles en general y de vascos en particular vivan en libertad.
Pero para conseguir ese objetivo hemos de dejar claro a los criminales que nunca consentiremos que ellos sean los guardianes de nuestra libertad. Que lo que no han conseguido mientras nos mataban, amenazaban o extorsionaban, tampoco lo van a conseguir con una declaración de tregua o alto al fuego. Que si con el terror, con la socialización del miedo, no han conseguido doblegar a la democracia, tampoco lo conseguirán con la amenaza de que pueden volver a matar si no se cumplen sus exigencias.
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