miércoles, 31 de diciembre de 2008
martes, 30 de diciembre de 2008
Memòries d´un bufó
Tret de " Memòries d´un bufó" la seva vida explicada pel mateix Albert Boadella.
"Després de l´emotiva exaltació de l´escena final vaig fer entrar un imprevist epíleg en el qual els segadors i els personatges de l´obra oferien tots els objectes de l´espectacle a una allau d´estrangers, amb els quals acabaven cantant tots junts un himne pacifista americà, entre els símbols autòctons eren venuts sense contemplacions.
L´escena no era més que el retrat d´una realitat històrica, i actuava com a metàfora del que podia succeir en cas de recuperar un dia el sublimat autogovern. Malgrat això, en aquell moment no m´imaginava que les emocions experimentades davant els símbols culturals de la meva terra s´anirien transformant molt aviat en la repugnància que sento avui per la sordidesa d´aquest país miserable i endogàmic. La Catalunya de finals del segle XX, envoltada de totes les llibertats possibles i beneficiada per les millors conjuntures econòmiques, ha fet també la millor demostració de "vol gallinaci" (Josep Pla dixit) de la seva història. El somni de la terra lliure, desvetllada i feliç s´ha convertit en tietalàndia, un territori al gust patriòtic dels excursionistes de l´Inserso. El país ha quedat envaït de tietes de 18 a 90 anys que, organitzades com un perfecte orfeó, segueixen les partitures trameses des de Catalunya Ràdio i TV3, uns òrgans oficials convertits en la matèria d´intoxicació més subtil i perfecta del segle. Mentrestant, el conjunt de càrrecs nacionalistes aprofita la cretinització general per fer suculentes operacions financeres i gràcies a la protecció que els ofereix el silenci còmplice del món mediàtic i judicial".
"Després de l´emotiva exaltació de l´escena final vaig fer entrar un imprevist epíleg en el qual els segadors i els personatges de l´obra oferien tots els objectes de l´espectacle a una allau d´estrangers, amb els quals acabaven cantant tots junts un himne pacifista americà, entre els símbols autòctons eren venuts sense contemplacions.
L´escena no era més que el retrat d´una realitat històrica, i actuava com a metàfora del que podia succeir en cas de recuperar un dia el sublimat autogovern. Malgrat això, en aquell moment no m´imaginava que les emocions experimentades davant els símbols culturals de la meva terra s´anirien transformant molt aviat en la repugnància que sento avui per la sordidesa d´aquest país miserable i endogàmic. La Catalunya de finals del segle XX, envoltada de totes les llibertats possibles i beneficiada per les millors conjuntures econòmiques, ha fet també la millor demostració de "vol gallinaci" (Josep Pla dixit) de la seva història. El somni de la terra lliure, desvetllada i feliç s´ha convertit en tietalàndia, un territori al gust patriòtic dels excursionistes de l´Inserso. El país ha quedat envaït de tietes de 18 a 90 anys que, organitzades com un perfecte orfeó, segueixen les partitures trameses des de Catalunya Ràdio i TV3, uns òrgans oficials convertits en la matèria d´intoxicació més subtil i perfecta del segle. Mentrestant, el conjunt de càrrecs nacionalistes aprofita la cretinització general per fer suculentes operacions financeres i gràcies a la protecció que els ofereix el silenci còmplice del món mediàtic i judicial".
lunes, 29 de diciembre de 2008
Patrias.
Un artículo de Elvira Lindo en El País.
"Hay una patria que nos concede la condición de ciudadanos. Hay una patria que nos facilita el pasaporte, que nos permite viajar siendo extranjeros documentados; hay una patria a la que damos parte del sueldo, a la que reclamamos algo en correspondencia, cosas concretas que ayuden mínimamente a la inalcanzable felicidad, una escuela, un hospital, un futuro no demasiado incierto. Hay una patria que está escrita en un pliego de derechos y deberes. La patria en la que los ciudadanos de nacimiento podemos disfrutar de la posibilidad de nacer y morir en el mismo sitio, la patria de aquel que, aun con todo, detesta su patria o la del que la disfruta porque deja atrás otra patria imposible. Es esa patria que se lleva en el pasaporte, ese salvoconducto al que nos aferramos en las fronteras donde más de una vez hemos visto cómo alguien lloraba desconsolado por haberlo perdido y convertirse de repente en nadie.
Hay otra patria. Aunque los neurólogos ya han dejado claro que los sentimientos están dirigidos por la cabeza, pervivirá en nosotros el gesto de llevarnos la mano al corazón. Hay otra patria, pues, que está en el corazón. Está compuesta de cosas íntimas, difíciles de explicar, aunque la literatura y la música se hayan deshecho en explicaciones. La calle en la que nacimos, la lluvia del pasado, los antiguos olores, la mano de tus padres, los juegos, las canciones tontas de la infancia, las palabras que te proporcionaban seguridad y las que te dieron miedo. Todo eso ya está contado, aunque nos encante repetir y escuchar la misma historia. Hay veces que los políticos confunden la patria cívica con la patria del corazón. Y hay ciudadanos que, lejos de desconfiar en quien se mete tan intrusivamente en las emociones, entienden que los partidos hacen bien en exaltarlas. Pero hay otros (entre los cuales me encuentro) que, cuando un político anima a salir a las calles para mostrar orgullo en el día de la patria, agitar banderitas, sentir alegría por la azarosa nacionalidad o aplaudirle a un carro de combate, optan por celebrar la fiesta a la manera de Brassens, levantándose tarde y disfrutando de la anhelada pereza. Placeres de la patria íntima en la que detesto que nadie se inmiscuya. "
domingo, 28 de diciembre de 2008
Catalunya no engancha.
Esta tarde juega Catalunya-Colombia. De las 60.000 entradas puestas a la venta, de momento sólo se han vendido 19.000, y la mayoría han sido compradas por colombianos de toda España, que buscan juntarse al margen del fútbol.
Un partido que no interesa tampoco a los jugadores (Valdés y Xavi entre otros no jugarán)...Un partido que sólo interesa a las entidades subvencionadas y a TV3 que pagará 130.000 euros por la transmisión.
Os dejo con el video donde se ve a un perro que está viendo por TV3, la noticia de que a todos los catalanes , un partido de "costellada", nos cuesta 130.000 euros.
Un partido que no interesa tampoco a los jugadores (Valdés y Xavi entre otros no jugarán)...Un partido que sólo interesa a las entidades subvencionadas y a TV3 que pagará 130.000 euros por la transmisión.
Os dejo con el video donde se ve a un perro que está viendo por TV3, la noticia de que a todos los catalanes , un partido de "costellada", nos cuesta 130.000 euros.
viernes, 26 de diciembre de 2008
Hasta el moño de discursos navideños.
En estas fechas, cualquiera con un poco de poder, se ve en la necesidad de soltarnos un rollo inaguantable. Ya puestos...Estos son más divertidos.
jueves, 25 de diciembre de 2008
Accidente sexual.
Nací en Barcelona y mis padres en Guadalajara. Mi compañera en BCN y sus padres en Madrid y EEUU. Mi gato en Sta. Coloma de Gramanet, el vecino de abajo en Galicia y la vecina de arriba es una paloma que a saber donde ha nacido. La pescadera es de Murcia y la chica que me cobra de Ecuador. Al final resulta que el lugar donde nacemos no es más que un accidente sexual.
miércoles, 24 de diciembre de 2008
lunes, 22 de diciembre de 2008
Ciutadans a TV3
Para que luego digamos que no salimos en TV3. A partir del minuto 9, este video no tiene desperdicio:
Desde luego, si es que nos quejamos de vicio...
Desde luego, si es que nos quejamos de vicio...
domingo, 21 de diciembre de 2008
sábado, 20 de diciembre de 2008
jueves, 18 de diciembre de 2008
Las verdades del barquero.
Columna del Diari de Sant Andreu, firmada por Jose Manuel García Bravo, concejal de C´s en Sant Andreu de la Barca.
Próximamente recibirán en su casa información sobre el reciente presupuesto aprobado por el ayuntamiento. Les mostrarán una serie de gráficos muy atractivos, no les hablarán de cantidades en euros ya que entonces los argumentos para defender el presupuesto se caerían por su propio peso. Les hablarán de esfuerzo, de restricción, créanse lo justo. El resto de partidos les hablarán de logros y exigencias en sus reclamaciones, palabras vacías se lo aseguro.
Ciutadans les dirá la verdad sobre el presupuesto. La crisis coyuntural en la que nos encontramos obligaba a realizar un presupuesto restrictivo, de contención del gasto hasta períodos de bonanza económica. Partidas de política social bien entendida eran necesarias en estos momentos, que dulcificasen la presión fiscal, que aliviasen los costes y ayudasen a las familias más necesitadas a afrontar un año que será difícil. Sin embargo un presupuesto que en su conjunto se incrementa un 7,66% no puede ser calificado como restrictivo.
Les dirán que hay menos dinero para hacer política social ya que los ingresos del ayuntamiento caen debido a la crisis del sector de la construcción. Esta incidencia justificable en otros municipios no lo es en Sant Andreu de la Barca ya que el agotamiento del suelo en nuestra demarcación era ya un hecho evidente y contrastable hace tiempo. Sin embargo esta caída de ingresos se compensa con el esfuerzo de otras administraciones, entre ellas el Estado que aporta el 23% de los ingresos presupuestados. Ese Estado es repudiado continuamente por los partidos nacionalistas (PSC, ICV-EUIA, ERC y CIU), pero sin embargo a la hora de obtener esos ingresos se desvanece el sentimiento identitario y de construcción nacional dels Països Catalans.
Sorprende que el endeudamiento del ayuntamiento este año crezca un 17%, sin contar los problemillas derivados de la construcción del nuevo teatro y de la piscina municipal. ¿Se dilapidará la tesorería? Se aumentarán los ingresos por multas en un 15%, suponemos que para sufragar un incremento del 10% del coste de personal del área de urbanismo. Por cierto el portavoz del grupo municipal socialista y Teniente Alcalde de esta área de urbanismo sigue sin ejercer sus funciones de portavoz por séptimo mes consecutivo. Comunicaremos cambios.
martes, 16 de diciembre de 2008
lunes, 15 de diciembre de 2008
¡Viva la muerte!
La opinión del diputado de C´s, José Domingo:
Se está representando durante estos días en Madrid “Cantando bajo las balas”, un “cabaret necrófilo”, según califica la obra su autor, Antonio Lavín. En ella se rememora la figura del General Millán Astray y se da especial relevancia a su conocido enfrentamiento con Unamuno en la Universidad de Salamanca. En su paraninfo, el 12 de octubre de 1936, el fundador de la Legión pronunció un discurso que molestó profundamente a Unamuno quien, valientemente, le replicó: - “El General Millán Astray es un mutilado que quisiera crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía una España mutilada”. Furioso, Millán Astray dio un golpe sobre la mesa y respondió a voces: - “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte! ¡Basta ya de intelectuales bastardos, intelectuales que están envenenando las mentes de nuestra juventud! ¡Viva la muerte y viva mil veces la muerte!"
Escuchando las soflamas de Joan Tardà y de Manuel Fraga, tan distantes y tan próximos, en las que se utilizan como argumento dialéctico la muerte del adversario político, es más necesario que nunca reivindicar, como hizo entonces Unamuno, la apelación a la razón y al derecho como instrumentos de persuasión.
Se está representando durante estos días en Madrid “Cantando bajo las balas”, un “cabaret necrófilo”, según califica la obra su autor, Antonio Lavín. En ella se rememora la figura del General Millán Astray y se da especial relevancia a su conocido enfrentamiento con Unamuno en la Universidad de Salamanca. En su paraninfo, el 12 de octubre de 1936, el fundador de la Legión pronunció un discurso que molestó profundamente a Unamuno quien, valientemente, le replicó: - “El General Millán Astray es un mutilado que quisiera crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía una España mutilada”. Furioso, Millán Astray dio un golpe sobre la mesa y respondió a voces: - “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte! ¡Basta ya de intelectuales bastardos, intelectuales que están envenenando las mentes de nuestra juventud! ¡Viva la muerte y viva mil veces la muerte!"
Escuchando las soflamas de Joan Tardà y de Manuel Fraga, tan distantes y tan próximos, en las que se utilizan como argumento dialéctico la muerte del adversario político, es más necesario que nunca reivindicar, como hizo entonces Unamuno, la apelación a la razón y al derecho como instrumentos de persuasión.
jueves, 11 de diciembre de 2008
Etimológicos
La opinión de Arcadi Espada, en El Mundo.
Cuando entonces, los comunistas decían “partido de lucha y de gobierno”. Creo que no había cinismo, en absoluto. Se había pasado de despreciar la democracia burguesa a entenderla como un terreno de juego más. Era el fondo del eurocomunismo de Berlinguer, Carrillo y (más o menos) Marchais. Y también la razón de que, en el ámbito local, el secretario general del Partido Comunista de España aceptara como propios la bandera de España, el himno y otros etcéteras. Los comunistas no abdicaban de sus utopías (seguían siendo comunistas a pesar del prefijo comercial) pero nunca despreciaron las instituciones con las que querían acabar. Muy al contrario de lo que hicieron siempre los aliados políticos de ETA, y muy al contrario, desde luego, de lo que hace Esquerra Republicana.
Es relativamente secundaria la cuantía del precio que tenga que pagar el diputado Joan Tardà por su muera el Borbón y su aseveración de que el Tribunal Constitucional está corrupto. Aunque es urgente que los que vocean, escriben o dibujan sepan a qué atenerse. Si Jiménez Losantos es condenado por acusar al alcalde de Madrid de traicionar a su partido y utilizar en beneficio político propio la matanza de Madrid; o si dos dibujantes de El Jueves son condenados por caricaturizar la actividad sexual de los Príncipes de España conviene precisar por qué un diputado puede ejercer gratuitamente su derecho a la metáfora o la caricatura. Lo digo para estudiar para diputado.
Sin embargo, una vez precisada y puesta en derecho la licencia Tardà habrá que ir a lo políticamente fundamental. Esto que se expresa de modo llamativo en la reunión de las dos últimas noticias que afectan a Esquerra Republicana: el muera de Tardà y los 60 viajes que ha hecho en los últimos años el presidente del Parlamento catalán, Ernest Benach. Esperando que el coste, la retórica y el objetivo de esos viajes queden pormenorizadamente descritos no hay duda de que representan sutilmente la cara institucional y amable (¡y tan amable!) de los republicanos. Hasta el punto de que no sería descabellado que a partir de ahora los republicanos cerraran sus mítines gritando: “Mori el Borbó, que ens paga viatges!” Porque el Rey y el más oscuro ciudadano son sinécdoques de un sistema público que paga, y refrenda lo que paga con cada acto impositivo y electoral, y que no tiene por qué admitir la doblez de cinismo y de gobierno del partido nacionalista.
No está escrito que los demócratas sean idiotas. Todo lo contrario. El idiota etimológico es aquel que no guarda la lealtad debida a los asuntos públicos. O sea como los etimológicos de Esquerra Republicana.
(Coda: «El idiota (del griego idiótes) era aquél que se preocupaba sólo sus intereses particulares, sin prestar atención a los asuntos públicos. Pronto esta palabra se convirtió en un insulto, ya que en la Antigüedad grecorromana la vida pública era de gran importancia para los hombres libres.»)
Incomprendido
administración y como pasará en Viladecans en las proyecciones de cine.
Un artículo de David Chacón, Concejal de Ciutadans en Viladecans.
Una vez más, las preocupaciones de Ciutadans o no han sido comprendidas o han sido ignoradas. En el pleno del mes de noviembre el grupo de ERC y PSC presentaron una moción conjunta para “Exhibir cinema en català a la nostra ciutat”. Una moción que promovía “el posicionamiento del ayuntamiento en el avance del uso social del catalán en el ámbito cinematográfico” y que “el ayuntamiento se sirva de cine en catalán cuando sea el organizador del evento”.
Esta moción inicialmente del grupo de ERC tiene un transfondo, como en todo lo planteado por el nacionalismo radical, de intolerancia lingüística. Las rectificaciones del equipo de gobierno no fueron suficientes para Ciutadans que plantea un bilingüismoreal. El redactado de la moción y la realidad de la situación del cine en Catalunya son conceptos que deben valorarse por separado.
En la actualidad, lo cierto es que existe un desnivel entre el mercado del cine en castellano y en catalán. Algo que no desea Ciutadans, que es defensor del bilingüismo institucional y social. Aunque para lograr este, a diferencia del nacionalismos intolerantes, no usaríamos el dinero público para pagar a las distribuidoras las supuestas pérdidas, ni decretaríamos leyes impositivas a los sectores privados. El dinero debe ser primero para educación, sanidad y vivienda y no para la construcción nacional.
La realidad de la moción es que explícitamente indica “Tercer, que l'Ajuntament de Viladecans se serveixi de pel·lícules parlades o subtitulades en català, en cas que la versió existeixi, quan organitzi o promogui projeccions públiques de cinema o en el cas que hagi cedit o cedeixi espais per a projecció regular o periòdica de cinema.”, algo que no respeta el pluralismo lingüístico de Catalunya ni la cooficialidad de las lenguas castellana y catalana.
En algunos años, por la realidad del mercado, tendremos exhibiciones públicas con cuotas bilingües. Pero con este redactado, aprobado por ERC,PSC,IC-EUA,CIU y con la abstención de PP, llegará el momento que el ayuntamiento sólo promoverá cine en catalán. Son pequeños conceptos, pero si no se defiende y respeta firmemente el bilingüismo real recogido por la Constitución se volverá a perder una batalla a la exclusión lingüítica en Catalunya, como ya pasó en la educación, como pasa en la vida.
Un artículo de David Chacón, Concejal de Ciutadans en Viladecans.
Una vez más, las preocupaciones de Ciutadans o no han sido comprendidas o han sido ignoradas. En el pleno del mes de noviembre el grupo de ERC y PSC presentaron una moción conjunta para “Exhibir cinema en català a la nostra ciutat”. Una moción que promovía “el posicionamiento del ayuntamiento en el avance del uso social del catalán en el ámbito cinematográfico” y que “el ayuntamiento se sirva de cine en catalán cuando sea el organizador del evento”.
Esta moción inicialmente del grupo de ERC tiene un transfondo, como en todo lo planteado por el nacionalismo radical, de intolerancia lingüística. Las rectificaciones del equipo de gobierno no fueron suficientes para Ciutadans que plantea un bilingüismoreal. El redactado de la moción y la realidad de la situación del cine en Catalunya son conceptos que deben valorarse por separado.
En la actualidad, lo cierto es que existe un desnivel entre el mercado del cine en castellano y en catalán. Algo que no desea Ciutadans, que es defensor del bilingüismo institucional y social. Aunque para lograr este, a diferencia del nacionalismos intolerantes, no usaríamos el dinero público para pagar a las distribuidoras las supuestas pérdidas, ni decretaríamos leyes impositivas a los sectores privados. El dinero debe ser primero para educación, sanidad y vivienda y no para la construcción nacional.
La realidad de la moción es que explícitamente indica “Tercer, que l'Ajuntament de Viladecans se serveixi de pel·lícules parlades o subtitulades en català, en cas que la versió existeixi, quan organitzi o promogui projeccions públiques de cinema o en el cas que hagi cedit o cedeixi espais per a projecció regular o periòdica de cinema.”, algo que no respeta el pluralismo lingüístico de Catalunya ni la cooficialidad de las lenguas castellana y catalana.
En algunos años, por la realidad del mercado, tendremos exhibiciones públicas con cuotas bilingües. Pero con este redactado, aprobado por ERC,PSC,IC-EUA,CIU y con la abstención de PP, llegará el momento que el ayuntamiento sólo promoverá cine en catalán. Son pequeños conceptos, pero si no se defiende y respeta firmemente el bilingüismo real recogido por la Constitución se volverá a perder una batalla a la exclusión lingüítica en Catalunya, como ya pasó en la educación, como pasa en la vida.
miércoles, 10 de diciembre de 2008
Los nuevos charnegos.
Carta de un lector de El Periódico de Catalunya.
IGNACIO JOVÉ | Barcelona
En Cataluña la ley establece que “la rotulación exterior de los comercios y la información de carácter fijo deben figurar, al menos, en catalán”. También habilita a cualquier “ciudadano” a denunciar a quien, incumpliendo esta norma “infrinja los derechos de los consumidores”. Nada que objetar jurídicamente (la convivencia sería otro tema…) si esta obligación incluyera a la otra lengua cooficial, pero no es así.
Seguir leyendo noticia
La Generalitat, que utiliza como lengua vehicular únicamente el catalán (la “propia”), considera que el uso y regulación del castellano (la “otra”), es cosa del Estado. Pero éste no puede actuar porque las competencias están transferidas. El objetivo último de esta política, que abarca la educación, la cultura y los medios de comunicación, es dar “una imagen socio-lingüística adecuada del país”, según rezan folletos institucionales. Por supuesto si alguien quiere que se le traduzca una comunicación oficial puede “solicitarlo expresamente”. O si quiere rotular también en castellano (o en chino, o en urdu) nadie se lo impide pero le costará más caro que hacerlo sólo en catalán.
Estos esfuerzos adicionales son la gota malaya con la que se intenta disuadir a los afectados de que ejerzan sus derechos, hasta conseguir relegar el castellano al ámbito estrictamente privado. No soy españolista ni pepero. Dudo que el castellano en Cataluña esté en peligro y en la calle no existe, de momento, el conflicto que algunas derechas denuncian, ya que la mayoría utilizamos las dos lenguas sin problema. Pero combatir un nacionalismo (el “malo”, el “de fuera”) con otro (el “bueno”, el “nuestro”), genera tantos votos como crispación, según evidencian las apariciones televisivas del señor Carod. El mismo que (con razón) exige los papeles de Salamanca o que le llamen por su nombre, utiliza términos como “Castella-Lleó” o “Estat Espanyol”, y ve natural que en TV3 se hable de “Països Catalans” o de la “Catalunya Nord” cuando informan desde Perpignan.
Lo preocupante es que cada vez son más los “ciudadanos” que asumen como verdadera esta realidad inventada. Patriotas ocupados denunciando comercios o cantando los goles del Barça, que desvían su atención de la pérdida de peso económico, el déficit de infraestructuras o las comisiones ilegales de sus políticos, mientras éstos legislan para restringir de facto los derechos de aquellos que no dan “la imagen adecuada”, los nuevos charnegos. Revanchismo, en vez de normalización. España no se rompe pero las costuras de Cataluña están cada vez más tensas.
IGNACIO JOVÉ | Barcelona
En Cataluña la ley establece que “la rotulación exterior de los comercios y la información de carácter fijo deben figurar, al menos, en catalán”. También habilita a cualquier “ciudadano” a denunciar a quien, incumpliendo esta norma “infrinja los derechos de los consumidores”. Nada que objetar jurídicamente (la convivencia sería otro tema…) si esta obligación incluyera a la otra lengua cooficial, pero no es así.
Seguir leyendo noticia
La Generalitat, que utiliza como lengua vehicular únicamente el catalán (la “propia”), considera que el uso y regulación del castellano (la “otra”), es cosa del Estado. Pero éste no puede actuar porque las competencias están transferidas. El objetivo último de esta política, que abarca la educación, la cultura y los medios de comunicación, es dar “una imagen socio-lingüística adecuada del país”, según rezan folletos institucionales. Por supuesto si alguien quiere que se le traduzca una comunicación oficial puede “solicitarlo expresamente”. O si quiere rotular también en castellano (o en chino, o en urdu) nadie se lo impide pero le costará más caro que hacerlo sólo en catalán.
Estos esfuerzos adicionales son la gota malaya con la que se intenta disuadir a los afectados de que ejerzan sus derechos, hasta conseguir relegar el castellano al ámbito estrictamente privado. No soy españolista ni pepero. Dudo que el castellano en Cataluña esté en peligro y en la calle no existe, de momento, el conflicto que algunas derechas denuncian, ya que la mayoría utilizamos las dos lenguas sin problema. Pero combatir un nacionalismo (el “malo”, el “de fuera”) con otro (el “bueno”, el “nuestro”), genera tantos votos como crispación, según evidencian las apariciones televisivas del señor Carod. El mismo que (con razón) exige los papeles de Salamanca o que le llamen por su nombre, utiliza términos como “Castella-Lleó” o “Estat Espanyol”, y ve natural que en TV3 se hable de “Països Catalans” o de la “Catalunya Nord” cuando informan desde Perpignan.
Lo preocupante es que cada vez son más los “ciudadanos” que asumen como verdadera esta realidad inventada. Patriotas ocupados denunciando comercios o cantando los goles del Barça, que desvían su atención de la pérdida de peso económico, el déficit de infraestructuras o las comisiones ilegales de sus políticos, mientras éstos legislan para restringir de facto los derechos de aquellos que no dan “la imagen adecuada”, los nuevos charnegos. Revanchismo, en vez de normalización. España no se rompe pero las costuras de Cataluña están cada vez más tensas.
lunes, 8 de diciembre de 2008
Grito histérico
Arcadi Espada, en el Mundo.
«Grito histórico», dice el diputado Joan Tardà para justificar su muera. Qué manera de complicarse la vida, cuando le habría bastado con decir «grito histérico» y todos le habrían entendido y olvidado. Al poco rato de haberse desbravado en la plaza ya estaba chapurreando la historia para ver por dónde salirse. Como había dicho «¡Visca la República, mori el Borbó!» (tanto les importa el Rey que le traducen hasta el apellido), empezaron por el principio: «El republicano se apresuró a puntualizar anoche», escribía este diario, «que el lema antimonárquico con el que cerró su discurso se utilizaba comúnmente como proclama durante la Guerra dels Segadors’ del siglo XVII.»
Comúnmente. Sí se habló de República hacia 1640, cuando el capellán Pau Claris la proclamó; aunque sin concretarla, como suele ser habitual en las repúblicas catalanas y en lo catalán en general. El atrevimiento intelectual de Tardà al vincular esa nonata república (al estilo de las mediterráneas) con la que el, tan modernamente, encarna ya era notorio. Pero lo realmente estupefaciente afectaba al Borbón. Porque mientras Pau Claris proclamaba su República, y durante toda la Guerra dels Segadors, en España reinaba Felipe IV, el macilento. De la Casa de Habsburgo. Un Austria.
Cuando al día siguiente Tardá despertó el Austria, con sus bigotes y su melancolía, seguía allí. Apresuradamente el diputado llamó a las agencias y dijo que el grito histórico era de cuando Felipe V y a la guerra de Sucesión. Bien, es cierto: entonces había Borbón. El problema es que no había República. La Guerra de Sucesión española (y por tanto catalana) no luchaba por un Borbón o una República (aunque fuera feudal), sino por un Borbón o el Archiduque Carlos de Austria. Otro Habsburgo.
Por lo tanto al diputado Tardà o le ha faltado República o le ha faltado Borbón. Quién lo diría en tipos tan sobrados de semejantes hechuras. No existe el grito histórico «¡Visca la República, mori el Borbó!» De no ser por la sombra del fiscal del Estado quizá el diputado Tardà no le quitaría méritos a su creatividad. Aunque no estoy del todo seguro. Al fin y al cabo se trata de gente humilde que antes que el brillo personal prefiere el sometimiento a la santa tradición patriótica, es decir, que prefiere ser hilillo de ese patchwork, diseñado por el delirio, donde Pau Claris camina del brazo de Lluís Companys, los segadores de 1714 luchan a muerte contra el Juan del cuatrocientos y el coronel Macià, del Ejército español, ordena al abogado Rafael de Casanova que tome Prats de Molló, entre grandes desfiles de remences, nyerros y cadells.
No invento el patchwork. El diputado Tardà tiene un blog y ayer escribía del caso. Le traduzco parte de su nota: «Hay quien considera que acabar un mítin gritando «Visca la República, mori el Borbó» es freaky. Ya es hora de cuestionar la razón por la que nos hemos dejado robar las palabras. [!] Es curioso, más academia, más cultura, pero menos espacio para la metáfora [!!]. Cuál sería la adecuación a nuestros días de la otra [!!!] exclamación popular de la historia del país: «Visca Macià, Mori Cambó». Seguro que el que lo gritara sería acusado de freaky. Y los jóvenes que al cabo de parar a los fascistas en Barcelona en julio del 36 ya estaban en Aragón. ¿Eran también freakys?»
Esto es lo que hay, gramática y moralmente. El nacionalismo. Un comic marvel, donde el hombre-masa, y su cerebro, ejecuta siempre el papel estelar.
«Grito histórico», dice el diputado Joan Tardà para justificar su muera. Qué manera de complicarse la vida, cuando le habría bastado con decir «grito histérico» y todos le habrían entendido y olvidado. Al poco rato de haberse desbravado en la plaza ya estaba chapurreando la historia para ver por dónde salirse. Como había dicho «¡Visca la República, mori el Borbó!» (tanto les importa el Rey que le traducen hasta el apellido), empezaron por el principio: «El republicano se apresuró a puntualizar anoche», escribía este diario, «que el lema antimonárquico con el que cerró su discurso se utilizaba comúnmente como proclama durante la Guerra dels Segadors’ del siglo XVII.»
Comúnmente. Sí se habló de República hacia 1640, cuando el capellán Pau Claris la proclamó; aunque sin concretarla, como suele ser habitual en las repúblicas catalanas y en lo catalán en general. El atrevimiento intelectual de Tardà al vincular esa nonata república (al estilo de las mediterráneas) con la que el, tan modernamente, encarna ya era notorio. Pero lo realmente estupefaciente afectaba al Borbón. Porque mientras Pau Claris proclamaba su República, y durante toda la Guerra dels Segadors, en España reinaba Felipe IV, el macilento. De la Casa de Habsburgo. Un Austria.
Cuando al día siguiente Tardá despertó el Austria, con sus bigotes y su melancolía, seguía allí. Apresuradamente el diputado llamó a las agencias y dijo que el grito histórico era de cuando Felipe V y a la guerra de Sucesión. Bien, es cierto: entonces había Borbón. El problema es que no había República. La Guerra de Sucesión española (y por tanto catalana) no luchaba por un Borbón o una República (aunque fuera feudal), sino por un Borbón o el Archiduque Carlos de Austria. Otro Habsburgo.
Por lo tanto al diputado Tardà o le ha faltado República o le ha faltado Borbón. Quién lo diría en tipos tan sobrados de semejantes hechuras. No existe el grito histórico «¡Visca la República, mori el Borbó!» De no ser por la sombra del fiscal del Estado quizá el diputado Tardà no le quitaría méritos a su creatividad. Aunque no estoy del todo seguro. Al fin y al cabo se trata de gente humilde que antes que el brillo personal prefiere el sometimiento a la santa tradición patriótica, es decir, que prefiere ser hilillo de ese patchwork, diseñado por el delirio, donde Pau Claris camina del brazo de Lluís Companys, los segadores de 1714 luchan a muerte contra el Juan del cuatrocientos y el coronel Macià, del Ejército español, ordena al abogado Rafael de Casanova que tome Prats de Molló, entre grandes desfiles de remences, nyerros y cadells.
No invento el patchwork. El diputado Tardà tiene un blog y ayer escribía del caso. Le traduzco parte de su nota: «Hay quien considera que acabar un mítin gritando «Visca la República, mori el Borbó» es freaky. Ya es hora de cuestionar la razón por la que nos hemos dejado robar las palabras. [!] Es curioso, más academia, más cultura, pero menos espacio para la metáfora [!!]. Cuál sería la adecuación a nuestros días de la otra [!!!] exclamación popular de la historia del país: «Visca Macià, Mori Cambó». Seguro que el que lo gritara sería acusado de freaky. Y los jóvenes que al cabo de parar a los fascistas en Barcelona en julio del 36 ya estaban en Aragón. ¿Eran también freakys?»
Esto es lo que hay, gramática y moralmente. El nacionalismo. Un comic marvel, donde el hombre-masa, y su cerebro, ejecuta siempre el papel estelar.
domingo, 7 de diciembre de 2008
jueves, 27 de noviembre de 2008
sábado, 22 de noviembre de 2008
jueves, 20 de noviembre de 2008
martes, 18 de noviembre de 2008
domingo, 16 de noviembre de 2008
jueves, 13 de noviembre de 2008
miércoles, 12 de noviembre de 2008
lunes, 10 de noviembre de 2008
domingo, 9 de noviembre de 2008
La Ley de la Calle
La opinión de Xavier Pericay.
SEGURO que todos ustedes han oído alguna vez aquello de «lo que no te ha enseñado la escuela, ya te lo enseñará la vida». Y hasta puede que, además de oírlo, lo hayan dicho. Se trata, en el fondo, de un desahogo. O, si lo prefieren, de la evidencia, más o menos explícita, de un cierto fracaso. El de la escuela. El de la enseñanza reglada. O, para usar un término en boga, el de la educación.
En los últimos tiempos, sin embargo, se está popularizando otra fórmula: «Lo que no te enseña la escuela, ya te lo enseña la calle». A simple vista, parece una variación sobre el mismo tema. Si bien se mira, ¿qué es la calle, en el imaginario adolescente -y muchos padres, ¡ay!, dan la impresión de seguir anclados en esta edad-, sino el escenario propicio a una vida plena? Pero entre ambas fórmulas existe una diferencia sustancial: la relación temporal entre uno y otro modo de enseñanza, entre, por un lado, el que procura la escuela y, por otro, el que proporcionan la vida o la calle. Lo que en la primera fórmula es una relación de consecuencia y, hasta cierto punto, de causa a efecto, en la segunda es una relación de estricta simultaneidad. Como si el carácter complementario de ambas enseñanzas fuese un presupuesto ineludible, y, en tanto que tal, asumido desde el principio.
Por descontado, no seré yo quien afirme que la escuela debe acarrear, solita, todo el fardo de la educación. Al contrario, este es un asunto, ante todo, familiar, al que la escuela, a lo sumo, no puede sino echar un cable. Y luego están la vida y la calle, claro, para acabar de saber lo que es bueno. Pero ello no quita, insisto, que haya edades para todo. Y la de la escuela es, debería ser, la de la escuela. Y poco más.
No opina así José María Maravall. El último Premio Nacional de Sociología ha estado estos días en Barcelona y, ante el comentario de un periodista lamentándose de que en Cataluña los niños no puedan ser escolarizados en castellano, ha confesado: «Yo tengo un nieto al que adoro, hijo de una sueca. Sus padres hablan en inglés y él habla en castellano porque lo aprende en la calle todos los días. No veo ningún problema».
Ningún problema, dice. Dejemos ahora a un lado la adoración del abuelo y lo irrelevante, en términos sociológicos, del caso del nieto, y vayamos al fondo del asunto. ¿Ningún problema, dice? Pues claro. ¿Cómo va a ver algún problema quien ha sido entre 1982 y 1988, en tanto que ministro de Educación, el máximo responsable de la reforma educativa -LRU, LODE y cimientos de la LOGSE-? ¿Cómo va a ver algún problema quien ha colaborado como el que más en la destrucción de la enseñanza en España y, en lo tocante a Cataluña, en la conversión del catalán en única lengua de enseñanza? Nada, nada, a lo hecho, pecho, sí señor. Aunque sea, a todas luces, una inmoralidad.
SEGURO que todos ustedes han oído alguna vez aquello de «lo que no te ha enseñado la escuela, ya te lo enseñará la vida». Y hasta puede que, además de oírlo, lo hayan dicho. Se trata, en el fondo, de un desahogo. O, si lo prefieren, de la evidencia, más o menos explícita, de un cierto fracaso. El de la escuela. El de la enseñanza reglada. O, para usar un término en boga, el de la educación.
En los últimos tiempos, sin embargo, se está popularizando otra fórmula: «Lo que no te enseña la escuela, ya te lo enseña la calle». A simple vista, parece una variación sobre el mismo tema. Si bien se mira, ¿qué es la calle, en el imaginario adolescente -y muchos padres, ¡ay!, dan la impresión de seguir anclados en esta edad-, sino el escenario propicio a una vida plena? Pero entre ambas fórmulas existe una diferencia sustancial: la relación temporal entre uno y otro modo de enseñanza, entre, por un lado, el que procura la escuela y, por otro, el que proporcionan la vida o la calle. Lo que en la primera fórmula es una relación de consecuencia y, hasta cierto punto, de causa a efecto, en la segunda es una relación de estricta simultaneidad. Como si el carácter complementario de ambas enseñanzas fuese un presupuesto ineludible, y, en tanto que tal, asumido desde el principio.
Por descontado, no seré yo quien afirme que la escuela debe acarrear, solita, todo el fardo de la educación. Al contrario, este es un asunto, ante todo, familiar, al que la escuela, a lo sumo, no puede sino echar un cable. Y luego están la vida y la calle, claro, para acabar de saber lo que es bueno. Pero ello no quita, insisto, que haya edades para todo. Y la de la escuela es, debería ser, la de la escuela. Y poco más.
No opina así José María Maravall. El último Premio Nacional de Sociología ha estado estos días en Barcelona y, ante el comentario de un periodista lamentándose de que en Cataluña los niños no puedan ser escolarizados en castellano, ha confesado: «Yo tengo un nieto al que adoro, hijo de una sueca. Sus padres hablan en inglés y él habla en castellano porque lo aprende en la calle todos los días. No veo ningún problema».
Ningún problema, dice. Dejemos ahora a un lado la adoración del abuelo y lo irrelevante, en términos sociológicos, del caso del nieto, y vayamos al fondo del asunto. ¿Ningún problema, dice? Pues claro. ¿Cómo va a ver algún problema quien ha sido entre 1982 y 1988, en tanto que ministro de Educación, el máximo responsable de la reforma educativa -LRU, LODE y cimientos de la LOGSE-? ¿Cómo va a ver algún problema quien ha colaborado como el que más en la destrucción de la enseñanza en España y, en lo tocante a Cataluña, en la conversión del catalán en única lengua de enseñanza? Nada, nada, a lo hecho, pecho, sí señor. Aunque sea, a todas luces, una inmoralidad.
sábado, 8 de noviembre de 2008
viernes, 7 de noviembre de 2008
83 sanciones y subiendo...
En el 2007 la Generalitat tramitó 83 multas por no rotular la información básica al menos en catalán, sobre todo a empresas de servicios y minoristas, con una suma cobrada de 16.250 euros. En el 2006, fueron 52 las sanciones por este concepto.
Cada año aumentan las sanciones por un concepto que coarta la libertad del individuo. Vivimos en una Comunidad Autónoma simplemente aterradora.
Cada año aumentan las sanciones por un concepto que coarta la libertad del individuo. Vivimos en una Comunidad Autónoma simplemente aterradora.
lunes, 3 de noviembre de 2008
Sigue el acoso
Publicado hoy en El Mundo
Acoso oficial a los comerciantes de Sants por no rotular en catalán
La Generalitat envía cartas a los negocios del popular barrio barcelonés en las que da dos meses para que cambien sus carteles
BELEN PARRA
BARCELONA.- La persecución lingüística en Cataluña continúa. En especial en el barrio de Sants de Barcelona, donde comercios históricos resisten los vaivenes de la crisis en un entorno cada vez más degradado. Las nuevas oleadas de inmigrantes buscan también su sitio y el clima de convivencia se enrarece por iniciativas como la de fomentar el control sobre el cumplimiento de la normativa lingüística que propone el Ayuntamiento de la Ciudad Condal para la presente legislatura.
Según ha podido corroborar EL MUNDO, la ofensiva lingüística del Consistorio empieza a dar sus frutos: los comercios de Sants sufren estas últimas semanas un auténtico asedio y son denunciados si vulneran la normativa que establece que la señalización y los documentos con las características de los productos que se ofrecen estén redactados, «como mínimo», en catalán.
Los avisos de multa que preceden a la sanción indican en su encabezamiento que su origen es la denuncia de un ciudadano, pero los perjudicados se muestran escépticos y atribuyen lo sucedido a una campaña del Consistorio en toda regla. De hecho, en el pleno extraordinario del distrito de Sants-Montjuïc del pasado 22 de enero, el grupo municipal del PP denunciaba que se hubieran multado hasta esa fecha a 62 tiendas en Barcelona. Asimismo, el líder popular, Alberto Fernández Díaz, criticaba entonces que el Ayuntamiento barcelonés se erigiera en «comisario lingüístico» de los comercios tras aprobarse la propuesta de incrementar el control en la aplicación de la normativa lingüística sobre locales de negocio.
«La persecución lingüística del castellano en Barcelona que ejemplifican las sanciones a establecimientos por rotular sólo en castellano demuestra la imposición lingüística del gobierno municipal», indicaba Fernández Díaz. Se da la circunstancia de que el PP se quedó solo en su denuncia, ya que el seguimiento sobre la aplicación de los postulados de la Ley de Política Lingüística contó con la aprobación de los grupos de PSC, ICV, ERC y CiU.
Los populares siempre han defendido la «libertad de elección» para escoger en cuál de las dos lenguas oficiales de Cataluña quieren expresarse los comerciantes, «sin imposiciones» y con «absoluta normalidad». Fernández Díaz lamenta que el Ayuntamiento siga más pendiente de fomentar el «control lingüístico» que de potenciar el pequeño y mediano comercio de Sants.
La realidad demuestra que entre los comerciantes sí ha cundido la voz de alarma. Mientras algunos ya han recibido una primera advertencia para que desistan en sus pretensiones de anunciarse en castellano, otros se espabilan para rectificar y evitar que sus nombres se incluyan en listas negras que a la larga puedan generar en posibles sanciones.
El empresario Germán Giménez, vecino de Sant Boi de Llobregat pero con negocio en Sants desde la década de los 50, es uno de los últimos que ha recibido una amonestación pública y por escrito de la Agència Catalana del Consum (organismo de la Generalitat encargado de tramitar las denuncias que recibe del Ayuntamiento o de particulares y de imponer las sanciones) en la que se le conmina a que en el plazo máximo de «dos meses» se adecue a la normativa vigente sobre usos lingüísticos en la actividad comercial. De lo contrario, la Administración advierte de que iniciará «las actuaciones necesarias para corregir la infracción en materia de consumo y disciplina de mercado».
Giménez no da crédito a la carta recibida, si bien tampoco le extraña, porque el suyo no es el primer caso que conoce. Su establecimiento se anuncia como Fincas Giménez -rótulo luminoso incluido- y en las vidrieras del negocio expone, también en castellano, todos los servicios que ofrece. Por el momento, asegura que no piensa mover un dedo y esperará a recibir la sanción para determinar si la recurre y va a los tribunales: «Me cueste lo que me cueste».
A este empresario le parece «inaudito» que se le pueda considerar un delincuente por rotular su negocio en una lengua oficial de Cataluña, máxime cuando a lo largo de los años no ha provocado ni padecido ningún tipo de conflicto. «Estoy dispuesto a irme fuera de Cataluña antes de cumplir con esa normativa», advierte Giménez. Al igual que él, Fausto Rodríguez, propietario de un taller mecánico próximo al negocio de Giménez, también ha recibido la misma advertencia, pero ya se ha informado sobre el coste que le puede generar el cambio. «Poner el rótulo en catalán me va a suponer un gasto de 130 euros, probablemente mucho menos que el importe de la sanción, que me podría llegar en menos de dos meses», indica.
El dueño de otro negocio cercano, también un taller mecánico, ya se ha dirigido a su gestor para que le asesore en caso de incumplir la normativa. Muchos comerciantes alegan que, si juntos se amotinaran, igual conseguían cambiar algo. El problema es que la mayoría desiste en el intento. La cerrajería Código ha decidido retirar, sin advertencia previa, el cartel que anunciaba en castellano sus servicios. Por el momento lo guardan en su interior para proceder a traducirlo al catalán en breve y volver a colgarlo en el exterior, ya sin miedo a recibir represalias.
Una advertencia para recordar cuál es «la lengua propia de Cataluña»
BARCELONA.- «Le recordamos la necesidad de cumplir todos aquellos requisitos legales que afectan a su actividad comercial». Esta es una de las frases que en tono amenazador conforman el cuerpo de la carta que la Agència Catalana del Consum está remitiendo estos días a diversos comerciantes del barrio de Sants para advertirles de la obligatoriedad de cumplir con la normativa que insta a rotular los negocios «al menos» en catalán.
El escrito recibido por el administrador de fincas Germán Giménez y tantos otros comerciantes en su misma situación -al frente de un negocio rotulado íntegramente en castellano desde hace décadas- ad vierte de que «el incumplimiento de esta normativa constituye una infracción en materia de defensa de los consumidores y usuarios» y recuerda que «de acuerdo con el Estatuto» y «el artículo 2 de la ley 1/1998» de Política Lingüística, «la lengua propia de Cataluña es el catalán».
A Giménez, imposiciones «en toda regla» como las que esgrime la carta emitida por la Agència del Consum le impulsan a no cumplir la ley porque no puede entender que por un asunto puramente lingüístico se quiera entorpecer la actividad comercial de gente que lleva tantos años en la brecha. El lo tiene claro y dice que no piensa claudicar, por lo que luchará hasta la extenuación para que la sanción no se ejecute o, como mínimo, el mal sea menor, es decir, que le dejen rotular «tanto en catalán como en castellano», en virtud del bilingüismo que tanto se practica en las calles de Sants.
Giménez también denuncia que en la Administración todo sean obstáculos para encontrar un impreso o proceder a una gestión en castellano. «Vas al registro y no encuentras impresos en castellano para realizar una determinada gestión. Todos los documentos que recibes están escritos en catalán e incluso las veces que he querido tramitar una solicitud en castellano, siempre he recibido la respuesta en catalán
Acoso oficial a los comerciantes de Sants por no rotular en catalán
La Generalitat envía cartas a los negocios del popular barrio barcelonés en las que da dos meses para que cambien sus carteles
BELEN PARRA
BARCELONA.- La persecución lingüística en Cataluña continúa. En especial en el barrio de Sants de Barcelona, donde comercios históricos resisten los vaivenes de la crisis en un entorno cada vez más degradado. Las nuevas oleadas de inmigrantes buscan también su sitio y el clima de convivencia se enrarece por iniciativas como la de fomentar el control sobre el cumplimiento de la normativa lingüística que propone el Ayuntamiento de la Ciudad Condal para la presente legislatura.
Según ha podido corroborar EL MUNDO, la ofensiva lingüística del Consistorio empieza a dar sus frutos: los comercios de Sants sufren estas últimas semanas un auténtico asedio y son denunciados si vulneran la normativa que establece que la señalización y los documentos con las características de los productos que se ofrecen estén redactados, «como mínimo», en catalán.
Los avisos de multa que preceden a la sanción indican en su encabezamiento que su origen es la denuncia de un ciudadano, pero los perjudicados se muestran escépticos y atribuyen lo sucedido a una campaña del Consistorio en toda regla. De hecho, en el pleno extraordinario del distrito de Sants-Montjuïc del pasado 22 de enero, el grupo municipal del PP denunciaba que se hubieran multado hasta esa fecha a 62 tiendas en Barcelona. Asimismo, el líder popular, Alberto Fernández Díaz, criticaba entonces que el Ayuntamiento barcelonés se erigiera en «comisario lingüístico» de los comercios tras aprobarse la propuesta de incrementar el control en la aplicación de la normativa lingüística sobre locales de negocio.
«La persecución lingüística del castellano en Barcelona que ejemplifican las sanciones a establecimientos por rotular sólo en castellano demuestra la imposición lingüística del gobierno municipal», indicaba Fernández Díaz. Se da la circunstancia de que el PP se quedó solo en su denuncia, ya que el seguimiento sobre la aplicación de los postulados de la Ley de Política Lingüística contó con la aprobación de los grupos de PSC, ICV, ERC y CiU.
Los populares siempre han defendido la «libertad de elección» para escoger en cuál de las dos lenguas oficiales de Cataluña quieren expresarse los comerciantes, «sin imposiciones» y con «absoluta normalidad». Fernández Díaz lamenta que el Ayuntamiento siga más pendiente de fomentar el «control lingüístico» que de potenciar el pequeño y mediano comercio de Sants.
La realidad demuestra que entre los comerciantes sí ha cundido la voz de alarma. Mientras algunos ya han recibido una primera advertencia para que desistan en sus pretensiones de anunciarse en castellano, otros se espabilan para rectificar y evitar que sus nombres se incluyan en listas negras que a la larga puedan generar en posibles sanciones.
El empresario Germán Giménez, vecino de Sant Boi de Llobregat pero con negocio en Sants desde la década de los 50, es uno de los últimos que ha recibido una amonestación pública y por escrito de la Agència Catalana del Consum (organismo de la Generalitat encargado de tramitar las denuncias que recibe del Ayuntamiento o de particulares y de imponer las sanciones) en la que se le conmina a que en el plazo máximo de «dos meses» se adecue a la normativa vigente sobre usos lingüísticos en la actividad comercial. De lo contrario, la Administración advierte de que iniciará «las actuaciones necesarias para corregir la infracción en materia de consumo y disciplina de mercado».
Giménez no da crédito a la carta recibida, si bien tampoco le extraña, porque el suyo no es el primer caso que conoce. Su establecimiento se anuncia como Fincas Giménez -rótulo luminoso incluido- y en las vidrieras del negocio expone, también en castellano, todos los servicios que ofrece. Por el momento, asegura que no piensa mover un dedo y esperará a recibir la sanción para determinar si la recurre y va a los tribunales: «Me cueste lo que me cueste».
A este empresario le parece «inaudito» que se le pueda considerar un delincuente por rotular su negocio en una lengua oficial de Cataluña, máxime cuando a lo largo de los años no ha provocado ni padecido ningún tipo de conflicto. «Estoy dispuesto a irme fuera de Cataluña antes de cumplir con esa normativa», advierte Giménez. Al igual que él, Fausto Rodríguez, propietario de un taller mecánico próximo al negocio de Giménez, también ha recibido la misma advertencia, pero ya se ha informado sobre el coste que le puede generar el cambio. «Poner el rótulo en catalán me va a suponer un gasto de 130 euros, probablemente mucho menos que el importe de la sanción, que me podría llegar en menos de dos meses», indica.
El dueño de otro negocio cercano, también un taller mecánico, ya se ha dirigido a su gestor para que le asesore en caso de incumplir la normativa. Muchos comerciantes alegan que, si juntos se amotinaran, igual conseguían cambiar algo. El problema es que la mayoría desiste en el intento. La cerrajería Código ha decidido retirar, sin advertencia previa, el cartel que anunciaba en castellano sus servicios. Por el momento lo guardan en su interior para proceder a traducirlo al catalán en breve y volver a colgarlo en el exterior, ya sin miedo a recibir represalias.
Una advertencia para recordar cuál es «la lengua propia de Cataluña»
BARCELONA.- «Le recordamos la necesidad de cumplir todos aquellos requisitos legales que afectan a su actividad comercial». Esta es una de las frases que en tono amenazador conforman el cuerpo de la carta que la Agència Catalana del Consum está remitiendo estos días a diversos comerciantes del barrio de Sants para advertirles de la obligatoriedad de cumplir con la normativa que insta a rotular los negocios «al menos» en catalán.
El escrito recibido por el administrador de fincas Germán Giménez y tantos otros comerciantes en su misma situación -al frente de un negocio rotulado íntegramente en castellano desde hace décadas- ad vierte de que «el incumplimiento de esta normativa constituye una infracción en materia de defensa de los consumidores y usuarios» y recuerda que «de acuerdo con el Estatuto» y «el artículo 2 de la ley 1/1998» de Política Lingüística, «la lengua propia de Cataluña es el catalán».
A Giménez, imposiciones «en toda regla» como las que esgrime la carta emitida por la Agència del Consum le impulsan a no cumplir la ley porque no puede entender que por un asunto puramente lingüístico se quiera entorpecer la actividad comercial de gente que lleva tantos años en la brecha. El lo tiene claro y dice que no piensa claudicar, por lo que luchará hasta la extenuación para que la sanción no se ejecute o, como mínimo, el mal sea menor, es decir, que le dejen rotular «tanto en catalán como en castellano», en virtud del bilingüismo que tanto se practica en las calles de Sants.
Giménez también denuncia que en la Administración todo sean obstáculos para encontrar un impreso o proceder a una gestión en castellano. «Vas al registro y no encuentras impresos en castellano para realizar una determinada gestión. Todos los documentos que recibes están escritos en catalán e incluso las veces que he querido tramitar una solicitud en castellano, siempre he recibido la respuesta en catalán
Yo no soy de aquí
Joseba arregui, en El Correo.
V uelvo a tomar prestada la frase del título de una columna radiofónica que existía en Euskadi Irratia, y que venía firmada por el escritor Juan Gartzia. Lo hice ya hace algunos años y me siento impulsado a hacerlo de nuevo por algunos comentarios que he podido leer en la prensa después de la visita de Rajoy y Antonio Basagoiti a San Mamés. El presidente del PNV de Bizkaia ha declarado que ellos, los nacionalistas, no necesitan sacarse fotos en San Mamés porque son de aquí, son aficionados del Athletic y van todos los domingos a San Mamés.
Los del PNV son de aquí. Si ellos son de aquí, los que no son del PNV no lo son. No son de aquí. No tienen el euskolabel. Y menos si además de no ser del PNV tampoco lo son del Athletic. Es decir, que de aquí, lo que se dice de aquí de verdad, de siempre, sólo son los del PNV y los del Athletic. O los del Athletic que sean del PNV. Los demás no son de aquí. Por eso se tienen que hacer fotos en San Mamés.
Vuelve la infame distinción de los de aquí y los que no son de aquí. Vuelve el lenguaje del sucursalismo, vuelve la referencia a que este o aquel político que no sea nacionalista es un mero delegado de un 'no aquí', de un allí inaceptable. La sociedad vasca está dividida entre los de aquí, los nacionalistas del PNV -y me imagino que darán entrada a los nacionalistas que no sean del PNV- y los sucursalistas, los delegados -antaño se hablaba de representantes de potencias extranjeras o enemigas-, los que no son de aquí, los emigrantes, los extraños a la tierra.
Sólo los nacionalistas tienen derecho a reclamarse de aquí. Los demás están de prestado. Transitoriamente. De cuerpo presente, pero no de alma, no de espíritu. No son hijos legítimos, no tienen derecho a la herencia. Quieren echar del poder a los nacionalistas, se decía no hace muchos años. ¡Qué atrevimiento! ¡Echar de casa al hijo legítimo, al primogénito y hacerse con la herencia! ¡A dónde vamos a llegar!
Estamos ante un problema serio. Ser de aquí, ser de la casa, tener derecho a la herencia de la casa de los padres, derecho de primogenitura para gestionar la herencia de la casa del padre, por un lado, y por otro ser delegado de algo de fuera, ser sucursalista de algo cuyo centro está fuera, no ser de aquí, sino de algún otro lado. Una alternativa que pensada en esos mismos términos sólo permite la exclamación 'Ni ez naiz hemengoa!', ¡Yo no soy de aquí!
Porque en democracia el aquí está definido por un espacio de derechos y libertades fundamentales, no por el aquí físico de un espacio geográfico determinado. Porque en democracia lo importante no es ser de aquí, sino ser ciudadano. Porque en democracia lo importante es ser sujeto de derechos y libertades, y vivir en un espacio que garantice los derechos y libertades fundamentales, y no ser de aquí o de allí, hablar una determinada lengua, poseer una determinada creencia, tener un determinado sentimiento de pertenencia o albergar una determinada identidad.
El aquí de la democracia está constituido por los derechos y las libertades fundamentales. Por nada más. Con independencia cada vez mayor del territorio, de cualquier aquí. Son los ciudadanos quienes definen el territorio de la democracia, y no el territorio físico el que define a los ciudadanos. Yo no soy de aquí, 'ni ez naiz hemengoa', porque soy ciudadano, y todos los conciudadanos son de aquí, son de todas las democracias, de cualquier Estado de Derecho.
Ante esta condición de ciudadanía no vale nada el que pueda ser vascoparlante monolingüe de familia, el que el euskera sea mi lengua de trabajo. Ante esta condición de ciudadanía no vale de nada que no encuentre entre mis antepasados nadie que salga de la provincia de Gipuzkoa. Ante esta condición de ciudadanía de nada valdría que fuera nacionalista -y a nadie le concedo el derecho de decidir si lo soy o no, aunque no sea una pregunta que me preocupe-. Ante esta condición de ciudadanía de nada vale ni siquiera el deber de conocer el español.
Cada vez que se habla de ser de aquí, quién es de aquí y quién no lo es -y por eso necesita de una foto en San Mamés-, me asalta una duda: en realidad se trata de dilucidar quién es de aquí y quién no, o se trata, en el fondo, de otra cosa: esto es mío y nadie más tiene un derecho real a poseerlo. ¿Quienes están diciendo que ellos son de aquí, están diciendo sólo eso, o están diciendo también, y quizá sobre todo: esto es mío, el Athletic es mío, el país es mío, el Gobierno vasco es mío, el euskera es mío -y lo que digan a favor del euskera los demás no es más que patraña electoral-, el Estatuto es mío -y por eso lo/la mato-, la nación es mía, o la nación soy yo, el poder es mío y sólo yo tengo derecho a ejercerlo, a gestionarlo, a ocuparlo?
Si es la ciudadanía la condición de ser sujeto de derechos y libertades fundamentales lo que define el espacio de la democracia, entonces da igual el debate sobre quién es más de aquí o menos, porque no tiene significado alguno para el ejercicio de los derechos de ciudadanía, que incluyen el de representar a los demás ciudadanos en el ejercicio del poder. Lo más grande en democracia es ser ciudadano. Quien tiene que recurrir a ejercicios, siempre engañosos, de quién es más de aquí o quién menos, está todavía a las puertas de la democracia, a las puertas del Estado de Derecho. Democracia es espacio de derechos y libertades. No es una casa que se pueda poseer. No es una herencia que se pueda obtener. No es una hacienda que hay que cuidar como un perro. Por eso es tan importante gritar ante quienes dan tanta importancia a ese ser de aquí 'ni ez naiz hemengoa', 'yo no soy de aquí'.
De optar por un algún aquí, quizá sería mejor optar por el aquí que describe el filósofo francés y judío Emmanuel Levinas comentando una poesía de Paul Celan: «Este exterior insólito no es otro paisaje (...) el poema da un paso más: lo extraño es el extranjero o el prójimo. Nada hay de más extraño ni más extranjero que otro hombre y es en la claridad de la utopía en la que se muestra el hombre. Fuera de todo enraizamiento y de toda domiciliación; ser apátrida como lo más auténtico (...) Como si yendo hacia el otro me reencontrara conmigo mismo y me implantara en una tierra, a partir de ese momento tierra natal, descargada de todo el peso de mi identidad. Tierra natal que no debe nada al enraizamiento, nada a la ocupación primera; tierra natal que no debe nada al nacimiento. ¿Tierra natal o tierra prometida?» (Emmanuel Levinas, 'Paul Celan, de l'être à l'autre', 2002, 29-30).
V uelvo a tomar prestada la frase del título de una columna radiofónica que existía en Euskadi Irratia, y que venía firmada por el escritor Juan Gartzia. Lo hice ya hace algunos años y me siento impulsado a hacerlo de nuevo por algunos comentarios que he podido leer en la prensa después de la visita de Rajoy y Antonio Basagoiti a San Mamés. El presidente del PNV de Bizkaia ha declarado que ellos, los nacionalistas, no necesitan sacarse fotos en San Mamés porque son de aquí, son aficionados del Athletic y van todos los domingos a San Mamés.
Los del PNV son de aquí. Si ellos son de aquí, los que no son del PNV no lo son. No son de aquí. No tienen el euskolabel. Y menos si además de no ser del PNV tampoco lo son del Athletic. Es decir, que de aquí, lo que se dice de aquí de verdad, de siempre, sólo son los del PNV y los del Athletic. O los del Athletic que sean del PNV. Los demás no son de aquí. Por eso se tienen que hacer fotos en San Mamés.
Vuelve la infame distinción de los de aquí y los que no son de aquí. Vuelve el lenguaje del sucursalismo, vuelve la referencia a que este o aquel político que no sea nacionalista es un mero delegado de un 'no aquí', de un allí inaceptable. La sociedad vasca está dividida entre los de aquí, los nacionalistas del PNV -y me imagino que darán entrada a los nacionalistas que no sean del PNV- y los sucursalistas, los delegados -antaño se hablaba de representantes de potencias extranjeras o enemigas-, los que no son de aquí, los emigrantes, los extraños a la tierra.
Sólo los nacionalistas tienen derecho a reclamarse de aquí. Los demás están de prestado. Transitoriamente. De cuerpo presente, pero no de alma, no de espíritu. No son hijos legítimos, no tienen derecho a la herencia. Quieren echar del poder a los nacionalistas, se decía no hace muchos años. ¡Qué atrevimiento! ¡Echar de casa al hijo legítimo, al primogénito y hacerse con la herencia! ¡A dónde vamos a llegar!
Estamos ante un problema serio. Ser de aquí, ser de la casa, tener derecho a la herencia de la casa de los padres, derecho de primogenitura para gestionar la herencia de la casa del padre, por un lado, y por otro ser delegado de algo de fuera, ser sucursalista de algo cuyo centro está fuera, no ser de aquí, sino de algún otro lado. Una alternativa que pensada en esos mismos términos sólo permite la exclamación 'Ni ez naiz hemengoa!', ¡Yo no soy de aquí!
Porque en democracia el aquí está definido por un espacio de derechos y libertades fundamentales, no por el aquí físico de un espacio geográfico determinado. Porque en democracia lo importante no es ser de aquí, sino ser ciudadano. Porque en democracia lo importante es ser sujeto de derechos y libertades, y vivir en un espacio que garantice los derechos y libertades fundamentales, y no ser de aquí o de allí, hablar una determinada lengua, poseer una determinada creencia, tener un determinado sentimiento de pertenencia o albergar una determinada identidad.
El aquí de la democracia está constituido por los derechos y las libertades fundamentales. Por nada más. Con independencia cada vez mayor del territorio, de cualquier aquí. Son los ciudadanos quienes definen el territorio de la democracia, y no el territorio físico el que define a los ciudadanos. Yo no soy de aquí, 'ni ez naiz hemengoa', porque soy ciudadano, y todos los conciudadanos son de aquí, son de todas las democracias, de cualquier Estado de Derecho.
Ante esta condición de ciudadanía no vale nada el que pueda ser vascoparlante monolingüe de familia, el que el euskera sea mi lengua de trabajo. Ante esta condición de ciudadanía no vale de nada que no encuentre entre mis antepasados nadie que salga de la provincia de Gipuzkoa. Ante esta condición de ciudadanía de nada valdría que fuera nacionalista -y a nadie le concedo el derecho de decidir si lo soy o no, aunque no sea una pregunta que me preocupe-. Ante esta condición de ciudadanía de nada vale ni siquiera el deber de conocer el español.
Cada vez que se habla de ser de aquí, quién es de aquí y quién no lo es -y por eso necesita de una foto en San Mamés-, me asalta una duda: en realidad se trata de dilucidar quién es de aquí y quién no, o se trata, en el fondo, de otra cosa: esto es mío y nadie más tiene un derecho real a poseerlo. ¿Quienes están diciendo que ellos son de aquí, están diciendo sólo eso, o están diciendo también, y quizá sobre todo: esto es mío, el Athletic es mío, el país es mío, el Gobierno vasco es mío, el euskera es mío -y lo que digan a favor del euskera los demás no es más que patraña electoral-, el Estatuto es mío -y por eso lo/la mato-, la nación es mía, o la nación soy yo, el poder es mío y sólo yo tengo derecho a ejercerlo, a gestionarlo, a ocuparlo?
Si es la ciudadanía la condición de ser sujeto de derechos y libertades fundamentales lo que define el espacio de la democracia, entonces da igual el debate sobre quién es más de aquí o menos, porque no tiene significado alguno para el ejercicio de los derechos de ciudadanía, que incluyen el de representar a los demás ciudadanos en el ejercicio del poder. Lo más grande en democracia es ser ciudadano. Quien tiene que recurrir a ejercicios, siempre engañosos, de quién es más de aquí o quién menos, está todavía a las puertas de la democracia, a las puertas del Estado de Derecho. Democracia es espacio de derechos y libertades. No es una casa que se pueda poseer. No es una herencia que se pueda obtener. No es una hacienda que hay que cuidar como un perro. Por eso es tan importante gritar ante quienes dan tanta importancia a ese ser de aquí 'ni ez naiz hemengoa', 'yo no soy de aquí'.
De optar por un algún aquí, quizá sería mejor optar por el aquí que describe el filósofo francés y judío Emmanuel Levinas comentando una poesía de Paul Celan: «Este exterior insólito no es otro paisaje (...) el poema da un paso más: lo extraño es el extranjero o el prójimo. Nada hay de más extraño ni más extranjero que otro hombre y es en la claridad de la utopía en la que se muestra el hombre. Fuera de todo enraizamiento y de toda domiciliación; ser apátrida como lo más auténtico (...) Como si yendo hacia el otro me reencontrara conmigo mismo y me implantara en una tierra, a partir de ese momento tierra natal, descargada de todo el peso de mi identidad. Tierra natal que no debe nada al enraizamiento, nada a la ocupación primera; tierra natal que no debe nada al nacimiento. ¿Tierra natal o tierra prometida?» (Emmanuel Levinas, 'Paul Celan, de l'être à l'autre', 2002, 29-30).
sábado, 1 de noviembre de 2008
Marcando
Noticia publicada en La voz de BCN
El Ayuntamiento de Berriozar, en Navarra, ha aprobado este miércoles la creación de una lista de los habitantes de dicho municipio que hablan euskera. El acuerdo ha sido posible gracias a los votos de los concejales de Nafarroa Bai (Aralar, PNV y EA), ANV e Izquierda Unida.
Según informan Abc y Diario de Navarra, el alcalde de Berriozar, Xabier Lasa, de Nafarroa Bai (en la foto), ha defendido la creación del ‘fichero’ como herramienta para mejorar el servicio de normalización y desarrollo del euskera, puesto que el objetivo es “conocer mejor la situación sociolingüística del municipio y realizar mejor las campañas específicas”.
La iniciativa, que de momento será voluntaria, ha sido duramente criticada por el colectivo Vecinos de Paz que la han calificado como “una forma de marcar a los que no hablamos euskera”, y se han preguntado: “¿Qué será lo próximo, ponernos un brazalete para identificarnos por la calle?”.
Miembros de este colectivo acudieron al pleno del Ayuntamiento ataviados con unas pegatinas de protesta en las que aparecía una estrella de David con fondo amarillo, con la frase ‘yo hablo castellano’, en referencia a la persecución de la que fueron objeto los judíos por parte del régimen nazi.
El Ayuntamiento de Berriozar, en Navarra, ha aprobado este miércoles la creación de una lista de los habitantes de dicho municipio que hablan euskera. El acuerdo ha sido posible gracias a los votos de los concejales de Nafarroa Bai (Aralar, PNV y EA), ANV e Izquierda Unida.
Según informan Abc y Diario de Navarra, el alcalde de Berriozar, Xabier Lasa, de Nafarroa Bai (en la foto), ha defendido la creación del ‘fichero’ como herramienta para mejorar el servicio de normalización y desarrollo del euskera, puesto que el objetivo es “conocer mejor la situación sociolingüística del municipio y realizar mejor las campañas específicas”.
La iniciativa, que de momento será voluntaria, ha sido duramente criticada por el colectivo Vecinos de Paz que la han calificado como “una forma de marcar a los que no hablamos euskera”, y se han preguntado: “¿Qué será lo próximo, ponernos un brazalete para identificarnos por la calle?”.
Miembros de este colectivo acudieron al pleno del Ayuntamiento ataviados con unas pegatinas de protesta en las que aparecía una estrella de David con fondo amarillo, con la frase ‘yo hablo castellano’, en referencia a la persecución de la que fueron objeto los judíos por parte del régimen nazi.
viernes, 31 de octubre de 2008
El castellano en casa...
Noticia publicada en ABC
La lengua de uso del alumnado es un condicionante de peso en los resultados escolares. Un informe de la Fundación Jaume Bofill, basado en las conclusiones del estudio europeo PISA 2006, revela que los estudiantes que hablan castellano en sus casas (un 59% del total del alumnado) obtienen peores resultados que los que hablan catalán.
Según el estudio, el alumnado castellanohablante obtiene de media unos 40 puntos menos en las materias que evalúa el informe de la OCDE (ciencias, matemáticas y comprensión lectora), y entre 30 y 50 puntos más que el alumnado que habla lenguas extranjeras. El director del estudio de la Fundación Jaume Bofill, el catedrático Ferran Ferrer, atribuyó esta situación al «nivel socieconómico y cultural de las familias». «Gran parte del alumnado castellanohablante procede de entornos socioeconómicos más desfavorecidos y con menos recursos culturales. Está claro que eso influye», indicó a ABC el pedagogo, quien descartó que la causa de estos peores resultados entre niños castellanoblantes se deba al fracaso del sistema de inmersión lingüística en las escuelas.
Cuarenta puntos de diferenciaSin embargo, los propios datos de PISA contradicen esta idea. Según el estudio de la OCDE, la puntuación de los alumnos que se expresan en español siempre es más baja que los catalanes, sea cual sea el estrato socioecómico y cultural. Así, según los datos que maneja la citada fundación, entre los niños que proceden de un entorno desfavorecico y con pocos estímulos culturales, los castellanohablantes obtienen 17 puntos menos que los catalanohablantes. Lo mismo ocurre en el estrato medio y en el alto, donde la diferencia es de 41 y 20 puntos, respectivamente.
En paralelo, el informe de la Jaume Bofill, basado en los datos del último estudio PISA, revela una importante disfunción en el sistema educativo catalán, ya que, en contra de lo que establece la Logse, muchos institutos separan al alumnado en función de sus capacidades, lo que lastra los resultados.Esta práctica, que va en contra del modelo de educación comprensiva -todo el alumnado tiene un mismo currículo y unas mismas condiciones de escolarización con independencia de sus capacidades-, conduce a que un 30% del alumnado catalán de esta etapa siga una escolarización segregada.
Las diferencias entre alumnos que hablan español y catalán se mantienen pese al entorno socioeconómico y cultural
Estigmatización en las aulas Los pedagogos advierten de que esta práctica rebaja la eficiencia del sistema educativo y puede llevar a estigmatizar a parte del alumnado. La mayoría de centros que recurren a esta práctica son los que tienen alumnado más heterogéneo y más inmigración.
No obstante, Jordi Sánchez, responsable de la Fundación Jaume Bofill, afirmó que «no pueden relacionarse peores resultados e inmigración porque hay otros muchos condicionantes que influyen». El experto recordó también que otras comunidades donde la inmigración tiene el mismo peso que en Cataluña obtienen mejores resultados. La agrupación por capacidades influye negativamente en los resultados y Cataluña es, con diferencia, la Comunidad que más realiza esta práctica. La solución a esta situación es, según apunta el informe, «aumentar los recursos y mejorar la formación del profesorado».
Otro dato preocupante es que en Cataluña hay «un exceso de repetidores», y que los centros que acumulan estos alumnos son los que obtienen peores resultados. Para encauzar la situación, la Fundación Jaume Bofill recomienda realizar un diagnóstico prematuro, aumentar las clases de refuerzo y procurar una atención más individualizada en las aulas.
La lengua de uso del alumnado es un condicionante de peso en los resultados escolares. Un informe de la Fundación Jaume Bofill, basado en las conclusiones del estudio europeo PISA 2006, revela que los estudiantes que hablan castellano en sus casas (un 59% del total del alumnado) obtienen peores resultados que los que hablan catalán.
Según el estudio, el alumnado castellanohablante obtiene de media unos 40 puntos menos en las materias que evalúa el informe de la OCDE (ciencias, matemáticas y comprensión lectora), y entre 30 y 50 puntos más que el alumnado que habla lenguas extranjeras. El director del estudio de la Fundación Jaume Bofill, el catedrático Ferran Ferrer, atribuyó esta situación al «nivel socieconómico y cultural de las familias». «Gran parte del alumnado castellanohablante procede de entornos socioeconómicos más desfavorecidos y con menos recursos culturales. Está claro que eso influye», indicó a ABC el pedagogo, quien descartó que la causa de estos peores resultados entre niños castellanoblantes se deba al fracaso del sistema de inmersión lingüística en las escuelas.
Cuarenta puntos de diferenciaSin embargo, los propios datos de PISA contradicen esta idea. Según el estudio de la OCDE, la puntuación de los alumnos que se expresan en español siempre es más baja que los catalanes, sea cual sea el estrato socioecómico y cultural. Así, según los datos que maneja la citada fundación, entre los niños que proceden de un entorno desfavorecico y con pocos estímulos culturales, los castellanohablantes obtienen 17 puntos menos que los catalanohablantes. Lo mismo ocurre en el estrato medio y en el alto, donde la diferencia es de 41 y 20 puntos, respectivamente.
En paralelo, el informe de la Jaume Bofill, basado en los datos del último estudio PISA, revela una importante disfunción en el sistema educativo catalán, ya que, en contra de lo que establece la Logse, muchos institutos separan al alumnado en función de sus capacidades, lo que lastra los resultados.Esta práctica, que va en contra del modelo de educación comprensiva -todo el alumnado tiene un mismo currículo y unas mismas condiciones de escolarización con independencia de sus capacidades-, conduce a que un 30% del alumnado catalán de esta etapa siga una escolarización segregada.
Las diferencias entre alumnos que hablan español y catalán se mantienen pese al entorno socioeconómico y cultural
Estigmatización en las aulas Los pedagogos advierten de que esta práctica rebaja la eficiencia del sistema educativo y puede llevar a estigmatizar a parte del alumnado. La mayoría de centros que recurren a esta práctica son los que tienen alumnado más heterogéneo y más inmigración.
No obstante, Jordi Sánchez, responsable de la Fundación Jaume Bofill, afirmó que «no pueden relacionarse peores resultados e inmigración porque hay otros muchos condicionantes que influyen». El experto recordó también que otras comunidades donde la inmigración tiene el mismo peso que en Cataluña obtienen mejores resultados. La agrupación por capacidades influye negativamente en los resultados y Cataluña es, con diferencia, la Comunidad que más realiza esta práctica. La solución a esta situación es, según apunta el informe, «aumentar los recursos y mejorar la formación del profesorado».
Otro dato preocupante es que en Cataluña hay «un exceso de repetidores», y que los centros que acumulan estos alumnos son los que obtienen peores resultados. Para encauzar la situación, la Fundación Jaume Bofill recomienda realizar un diagnóstico prematuro, aumentar las clases de refuerzo y procurar una atención más individualizada en las aulas.
miércoles, 29 de octubre de 2008
La Catalunya transparente
Un artículo de Álex Salmon, director de El Mundo en Catalunya
Lo he oído en más de una ocasión. Las argumentaciones de uno suenan en el otro como imposibles. Viene al caso sobre la comparecencia en el Parlament del diputado de Ciutadans (para unos siempre Grupo Mixto aunque esté formado en su totalidad de personas de Ciutadans) Antonio Robles, ante el conseller de Educació, Ernest Maragall. El ex profesor de instituto hasta hace muy poco intentaba explicarle al siempre político la realidad según sus ojos, que pueden no ser los mismos que los del conseller.
Ante el resumen presentado por Robles sobre las aulas de acogida, Maragall le respondía con la típica cara de asombro de los que no quieren ver más allá de sus ojos. Decía el Honorable conseller que el país que Robles explicaba no era el suyo. Trillo aquí diría «manda huevos», pero como se trata de una grosería mejor la omitimos y reflexionamos sobre la cuestión.
Para hacerlo me acojo a las mismas palabras de Antonio Robles que fueron sabias, llenas de pedagogía, cierto cinismo y templanza.El diputado de Ciutadans le vino a decir que él entendía su sorpresa, era consciente de todo el mensaje del socialista y de cómo lo argumentaba. «El problema, señor Maragall, es que usted no entiende que yo exista». O lo que es lo mismo: no es computable (la informática es sabia) un individuo como Robles. No es asumible. Se explica diciendo que, por ejemplo, un diputado que esté por dar libros en castellano en estas aulas a niños ecuatorianos, aunque de esta forma vayan a encontrar mayor acogida en el país que, al principio, les es extraño, suena muy mal.
Dicho esto, la respuesta es la de siempre: «¿Es que ustedes siempre están con la obsesión de la lengua?». Es cierto. Le deberíamos dar la razón al señor Maragall. Por eso, últimamente me pregunto cómo se lucha contra una obsesión. En este caso no me refiero a la del señor Robles, sino a la de los muchos señores Maragall que redactan unos protocolos para los profesores que trabajan en las aulas de acogida donde el catalán es más importante que la limpieza de los lavabos o que las calorías de las comidas sean sanas.
¿Cómo se actúa desde el bilingüismo para buscar razones frente a las evidentes obsesiones por la lengua? Los diputados nacionalistas y del tripartito decidieron con la llegada de Ciutadans evidenciar que la obsesión de la lengua estaba en la cabeza de éstos. La reflexión es ¿cómo debe ser llamado el padre que se ofusca con los malos resultados de las notas de su hijo e insiste para que mejore?, o ¿cómo debe ser tratado el que se obceca porque su compañero de trabajo, por ejemplo, deje de fumar?
No estoy comparando situaciones negativas de nuestra sociedad con enfermedades crónicas, aunque es evidente que la inmersión o las sanciones lingüísticas son ejemplos negativos de nuestra sociedad, pero son en estas situaciones donde se refleja de forma clara el método de luchar contra una obsesión y como éste puede ser percibido como otra obsesión más, en este caso positiva.
Ernest Maragall acusa a Antonio Robles de siempre hacer el mismo discurso. Claro. Es la respuesta a otro discurso idéntico. La diferencia es que Robles entiende el rechazo o la ignominia que le produce su persona a Maragall y el conseller ni se la ha planteado.Esa es la diferencia.
Decir que Robles no conoce la escuela es como decir que el conseller Maragall se olvidó de la poesía de su abuelo. El diputado, antes de pisar la moqueta frondosa del Parlament hace dos años, vivía entre pupitres. El conocimiento del de Ciutadans sobre la escuela debe pesar en la política catalana como una fuente de información de primera línea.
Pero, seamos concretos. A lo que el diputado se refería en su crítica a «las guías de acogida lingüística» era justamente que se acogía al inmigrante en la lengua -catalana, por supuesto-, pero no en la cultura, la sociedad, las normas cívicas, el trabajo o hasta en la relación con los vecinos. Esas mismas instrucciones de acogimiento dejan claro que «hay que velar para que el catalán sea en el centro escolar la lengua vehicular en la familia y en el alumnado». Pero la lectura en voz alta de esa guía siguió en el Parlament y dirigida al conseller con la siguiente perla: «Es conveniente mantener el catalán y, si la compresión es difícil, utilizar imágenes, gestos, hablar con frases cortas y simples.Nuestra actitud es la de ser fieles al catalán».
Imaginen si el niño en cuestión es ecuatoriano o peruano. Interpretar los gestos con lo fácil que sería hablar en castellano, que en realidad -y nunca debe perderse de vista- su utilidad es sólo una herramienta de entendimiento entre personas.
Con posturas así es difícil no obsesionarse. Me recuerda la fábula del Rey desnudo. Mientras que toda la sociedad pacte que aquel individuo está en porretas no hay problema. Las dificultades comenzarán cuando alguien de la supuesta tribu (en sentido metafórico) decida denunciar al Rey la mentira. ¿Cómo creemos que actuará el pobre loco cuando intente explicar la desnudez real ante las críticas de sus conciudadanos?
Lo hemos explicado en muchas ocasiones. Cataluña es un país excesivamente poliédrico, donde nada es como parece, aunque se acerca a la realidad. Con ello no quiero decir nada, sólo que hay que esperar que cada día sean más los que vean al Rey en pelotas.
Lo he oído en más de una ocasión. Las argumentaciones de uno suenan en el otro como imposibles. Viene al caso sobre la comparecencia en el Parlament del diputado de Ciutadans (para unos siempre Grupo Mixto aunque esté formado en su totalidad de personas de Ciutadans) Antonio Robles, ante el conseller de Educació, Ernest Maragall. El ex profesor de instituto hasta hace muy poco intentaba explicarle al siempre político la realidad según sus ojos, que pueden no ser los mismos que los del conseller.
Ante el resumen presentado por Robles sobre las aulas de acogida, Maragall le respondía con la típica cara de asombro de los que no quieren ver más allá de sus ojos. Decía el Honorable conseller que el país que Robles explicaba no era el suyo. Trillo aquí diría «manda huevos», pero como se trata de una grosería mejor la omitimos y reflexionamos sobre la cuestión.
Para hacerlo me acojo a las mismas palabras de Antonio Robles que fueron sabias, llenas de pedagogía, cierto cinismo y templanza.El diputado de Ciutadans le vino a decir que él entendía su sorpresa, era consciente de todo el mensaje del socialista y de cómo lo argumentaba. «El problema, señor Maragall, es que usted no entiende que yo exista». O lo que es lo mismo: no es computable (la informática es sabia) un individuo como Robles. No es asumible. Se explica diciendo que, por ejemplo, un diputado que esté por dar libros en castellano en estas aulas a niños ecuatorianos, aunque de esta forma vayan a encontrar mayor acogida en el país que, al principio, les es extraño, suena muy mal.
Dicho esto, la respuesta es la de siempre: «¿Es que ustedes siempre están con la obsesión de la lengua?». Es cierto. Le deberíamos dar la razón al señor Maragall. Por eso, últimamente me pregunto cómo se lucha contra una obsesión. En este caso no me refiero a la del señor Robles, sino a la de los muchos señores Maragall que redactan unos protocolos para los profesores que trabajan en las aulas de acogida donde el catalán es más importante que la limpieza de los lavabos o que las calorías de las comidas sean sanas.
¿Cómo se actúa desde el bilingüismo para buscar razones frente a las evidentes obsesiones por la lengua? Los diputados nacionalistas y del tripartito decidieron con la llegada de Ciutadans evidenciar que la obsesión de la lengua estaba en la cabeza de éstos. La reflexión es ¿cómo debe ser llamado el padre que se ofusca con los malos resultados de las notas de su hijo e insiste para que mejore?, o ¿cómo debe ser tratado el que se obceca porque su compañero de trabajo, por ejemplo, deje de fumar?
No estoy comparando situaciones negativas de nuestra sociedad con enfermedades crónicas, aunque es evidente que la inmersión o las sanciones lingüísticas son ejemplos negativos de nuestra sociedad, pero son en estas situaciones donde se refleja de forma clara el método de luchar contra una obsesión y como éste puede ser percibido como otra obsesión más, en este caso positiva.
Ernest Maragall acusa a Antonio Robles de siempre hacer el mismo discurso. Claro. Es la respuesta a otro discurso idéntico. La diferencia es que Robles entiende el rechazo o la ignominia que le produce su persona a Maragall y el conseller ni se la ha planteado.Esa es la diferencia.
Decir que Robles no conoce la escuela es como decir que el conseller Maragall se olvidó de la poesía de su abuelo. El diputado, antes de pisar la moqueta frondosa del Parlament hace dos años, vivía entre pupitres. El conocimiento del de Ciutadans sobre la escuela debe pesar en la política catalana como una fuente de información de primera línea.
Pero, seamos concretos. A lo que el diputado se refería en su crítica a «las guías de acogida lingüística» era justamente que se acogía al inmigrante en la lengua -catalana, por supuesto-, pero no en la cultura, la sociedad, las normas cívicas, el trabajo o hasta en la relación con los vecinos. Esas mismas instrucciones de acogimiento dejan claro que «hay que velar para que el catalán sea en el centro escolar la lengua vehicular en la familia y en el alumnado». Pero la lectura en voz alta de esa guía siguió en el Parlament y dirigida al conseller con la siguiente perla: «Es conveniente mantener el catalán y, si la compresión es difícil, utilizar imágenes, gestos, hablar con frases cortas y simples.Nuestra actitud es la de ser fieles al catalán».
Imaginen si el niño en cuestión es ecuatoriano o peruano. Interpretar los gestos con lo fácil que sería hablar en castellano, que en realidad -y nunca debe perderse de vista- su utilidad es sólo una herramienta de entendimiento entre personas.
Con posturas así es difícil no obsesionarse. Me recuerda la fábula del Rey desnudo. Mientras que toda la sociedad pacte que aquel individuo está en porretas no hay problema. Las dificultades comenzarán cuando alguien de la supuesta tribu (en sentido metafórico) decida denunciar al Rey la mentira. ¿Cómo creemos que actuará el pobre loco cuando intente explicar la desnudez real ante las críticas de sus conciudadanos?
Lo hemos explicado en muchas ocasiones. Cataluña es un país excesivamente poliédrico, donde nada es como parece, aunque se acerca a la realidad. Con ello no quiero decir nada, sólo que hay que esperar que cada día sean más los que vean al Rey en pelotas.
La liquidación de la toponimia española.
Un texto de Jesús Lainz
Ninguno de los problemas que estamos tratando aquí hoy ha surgido del suelo, como la hierba- Todos tienen causas muy concretas. O, para ser más exactos, son los síntomas de una patología política muy concreta: la llamada construcción nacional, que consiste en una enorme campaña de ingeniería social dirigida a dos objetivos. El primero, desconectar a gallegos, vascos y catalanes de los demás españoles. Y el segundo, desconectar a los mismos gallegos, vascos y catalanes de hoy de todas las anteriores generaciones.
Y para ello, siguiendo las enseñanzas de Orwell cuando advirtió de que “quien controla el pasado controla el futuro”, las dos herramientas fundamentales son la sustitución de la historia de verdad por una historia de ciencia ficción, junto con la conversión de la lengua en un medio de incomunicación.
Y hay un campo en el que estos dos caminos, el de la historia y el de la lengua, se cruzan de modo especial: la toponimia. Porque también con ella se lleva treinta años marcando las diferencias y los límites.
Con el rebautizo de los nombres de lugar nuestros separatistas patrios creen que se puede cambiar la esencia nacional de las personas.
Mediante la eliminación del topónimo en lengua española, la alteración del existente según reglas creadas para cada caso o la simple invención de nuevos términos nunca hasta entonces imaginados, nuestros voluntariosos separatistas, empeñados en la acción nacionalizadora sobre territorios y habitantes mediante las mágicas potencias del nombre, avanzan todos los días, sin obstáculo digno de mención ni a izquierda ni a derecha, en su delirante plan.
Ejemplos los hay a miles, y muchos son tan conocidos como la eliminación, no sólo para las regiones afectadas, sino para toda España, de palabras como Lérida, Gerona, La Coruña, Orense o Fuenterrabía, que en todas las cadenas de televisión de ámbito nacional, en las que, evidentemente, se habla la lengua de Cervantes, son siempre mencionadas como Lleida, Girona, A Coruña, Ourense y Hondarribia. Sin embargo, este criterio no se extiende a Alemania, Francia, Londres, Burdeos, Colonia o Amberes, que, para ser coherentes, debieran ser llamadas en el telediario Deutschland, France, London, Bordeaux, Köln y Antwerpen. Evidentemente, en TV3 la capital de Aragón es Saragossa.
La hipocresía de los alquimistas del topónimo no tiene límites: el artículo 10 de la Ley Básica de normalización del uso del euskera, norma de 1982, se estableció que “la nomenclatura oficial de los territorios, municipios, entidades de población, accidentes geográficos, vías urbanas y, en general, los topónimos de la Comunidad Autónoma Vasca, será establecida respetando en todo caso la originalidad euskaldún, romance o castellana con la grafía académica propia de cada lengua”, lo que ha venido siendo incumplido sistemáticamente desde hace un cuarto de siglo sin que ningún partido político haya protestado.
Para conseguir la unidad de destino en lo euskaldún se ha hecho de todo. Por ejemplo eliminar de un plumazo la citada Fuenterrabía, topónimo impuesto por el franquismo allá por el año 1203, momento en el que la fundó Alfonso VIII de Castilla con ese nombre.
También están las traducciones para imponer un nombre eusquérico a lugares que desde siempre sólo lo tuvieron romance. Por ejemplo, la comarca vizcaína de las Encartaciones, el tercio oriental de Vizcaya, lindero con las vecinas Burgos y Cantabria, donde jamás se habló vascuence y donde, evidentemente, no hay un solo topónimo en vascuence. Pues bien, ahora le ha surgido un absurdo Enkarterri que es una pura invención, así como un Valle de Carranza al que le ha crecido una k y una tx, y una cuevas de Pozalagua rebautizadas Pozalaguako kobak.
Curiosamente, en el sentido contrario no sucede. A nadie, ni en tiempos de Recaredo ni en los de Felipe II ni en los de Franco, se le ocurrió jamás adjudicar un topónimo castellano postizo. A nadie se la ha ocurrido jamás rebautizar al Goyerri como “Tierras altas”, ni a Azcoitia “Sobrelapeña”, ni a Azpeitia “Bajolapeña”, ni a Lizarza “Fresneda”, ni a Urrechu “Avellaneda”. Pero a Salinas de Añana ahora se le llama Gesaltza, a Villanueva Uribarri, a Ribera Alta Erribera Goitia y a San Román de San Millán Durruma Donemiliaga para pasmo de sus vecinos, incapaces de encontrar sus pueblos cuando han de buscarlos en la guía telefónica.
También está el cambio de ortografía, que ha llenado el País Vasco de bes por uves, de kas por ces y de tx por ches hasta el delirio.
Ahora Santurce se llama Santurtzi, es de suponer que porque los nacionalistas creen haber recuperado con ello algún antiquísimo topónimo eusquérico. Pero el problema es que Santurce es un nombre latinísimo, derivado del santo patrón del lugar, San Jorge, como el San Jurjo orensano, el Santiurde montañés o el Santurde riojano.
“Desde Santurtzi a Bilbo vengo por toda la orilla”
Por cierto, todo esto obligará a cambiar hasta las letras de las canciones que los vascos han cantado durante siglos, porque es de suponer que ahora lo correcto será “desde Santurtzi a Bilbo vengo por toda la orilla”…
Y ya que hemos llegado a la muy abertzale capital del Nervión, rebautizada por el PNV con tan tolkieniano nombre de “Bilbo”, quizá conviniese recordar que se llama Bilbao desde su misma fundación en el año 1300 por Don Diego López de Haro, mediante, por cierto —sarcasmos de la historia…— acta fundacional emitida en Valladolid otorgando a los bilbaínos el Fuero de Logroño.
Uno de los casos más interesantes es el de Pedernales, localidad vizcaína en la que reposa el cuerpo incorrupto de Sabino Arana. Pues bien, tan castellano nombre no podía ser aceptado, sobre todo para tan simbólico lugar, así que se dedujo que ya que un pedernal es una piedra (harri) con la que se hace fuego (su), el nombre vascamente puro de la localidad habría de incorporar esos dos elementos. Y de este modo Pedernales fue eliminado y quedó en Sukarrieta, lo que provocaría el asombro hasta del propio Sabino si levantara la cabeza.
Curiosamente, este afán por recuperar hasta cosas que nunca existieron no se da para el nombre más importante, el de toda la región, perdón, nación: Euskadi, disparate lingüístico de primer orden que ha sustituido a los viejos nombres con los que castellanohablantes y vascohablantes han llamado a su tierra desde hace muchos siglos: Euskalerría, Vasconia y Provincias Vascongadas.
Es muy significativo que este fenómeno no se da en otras partes, sobre todo en la imperialista y opresora Castilla, donde a nadie jamás se le ha ocurrido eliminar la Urria o la Artieta burgalesas, el Valdezcaray riojano, el Bascuñana conquense, o el Garray soriano en nombre de una identidad castellana a recuperar. Pero en la liberada Euskadi sabiniana, no sólo se persigue a las personas. También a las palabras.
Los mismos problemas de psiquiátrico se dan en Galicia, donde el peso de la responsabilidad por la eliminación de los topónimos castellanos, que han convivido con los gallegos desde siempre (Fisterra-Finisterre, Puentedeume-Pontedeume, Orense-Ourense, La Coruña-Coruña —sin la A—), recae no sobre los separatistas, sino sobre los gobiernos del PP antes y del PSOE ahora.
Pero no me extenderé en ello, pues, para continuar con la canción, termino “deprisa y corriendo porque me aprieta el corsé”.
Pero no quiero terminar sin señalar un detalle: los vascos, catalanes y gallegos tienen que darse cuenta de que mediante estas absurdas políticas no se está haciendo ningún favor ni a sus lenguas, ni a sus culturas, ni a sus identidades históricas. Todo lo contrario. En primer lugar, porque la imposición lingüística y las obsesiones palabreras sólo puede conducir, y lo estamos viendo ya, a la fobia hacia esas lenguas por parte de muchos ciudadanos. En segundo lugar, porque muy difícilmente se puede defender y potenciar lenguas, historias y personalidades colectivas falsificándolas, adulterándolas y eliminándolas sistemáticamente.
Nunca, en toda la historia, se ha perpetrado un ataque más devastador contra la lengua, la historia y la cultura de esas regiones. Los supuestos defensores de las esencias vascas, catalanas y gallegas han demostrado ser sus principales enemigos, pues lo único que han conseguido son ridículas parodias de aquello que pretenden defender.
Pero ha de tenerse en cuenta que todo esto no tiene nada que ver con la lengua, sino con la política. La persecución a la lengua no es más que un instrumento. Todo esto no surge del odio a la lengua española, sino del odio a España.
Ninguno de los problemas que estamos tratando aquí hoy ha surgido del suelo, como la hierba- Todos tienen causas muy concretas. O, para ser más exactos, son los síntomas de una patología política muy concreta: la llamada construcción nacional, que consiste en una enorme campaña de ingeniería social dirigida a dos objetivos. El primero, desconectar a gallegos, vascos y catalanes de los demás españoles. Y el segundo, desconectar a los mismos gallegos, vascos y catalanes de hoy de todas las anteriores generaciones.
Y para ello, siguiendo las enseñanzas de Orwell cuando advirtió de que “quien controla el pasado controla el futuro”, las dos herramientas fundamentales son la sustitución de la historia de verdad por una historia de ciencia ficción, junto con la conversión de la lengua en un medio de incomunicación.
Y hay un campo en el que estos dos caminos, el de la historia y el de la lengua, se cruzan de modo especial: la toponimia. Porque también con ella se lleva treinta años marcando las diferencias y los límites.
Con el rebautizo de los nombres de lugar nuestros separatistas patrios creen que se puede cambiar la esencia nacional de las personas.
Mediante la eliminación del topónimo en lengua española, la alteración del existente según reglas creadas para cada caso o la simple invención de nuevos términos nunca hasta entonces imaginados, nuestros voluntariosos separatistas, empeñados en la acción nacionalizadora sobre territorios y habitantes mediante las mágicas potencias del nombre, avanzan todos los días, sin obstáculo digno de mención ni a izquierda ni a derecha, en su delirante plan.
Ejemplos los hay a miles, y muchos son tan conocidos como la eliminación, no sólo para las regiones afectadas, sino para toda España, de palabras como Lérida, Gerona, La Coruña, Orense o Fuenterrabía, que en todas las cadenas de televisión de ámbito nacional, en las que, evidentemente, se habla la lengua de Cervantes, son siempre mencionadas como Lleida, Girona, A Coruña, Ourense y Hondarribia. Sin embargo, este criterio no se extiende a Alemania, Francia, Londres, Burdeos, Colonia o Amberes, que, para ser coherentes, debieran ser llamadas en el telediario Deutschland, France, London, Bordeaux, Köln y Antwerpen. Evidentemente, en TV3 la capital de Aragón es Saragossa.
La hipocresía de los alquimistas del topónimo no tiene límites: el artículo 10 de la Ley Básica de normalización del uso del euskera, norma de 1982, se estableció que “la nomenclatura oficial de los territorios, municipios, entidades de población, accidentes geográficos, vías urbanas y, en general, los topónimos de la Comunidad Autónoma Vasca, será establecida respetando en todo caso la originalidad euskaldún, romance o castellana con la grafía académica propia de cada lengua”, lo que ha venido siendo incumplido sistemáticamente desde hace un cuarto de siglo sin que ningún partido político haya protestado.
Para conseguir la unidad de destino en lo euskaldún se ha hecho de todo. Por ejemplo eliminar de un plumazo la citada Fuenterrabía, topónimo impuesto por el franquismo allá por el año 1203, momento en el que la fundó Alfonso VIII de Castilla con ese nombre.
También están las traducciones para imponer un nombre eusquérico a lugares que desde siempre sólo lo tuvieron romance. Por ejemplo, la comarca vizcaína de las Encartaciones, el tercio oriental de Vizcaya, lindero con las vecinas Burgos y Cantabria, donde jamás se habló vascuence y donde, evidentemente, no hay un solo topónimo en vascuence. Pues bien, ahora le ha surgido un absurdo Enkarterri que es una pura invención, así como un Valle de Carranza al que le ha crecido una k y una tx, y una cuevas de Pozalagua rebautizadas Pozalaguako kobak.
Curiosamente, en el sentido contrario no sucede. A nadie, ni en tiempos de Recaredo ni en los de Felipe II ni en los de Franco, se le ocurrió jamás adjudicar un topónimo castellano postizo. A nadie se la ha ocurrido jamás rebautizar al Goyerri como “Tierras altas”, ni a Azcoitia “Sobrelapeña”, ni a Azpeitia “Bajolapeña”, ni a Lizarza “Fresneda”, ni a Urrechu “Avellaneda”. Pero a Salinas de Añana ahora se le llama Gesaltza, a Villanueva Uribarri, a Ribera Alta Erribera Goitia y a San Román de San Millán Durruma Donemiliaga para pasmo de sus vecinos, incapaces de encontrar sus pueblos cuando han de buscarlos en la guía telefónica.
También está el cambio de ortografía, que ha llenado el País Vasco de bes por uves, de kas por ces y de tx por ches hasta el delirio.
Ahora Santurce se llama Santurtzi, es de suponer que porque los nacionalistas creen haber recuperado con ello algún antiquísimo topónimo eusquérico. Pero el problema es que Santurce es un nombre latinísimo, derivado del santo patrón del lugar, San Jorge, como el San Jurjo orensano, el Santiurde montañés o el Santurde riojano.
“Desde Santurtzi a Bilbo vengo por toda la orilla”
Por cierto, todo esto obligará a cambiar hasta las letras de las canciones que los vascos han cantado durante siglos, porque es de suponer que ahora lo correcto será “desde Santurtzi a Bilbo vengo por toda la orilla”…
Y ya que hemos llegado a la muy abertzale capital del Nervión, rebautizada por el PNV con tan tolkieniano nombre de “Bilbo”, quizá conviniese recordar que se llama Bilbao desde su misma fundación en el año 1300 por Don Diego López de Haro, mediante, por cierto —sarcasmos de la historia…— acta fundacional emitida en Valladolid otorgando a los bilbaínos el Fuero de Logroño.
Uno de los casos más interesantes es el de Pedernales, localidad vizcaína en la que reposa el cuerpo incorrupto de Sabino Arana. Pues bien, tan castellano nombre no podía ser aceptado, sobre todo para tan simbólico lugar, así que se dedujo que ya que un pedernal es una piedra (harri) con la que se hace fuego (su), el nombre vascamente puro de la localidad habría de incorporar esos dos elementos. Y de este modo Pedernales fue eliminado y quedó en Sukarrieta, lo que provocaría el asombro hasta del propio Sabino si levantara la cabeza.
Curiosamente, este afán por recuperar hasta cosas que nunca existieron no se da para el nombre más importante, el de toda la región, perdón, nación: Euskadi, disparate lingüístico de primer orden que ha sustituido a los viejos nombres con los que castellanohablantes y vascohablantes han llamado a su tierra desde hace muchos siglos: Euskalerría, Vasconia y Provincias Vascongadas.
Es muy significativo que este fenómeno no se da en otras partes, sobre todo en la imperialista y opresora Castilla, donde a nadie jamás se le ha ocurrido eliminar la Urria o la Artieta burgalesas, el Valdezcaray riojano, el Bascuñana conquense, o el Garray soriano en nombre de una identidad castellana a recuperar. Pero en la liberada Euskadi sabiniana, no sólo se persigue a las personas. También a las palabras.
Los mismos problemas de psiquiátrico se dan en Galicia, donde el peso de la responsabilidad por la eliminación de los topónimos castellanos, que han convivido con los gallegos desde siempre (Fisterra-Finisterre, Puentedeume-Pontedeume, Orense-Ourense, La Coruña-Coruña —sin la A—), recae no sobre los separatistas, sino sobre los gobiernos del PP antes y del PSOE ahora.
Pero no me extenderé en ello, pues, para continuar con la canción, termino “deprisa y corriendo porque me aprieta el corsé”.
Pero no quiero terminar sin señalar un detalle: los vascos, catalanes y gallegos tienen que darse cuenta de que mediante estas absurdas políticas no se está haciendo ningún favor ni a sus lenguas, ni a sus culturas, ni a sus identidades históricas. Todo lo contrario. En primer lugar, porque la imposición lingüística y las obsesiones palabreras sólo puede conducir, y lo estamos viendo ya, a la fobia hacia esas lenguas por parte de muchos ciudadanos. En segundo lugar, porque muy difícilmente se puede defender y potenciar lenguas, historias y personalidades colectivas falsificándolas, adulterándolas y eliminándolas sistemáticamente.
Nunca, en toda la historia, se ha perpetrado un ataque más devastador contra la lengua, la historia y la cultura de esas regiones. Los supuestos defensores de las esencias vascas, catalanas y gallegas han demostrado ser sus principales enemigos, pues lo único que han conseguido son ridículas parodias de aquello que pretenden defender.
Pero ha de tenerse en cuenta que todo esto no tiene nada que ver con la lengua, sino con la política. La persecución a la lengua no es más que un instrumento. Todo esto no surge del odio a la lengua española, sino del odio a España.
martes, 28 de octubre de 2008
lunes, 20 de octubre de 2008
PP, C´s y "Els segadors".
publicado en e-notícies
El candidat oficial a presidir el PP de Barcelona, Antoni Bosch, que compta amb el suport d'Alícia Sánchez Camacho, no va tenir cap inconvenient a cantar 'Els Segadors', l'himne nacional de Catalunya, durant la cloenda del 24è congrès d'Unió. Al seu costat, el diputat de Ciutadans José Domingo va restar en posició respectuosa, es va aixecar de la cadira, però en silenci. L'himne es va cantar al final de l'acte i va ser seguit per tots els assistents inclosos els convidats: Artur Mas, Isidre Molas, Joan Ridao, Jordi Guillot o Mercè Civit.
El candidat oficial a presidir el PP de Barcelona, Antoni Bosch, que compta amb el suport d'Alícia Sánchez Camacho, no va tenir cap inconvenient a cantar 'Els Segadors', l'himne nacional de Catalunya, durant la cloenda del 24è congrès d'Unió. Al seu costat, el diputat de Ciutadans José Domingo va restar en posició respectuosa, es va aixecar de la cadira, però en silenci. L'himne es va cantar al final de l'acte i va ser seguit per tots els assistents inclosos els convidats: Artur Mas, Isidre Molas, Joan Ridao, Jordi Guillot o Mercè Civit.
jueves, 16 de octubre de 2008
La invención de Companys.
Manuel Martín Ferrand en el ABC
LA ensoñación de la Historia forma parte inseparable del espíritu nacionalista catalán y, de hecho, quienes han sabido montar toda una industria política de la prédica separatista no se paran en barras -nunca mejor empleada la expresión- para engrandecer la mistificación que, además de darles de comer, les mantiene en el machito del poder. Ayer, por ejemplo, se conmemoraba el sexagésimo octavo aniversario del fusilamiento, en Montjuic, de Lluis Companys. El actual presidente de la Generalitat, José Montilla, ha prometido hacer «todo lo que sea jurídicamente necesario y políticamente conveniente» para lograr la anulación del juicio que le puso frente a un pelotón de fusilamiento en el foso de Santa Eulalia del histórico castillo barcelonés.
La anulación de un juicio que trajo como fruto una pena de muerte es algo que entra dentro del espiritismo soberanista que alimenta, en más o en menos, a las fuerzas presentes en el Parlament. En esto sólo cabe un nuevo juicio, el de la Historia, y pocos estarán en desacuerdo a la hora de afirmar la crueldad innecesaria y sañuda, revanchista, con la que el tribunal militar, en 1940, le condenó a muerte. Un juicio sumarísimo, sin garantías, después de que la Gestapo secuestrara a Companys en su refugio de La Baule-les-Pines para entregárselo, también irregularmente, fuera del Derecho, a la policía de Francisco Franco. Un asesinato revestido de una parodia de legalidad.
Pero no queda ahí la pretendida reivindicación de la figura de Companys. Va más allá y retuerce la lógica, la razón y hasta la fantasía. El que fue primer presidente del Parlamento de Cataluña, después de haber sido gobernador civil de Barcelona y diputado en la Carrera de San Jerónimo, figura señera de ERC, fue también quien, el seis de octubre de 1934, proclamó desde un balcón de la Generalitat el «Estado Catalán», dentro -decía- de la República Federal Española. Una aventura insensata que, con el visto bueno de Niceto Alcalá Zamora y la iniciativa del Gobierno de Alejandro Lerroux -y la inestimable ayuda del general Domingo Batet, que después sería mandado fusilar por Franco, tres docenas de guardias civiles y un cañoncito de juguete-, duró sólo unas horas.
¿También se quiere sacralizar la figura de un golpista desleal a la República y a su juramento constitucional? Como escribió después Carlos Seco Serrano, «la gravedad de la revolución de octubre no reside en su violencia -preludio ya de la Guerra Civil- sino del rompimiento efectivo del socialismo y de las izquierdas catalanas con las normas de convivencia democrática hasta entonces vigentes en la República». La vigente obsesión revisionista de nuestro pasado -tan innecesaria, tan dolorosa- no debiera servir de pretexto para forjar una cadena de grandes falsificaciones. Lluis Companys es una de ellas.
LA ensoñación de la Historia forma parte inseparable del espíritu nacionalista catalán y, de hecho, quienes han sabido montar toda una industria política de la prédica separatista no se paran en barras -nunca mejor empleada la expresión- para engrandecer la mistificación que, además de darles de comer, les mantiene en el machito del poder. Ayer, por ejemplo, se conmemoraba el sexagésimo octavo aniversario del fusilamiento, en Montjuic, de Lluis Companys. El actual presidente de la Generalitat, José Montilla, ha prometido hacer «todo lo que sea jurídicamente necesario y políticamente conveniente» para lograr la anulación del juicio que le puso frente a un pelotón de fusilamiento en el foso de Santa Eulalia del histórico castillo barcelonés.
La anulación de un juicio que trajo como fruto una pena de muerte es algo que entra dentro del espiritismo soberanista que alimenta, en más o en menos, a las fuerzas presentes en el Parlament. En esto sólo cabe un nuevo juicio, el de la Historia, y pocos estarán en desacuerdo a la hora de afirmar la crueldad innecesaria y sañuda, revanchista, con la que el tribunal militar, en 1940, le condenó a muerte. Un juicio sumarísimo, sin garantías, después de que la Gestapo secuestrara a Companys en su refugio de La Baule-les-Pines para entregárselo, también irregularmente, fuera del Derecho, a la policía de Francisco Franco. Un asesinato revestido de una parodia de legalidad.
Pero no queda ahí la pretendida reivindicación de la figura de Companys. Va más allá y retuerce la lógica, la razón y hasta la fantasía. El que fue primer presidente del Parlamento de Cataluña, después de haber sido gobernador civil de Barcelona y diputado en la Carrera de San Jerónimo, figura señera de ERC, fue también quien, el seis de octubre de 1934, proclamó desde un balcón de la Generalitat el «Estado Catalán», dentro -decía- de la República Federal Española. Una aventura insensata que, con el visto bueno de Niceto Alcalá Zamora y la iniciativa del Gobierno de Alejandro Lerroux -y la inestimable ayuda del general Domingo Batet, que después sería mandado fusilar por Franco, tres docenas de guardias civiles y un cañoncito de juguete-, duró sólo unas horas.
¿También se quiere sacralizar la figura de un golpista desleal a la República y a su juramento constitucional? Como escribió después Carlos Seco Serrano, «la gravedad de la revolución de octubre no reside en su violencia -preludio ya de la Guerra Civil- sino del rompimiento efectivo del socialismo y de las izquierdas catalanas con las normas de convivencia democrática hasta entonces vigentes en la República». La vigente obsesión revisionista de nuestro pasado -tan innecesaria, tan dolorosa- no debiera servir de pretexto para forjar una cadena de grandes falsificaciones. Lluis Companys es una de ellas.
martes, 14 de octubre de 2008
Increible.
Lo del Tripartit es increible. Miren como buscan trabas hasta para que un catalán no tenga problemas si se pone enfermo en el resto de España.
lunes, 13 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)