miércoles, 11 de febrero de 2009

La ciudad que fue. Barcelona, años 70. (IV)


Hoy os invito a leer el trozo del libro donde Losantos nos habla del Partido Socialista de Andalucía (PSA). Aquel partido que obtuvo dos diputados en el Parlament de la Generalitat.


El trabajo sucio de boicotear la candidatura andalucista o inmigrante corrió fundamentalmente a cargo del PSUC, que era con mucho el partido más poderoso en la Cataluña de entonces. Los argumentos principales fueron que los inmigrantes estaban perfectamente representados por ellos, cosa natural. Luego, que sus derechos culturales y cívicos estaban garantizados mientras Cataluña tuviera una mayoría de izquierdas, cosa rigurosamente falsa, y, sobre todo, que Rojas Marcos intentaba revivir la figura de otro Alejandro, "don Ale" Lerroux, cosa disparatada, falsa, hedionda y miserable. Resultaba sorprendente que dos partidos presuntamente izquierdistas y formalmente españoles como el PCE-PSUC y el PSC-PSOE atacaran a Lerroux, cuya época barcelonesa fue ferozmente izquierdista y tuvo una amplísima base popular en los sectores catalanes que se oponían a la derecha nacionalista, reaccionaria y clerical.
Pero eso, la realidad histórica, a la brigada de propaganda del PSUC le daba igual. Decía, por ejemplo, la portada de L´Hora, "El setmanari de Catalunya: ¿Per qué volen enfrontarnos?"; y bajo una fotografía de Rojas Marcos hablando en el Parlamento aparecía una caricatura del difunto político republicano sentado en el micrófono, titulada: "Alejandro Lerroux Rojas Marcos". O sea , que se acusaba al posible competidor del PSC y el PSUC en la representación democrática de la Cataluña inmigrante de provocar una división entre los ciudadanos de Cataluña, un conflicto civil, una guerra con los catalanes de origen, sin que hubiera una sola palabra del aludido que lo justificase. Peor aún: la existencia real, no hipotética, del Partido Radical probaba lo contrario: un españolista como Lerroux pudo coexistir con el catalanismo de derechas y de izquierdas, y en una época mucho más dura, la del terror revolucionario anticlerical y la del pistolerismo patronal y sindical en Barcelona. Era la lucha entre izquierda y derecha, no la nacional, lo que primaba entonces, pero, en todo caso, si se seleccionaba sólo lo nacional, ¿no debería ser la posición integradora de Lerroux y no la desintegradora del nacionalismo catalán la que asumieran socialistas y comunistas, que se presentaban como representantes de la inmigración de toda España?

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