martes, 15 de diciembre de 2009

Todo por la patria


Ramón de España en El Periódio de Catalunya.

Cuando el presidente Montilla decidió poner la cultura catalana en manos de ERC, no fuimos pocos los que nos echamos a temblar, conscientes de que para los nacionalistas la cultura, como todo lo demás, es una cuestión identitaria centrada en la lengua. Lo volvemos a comprobar ahora con esa ley que aspira a la paridad idiomática en los cines catalanes, una paridad que, por cierto, se saltan a la torera (con perdón por el uso de metáfora tan española) en el teatro, la educación y muchos otros ámbitos. Evidentemente, el subtitulado en catalán no les convence, pues se han dado cuenta de que el espectador de aquí es igual de patriótico que el de allí (en el sentido de que muestra una gran aversión a leer rótulos) y de que lo importante es que Indiana Jones y Harry Potter se expresen en un correcto catalán. No se atreven a decir, a la manera franquista, que la exhibición de películas en idiomas extranjeros atenta contra las esencias de la patria, pero todo se andará.
Según una encuesta de distribuidores y exhibidores, el 69% de los espectadores de nuestra comunidad prefiere el doblaje castellano al catalán, por el que se inclina el 31% restante. A falta de una encuesta encargada por ERC (en la que, sin duda, los partidarios del doblaje al catalán serían el 99% de los entrevistados), lo más normal sería acogerse a las leyes de la oferta y la demanda y doblar el 69% de las copias al castellano y el 31% al catalán, pero eso significaría algo que ningún nacionalista está dispuesto a hacer: aceptar la realidad. Es mucho más bonito vivir en la ficción, y como te lo puedes permitir porque a tus socios de gobierno la cultura también se la suda, pues adelante con los faroles. Y si por el camino te cargas una industria ya depauperada, pues qué se le va a hacer. ¿O es que se puede hacer una tortilla sin cascar los huevos?
La negación de la evidencia es una condición sine qua non para todo nacionalista que se respete. Para esa gente, un país no es cómo es sino como ellos creen que ha de ser. Y si ERC ha decretado que Catalunya es un país monolingüe, con el beneplácito de un PSC en el que los señoritos de Sarrià han sido sustituidos por los charnegos agradecidos del Baix Llobregat, a los unionistas inadaptados solo nos queda el derecho al pataleo.

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