miércoles, 29 de diciembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (y 73)

Con este post acabo la serie dedicada al libro de Fernando García de Cortázar.


Franco y sus colaboradores se aseguraron la obediencia pasiva de sus súbditos, a los que se adiestró durante años en el rechazo a la política y a la que se orientó hacia la adormidera radiofónica o televisiva y la fijación en objetos superficiales, de corte deportivo o folclórico, siempre inocuos para el poder. El dictador murió en la cama, atesorando las arcas del poder que nadie se había atrevido a quitarle en vida. Un mito crea a veces otros mitos. Ua estatua es siempre una pregunta de un niño. Una película, una comedia negra, es a veces un pedazo de historia enterrada, de historia íntima, que nos cuenta el mundo o el sueño del mundo en que vivíamos. La paz de Franco nunca fue paz porque ésta es imposible sin libertad, porque la paz nunca es compatible con la cárcel, el exilio o la mordaza. La romántica juventud del gran antifranquismo tampoco fue tan romántica ni tan joven ni tan grande. La crónica de aquellos sueños coloreados, y luego su nada utópica desaparición, tienen también su pregunta y sus mitos.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (72)

Hay ocasiones en que lo necesario es borrar un rastro, marcar distancia, dar pruebas de una hostilidad hacia un dictador y unos colaboradores que no se mostró cuando el dictador vivía y los colaboradores mandaban. De alguna forma, tras la muerte de Franco, en España ha ocurrido lo mismo que sucedió en Francia cuando se liberó París. Todos los franceses habían estado en la resistencia y todos habían cantado en alguna ocasión delante de algún alemán la Marsellesa, porque todos los franceses estaban convencidos de que aquella escena de Casablanca, aquella escena en el bar de Rick de Casablanca cantando la Marsellesa, la habían protagonizado ellos mismos. Los miles de franceses que habían agitado banderitas al paso de los carros alemanes o que habían guardado silencio mientars los gendarmes detenían a los judíos o a los maquis de la resistencia y los enviaban a los campos de concentración, habían desaparecido el mismo día de la liberación.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (71)


Las historias que los nacionalistas catalanes cuentan para después de la guerra olvidan a menudo que la Cataluña de la juerga revolucionaria aterró a la gran burguesía y a las clases medias. Que la guerra civil, como en el resto de España, supuso el ensañamiento de catalanes contra catalanes. Que la represión del 39 fue masiva, arbitraria y clasista -se ensañó con campesinos y obreros- pero que la desatada por los utopistas del 36, aunque menor, también fulminó a un buen número de catalanes: periodistas, abogados, militares, y algunos notables que venían siendo públicamente hostiles a los sueños revolucionarios que se anunciaban en las calles. Que quienes militarmente terminaron por aplastar la utopía revolucionaria traían una idea totalitaria y centralizadora de España. Que a esa idea de patria se adhirieron por simpatía, entusiasmo e interés, muchos catalanes. Cambó y la burguesía financiaron a Franco. Josep Pla, exiliado en Roma durante la guerra civil, trabajó como espía del general rebelde. Juan Estelrich fue uno de los propagandistas más refinados de la dictadura y Eugenio d´Ors se conviritó en la gran figura intelectual de la España franquista.

Los mitos de la Historia de España. (70)


Tras la guerra media España ocupó a la otra media, lo que quiere decir también, muy a pesar de quienes han inventado una Cataluña exclusivamente republicana, que media Cataluña ocupó a la otra media. La persecución política que sucedió a la guerra civil y la prohibición del catalán no procedió, como se repite una y otra vez, de una agresión exterior de fascistas que sólo hablaban español. En Cataluña muchos sintieron con alivio la derrota republicana por aquello que se recuperaba con la entrada triunfal de Franco en Barcelona: la paz social, las fábricas, las empresas, las tierras, los bancos, los títulos de propiedad y el viejo orden de poder económico.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (69)

La verdad era que Estados Unidos y la guerra fría vinieron en ayuda de Franco y no al revés. La verdad era que el dictador no podía haberse anticipado de ninguna manera en la guerra contra el demonio comunista por el simple hecho de que jamás había combatido contra el comunismo, por el simple hecho de que en España, hasta el desmoronamiento de la República, e incluso después, el número de comunistas era bien escaso. Prueba de ello es que en 1936 sólo había en las Cortes diecisiete diputados comunistas, muchos de los cuales debían su escaño a votos republicanos y socialistas. Ramón J. Sender llegó a decir, con el paso de los años y el exilio, que Franco había traído los taqnues rusos a España, y Stalin, con su juego de espías, había terminado trayendo los tanques de Franco a Madrid.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (68)


José Antonio Primo de Rivera y su Falange estaban de capa caída desde que en 1945, con el final de la segunda guerra mundial, los apoyos exteriroes más importantes del dictador habían sucumbido y éste se encontraba indefenso ante el mundo. Con la depuración de los políticos e ideólogos fascistas que se avecinaba en Europa, nuevas voces internacionales y viejas voces del exilio pusieron el acento personal en la condena de la excepción española y exigieron el relevo de Franco. Fueron los peores momentos de la historia del régimen. El gobierno republicano en el exilio recobró, momentáneamente, su viejo horizonte. La correspondencia epistolar con don Juan de Borbón subió de tono y el pretendiente se sintió con arrestos suficientes para disparar su manifiesto de Lausana, emplazando solemnemente a Franco para que "reconociendo el fracaso de su concepción totalitaria del Esatdo" abandonase el poder. La guerrilla del maquis, que desde la guerra civil venía luchando en los montes por un puro acto de fe o de supervivencia, se cargó de utopía con la esperanza de que las potencias aliadas sostuviesen la causa republicana española.

martes, 14 de diciembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (67)


Todo cambiaría con el ocaso de los totalitarismos en Europa. El rumbo de la segunda guera mundial y el atisbo de la derrota alemana empujó a Franco a domesticar definitivamente la falange y a buscar la cobertura internacional de la Iglesia para asegurar la supervivencia propia y la de su régimen. La caída de Serrano Suñer anticipaba un cambio de vía, ratficado más tarde con la depuración de los falangistas duros y con el nombramiento de Alberto Martín Artajo, presidente de Acción Católica, como ministro de Asuntos Exteriores. Franco y la Igleisa se utilizarían mutuamente. El general aspiraba a dirigir la vida por entero de los españoles y a instaurar un régimen en el que todo estuviera reglamentado; los obispos iban a epxlotar su oportunidad única de hacer de España, por fin, verdaderamente católica. Tenía razón Azaña cuando en 1937, en medio de la guerra civil, escribía: "Hay o puede haber en España todos los fascistas que se quisiera. Pero un régimen fascista no lo habrá. Si triunfara un movimiento de fuerza en España, recaeríamos en una dictadura militar y eclesiástica de tipo tradicional. Por muchas consignas que se traduzcan y muchos modos que se pongan. Sables, casullas, desfiles militares y homenajes a la Virgen del Pilar. Por ese lado, el país no da otra cosa..."

Los mitos de la Historia de España. (66)


Uno de los mitos más perseverantes del franquismo fue el de la entrevista de Hitler y Franco en Hendaya, que convirtió al dictador español en un político valiente y hábil, que frenó al alemán y ahorró a España las penalidades de otra guerra. El engaño se llenó de imágenes y relatos, y millones de españoles lo creyeron. La verdad, sin embargo, iba por otro camino. Franco había deseado en todo momento entrar en guerra y compartir el festín que anunciaban los tanques alemanes con su fulminante paseo por Europa. Tras la invasión de Polonia y el estallido de la contienda, el general proclamó una neutralidad engañosa que buscaba dejarse seducir por el Eje e inició la danza de viajes, presiones y entrevistas que miles de españoles se aburrieron de ver en los pases sucesivos de los cines de barrio. En Hendaya, Franco estaba dispuesto a participar en la guerra y reclamó como botín las posesiones francesas del norte de África, así como ayuda militar y regalos económicos, pero el Führer, más interesado en la Francia colaboracionista de Pétain, pensó que era un precio demasiado alto por el concurso bélico de un país extenuado y dijo que no. Hitler no llegó en ningún momento a lanzar ultimátum alguno a Franco, sino que hizo lo que más le convino y si España se mantuvo al margen de la segunda guerra mundial fue debido a la situación catastrófica que atravesaba el país y a la parsimonia con que el general tomaba sus decisiones.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (65)


En los quioscos de periódicos se anunciaban libros como "Mi lucha", de Adolfo Hitler, y los niños hablaban de Stukas y otros aviones como si estuvieran pilotándolos todos los días. Serrano Suñer, ideólogo de Falange y ministro de Asuntos Exteriores, se desvivía en elogios hacia el régimen de Hitler, cuya ascensión constante, "obra del mejor espírtu del pueblo alemán", había transformado la Alemania vencida de 1932 en la Gran Alemania del cuarenta, y Franco, que no quería perderse aquella página de la historia, se alineaba política, ideológica y culturalmente con el Eje. Mientras tanto la prensa competía con ditirambos políticos y militares en su zalamería y adulación a Franco equiparando éste a los heroes de la historia de España y los emperadores romanos hasta llegar a proclamarlo Caudillo de Occidente, al lado del cual, Churchill o Roosvelt no eran más que insignificantes enanos.

Los mitos de la Historia de España. (64)


Franco y su régimen cultivaron un silencio espeso sobre el holocausto nazi y los miles de españoles que habían ido a parar a los campos de exterminio. Los exiliados del común, la gente de a pie, eran los rojos asesinos de la guerra. Los políticos y prohombres de la República eran los ladrones que habían huido con el botín salpicado de sangre, los usurpadores del tesoro de España, los forajidos a los que el alud nazi arrastraba lejos de la Francia de Vichy. Las reservas de oro del Banco de España, que la República había tenido que devorar hasta la última onza para comprar armas y víveres en todo el mundo y así no derrumbarse en los campos de batalla, que Negrín había trasladado a Rusia y convertido en aviones, tanques, piezas de artillería y fusiles con que combatir al ejército rebelde y sus aliados, aquellas reservas de oro del Banco de España se transformaron de pronto, a los ojos de los españoles de la posguerra, en el botín de guerra de los republicanos, en un relato mítico lleno de codicia y delincuencia que permitía a los vencedores ensordecer la voz dolorida dele exiliado.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (63)


Cuando se habla de España se piensa en la Inquisición, la intolerancia, la sangre caliente, los generales del XIX y las dictaduras del XX. Cuando se habla de Francia se piensa en el país de Voltaire y la Marsellesa, pero no se recuerda el trato vejatorio que sus gobernantes dieron a los fugitivos de la guerra civil española ni que el gobierno de Vichy detuvo a decenas de miles de judíos y extranjeros y los envió en trenes franceses a los campos de concentración alemanes.
En 1939 el pánico de la derrota empujó a miles de españoles a buscar amparo al otro lado de la frontera, pero se equivocaron. Francia recibió aquella ola humana que buscaba cobijo después de una guerra y una larga marcha a pie en pleno invierno como se recibe ganado, y la trató con golpes y alambradas. Manuel Azaña habla en sus "Memorias" de la caza del español fugitivo en los caminos de la frontera de Perpiñán. Libertad, fraternidad e igualdad parecían pertenecer a un código secereto, solamente descifrable por ciudadanos franceses. Unos 450.000 españoles entraron en el país vecino aquel invierno de 1939. Más de la mitad regresaráin a España en los meses siguientes como espectros que vuelven muy despacio a la vida, viéndose atrapados de nuevo en un mundo de crueldad carcelaria. El resto, los que decidieron no regresar se conviritieron en apátridas errantes, seres de viento arrastrados por los azares y los horrores de la Segunda Guerra Mundial.

Los mitos de la Historia de España. (62)


Las mejores inteligencias que había en Europa central a principios de los años treinta escaparon del nazismo o fueron expulsadas por las tiranías que arraigaron en sus países, y ese inmenso alud migratorio fue el fermento en Estados Unidos de una edad de oro que abarcó todas las artes y todos los saberes, desde el cine de Hollywood hasta la pintura o la física nuclear. Las mejores inteligencias que había en España a finales de los años treinta escaparon de los vencedores del 39 por miedo a las represalias o por convicciones ideológicas, y ese aluvión de transterrados llevó al otro lado del Atlántico, además de la derrota, una cultura liberal y sólida que enriqueció el latido de vida de un México recién nacido a la modernidad.
León Felipe escribió que Franco se quedaba con todo, con la hacienda, la casa, el caballo y la pistola, pero que suya y del exilio era al voz antigua de la tierra, que suya era la canción...

viernes, 3 de diciembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (61)


Fueron los presos republicanos que recorrieron los caminos de España, agotados y cubiertos de andrajos, vigilados de cerca por guardias o escoltas, para trabajar en la reconstrucción de un país devastado, atravesado de escombros. Los vencidos, se decía, eran los culpables de la guerra y de todas sus desgracias: por tanto, ¡que reconstruyan lo que han destruido! Fábricas de llanto negro, las abarrotadas prisiones se despejaron poco a poco sin necesidad de promulgar una amnistía, ese perdón que hubiera permitido a los vencedores dar la mano a los vencidos, reconocer que los sueños y la vida de muchos de ellos no merecía ser hundida en el abismo de aquellas terribles palabras: condenado por auxilio a la rebelión... condenado por adhesión a la rebelión. Los vencidos fueron, de este modo, la mano de obra barata del Estado y de muchas empresas. Carne de cañón de la paz, con su trabajo forzado se construyeron los embalses más importantes de la época, se completó la red ferroviaria, se reoconstruyeron pueblos enteros, se levantaron cuarteles y viviendas por todo el país, el dictador labró su tumba de faraón y numerosas empresas rellenaron sus cuentas de resultados. Era el perdón. Era la patria, que llegaba a fuerza de golpes y a fuerza de sol, con un sueño despedazado de pan reñido.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (60)

Franco dejó fuera de la ley -reos de delito de rebelión- a quienes se habían mantenido fieles a la República. para ellos la paz era la terrible rueda de los juicios sumarios, las penas de muerte y las cárceles. Hubo paseos, ejecuciones a garrote, crueles procesos de depuración que se prolongaron en el tiempo. Hubo miles de personas que se vieron obligadas a derrotar del pasado. Hubo miles de personas que se escondieron en sótanos y desvanes para ponerse a salvo. Hubo miles de personas asesinadas con la cobertura de la Ley de Responsabilidades Políticas. Hubo miles de personas que vieron pasar los años entre los muros de una prisión. Hubo miles de personas condenadas durante años a trabajos forzados. La paz de Franco supuso la muerte, el exilio o la reclusión de miles de periodistas, intelectuales, funcionarios, políticos, poetas, republicanos de derechas y de izquierdas, monárquicos de izquierdas, obreros, profesores, campesinos...

Los mitos de la Historia de España. (59)


Decía Flaubert, con no poco optimismo, que si los gobernantes de su época hubieran leído "La educación sentimental" la guerra franco-prusiana no habría tenido lugar. Quizá si los españoles de finales de los setenta y comienzos de los ochenta, en lugar de emparedar los años de silencio, se hubieran enfrentado con las historias viejas y terribles de su educación sentimental los nacionalismos excluyentes no se hubieran perpetuado a través de la democracia. Quizá los españoles hubieran dejado de sacralizar pasados de campanario y hoy en el País Vasco el verdugo no gozaría de respeto, el horror y el chantaje no serían, como los árboles, un objeto más en el paisaje, las víctimas del terror tendrían la piedad de los sacerdotes, lal gente podría decir ciertas cosas en voz alta y comprar ciertos periódicos sin sufrir miradas de odio, en las escuelas no se enseñaría el dogma ni el rencor por miedo a morir...