martes, 14 de diciembre de 2010

Los mitos de la Historia de España. (67)


Todo cambiaría con el ocaso de los totalitarismos en Europa. El rumbo de la segunda guera mundial y el atisbo de la derrota alemana empujó a Franco a domesticar definitivamente la falange y a buscar la cobertura internacional de la Iglesia para asegurar la supervivencia propia y la de su régimen. La caída de Serrano Suñer anticipaba un cambio de vía, ratficado más tarde con la depuración de los falangistas duros y con el nombramiento de Alberto Martín Artajo, presidente de Acción Católica, como ministro de Asuntos Exteriores. Franco y la Igleisa se utilizarían mutuamente. El general aspiraba a dirigir la vida por entero de los españoles y a instaurar un régimen en el que todo estuviera reglamentado; los obispos iban a epxlotar su oportunidad única de hacer de España, por fin, verdaderamente católica. Tenía razón Azaña cuando en 1937, en medio de la guerra civil, escribía: "Hay o puede haber en España todos los fascistas que se quisiera. Pero un régimen fascista no lo habrá. Si triunfara un movimiento de fuerza en España, recaeríamos en una dictadura militar y eclesiástica de tipo tradicional. Por muchas consignas que se traduzcan y muchos modos que se pongan. Sables, casullas, desfiles militares y homenajes a la Virgen del Pilar. Por ese lado, el país no da otra cosa..."

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