martes, 21 de junio de 2011
Porque tengo hijos (4)
El PNV, una vez más, nos traicionó. Traicionó a la democracia, como ya lo había hecho en la Guerra Civil, ofreciendo en Santoña sus gudaris al Gobierno fascista italiano. Aunque no lo supimos hasta después, esa traición se gestó mientras gobernaba con nosotros los socialistas en el País Vasco y mantenía un acuerdo parlamentario con Aznar en Madrid. Por el contrario de lo que a veces se insinúa -para argumentar la necesidad de ceder ante el nacionalismo "moderado" y evitar así que éste se radicalice-, conviene recordar que el PNV se fue al monte por interés partidario y electoral, sin que nadie le empujara. Cuando tuvo que optar, después del asesinato de Miguel Ángel Blanco, entre defender la democracia -arriesgándose a integrar el colectivo de las víctimas-, o hacer un pacto entre nacionalistas -incluidos los asesinos-, y garantizar así la hegemonía del nacionalismo cuando ETA desapareciera, eligió la segunda opción.
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