domingo, 11 de diciembre de 2011

les duele la lengua

La opinión de Jesús Royo en La Voz Libre.



La desigualdad, como lenguas oficiales, entre el castellano y el catalán en Cataluña es palmaria, evidente y sangrante: toda la escuela es en catalán, toda la administración pública, todos los carteles. Pero el castellano es la primera lengua materna de los catalanes (el 55 por ciento), y la primera lengua de consumo privado (libros, cine, televisión: un 70 por ciento). Entonces, ¿a qué se debe esa marginación del castellano? ¿No les parece raro? De hecho, le parece raro a todo el mundo, desde Madrid a Canberra, pero aquí no nos enteramos. El caso de Cataluña es único en el mundo. Ni en el Quebec (los angloparlantes, sin llegar al 20 por ciente, tienen escuela en inglés), ni en Finlandia (la minoría suecoparlante tiene todos los derechos lingüísticos como lengua oficial), etcétera. Pero aún es más raro que en Cataluña nadie impugne esa desigualdad, que todos los partidos del poder la aplaudan como cosa justa y necesaria. ¿Cómo es posible? ¿Hay alguna razón oculta que dé coherencia a esa postura tan poco coherente?

¿La persecución franquista? No cuela: una persecución no autoriza a otra persecución. ¿El peligro de desaparición en el inmediato futuro? Tampoco cuela: hay miles de lenguas más amenazadas que el catalán, y no por eso son incompatibles con la libertad. ¿La cohesión social? Si de eso se trata, el castellano es mucho más cohesionante, de hecho es la lengua común de los catalanes. Hay otras razones poderosas, pero me temo que no son compatibles con la decencia democrática: que es la lengua de la tierra, que expresa la supremacía necesaria de los catalanohablantes, que garantiza la perpetuación de la estructura social (catalanes arriba, castellanos abajo). Hasta ahora la argumentación más tontaina -en especial, entre la izquierda- se solía refugiar en la definición de 'lengua propia' que da el Estatut. Pero la estocada del TC fue certera: la cualidad de 'lengua propia' no puede significar ninguna prioridad de una lengua oficial sobre la otra. Pero eso es inaceptable para el consenso catalán actual.

¿Por qué? Pongámonos en su lugar. ¿Por qué los catalanohablantes -o al menos sus mentores ideológicos- piensan que no se puede escoger la lengua de la escuela, no debe haber carteles en castellano, la administración pública debe ser solo en catalán? Hay una razón irracional, si se me permite la paradoja: el miedo. Si las dos lenguas estuvieran en igualdad de condiciones, el catalán sería barrido del uso público. Si en el régimen actual de fuerte presión a favor del catalán su uso es minoritario, ¿qué pasaría si no hubiera esa presión? Si hablar catalán no significara una ventaja, ni un mérito, si sólo fuera una lengua, una hermosa lengua, sin duda, pero nada más, entonces se transformaría en una rémora, un peso muerto, una pesada herencia que sería mejor abandonar. El catalanohablante ve alarmado que él debe ser bilingüe para sobrevivir, pero el castellanohablante puede sobrevivir perfectamente sólo con el castellano. Los catalanohablantes son bilingües al cien por cien, pero los castellanohablantes no lo son todos ni totalmente.

Mi pregunta es: ¿y qué? Eso es lo normal cuando se encuentran una lengua digamos internacional con una lengua de ámbito reducido. Es un proceso que siempre ha sucedido desde que el mundo es mundo, y está sucediendo ahora mismo en todos los sitios bilingües del planeta. ¿Eso justifica las políticas de desigualdad -es decir, racistas- entre los ciudadanos? En el caso de una sociedad bilingüe, como es Cataluña, el bilingüismo oficial ya es un correctivo de las leyes del mercado, que favorecen a la lengua más poderosa. La cooficialidad ya es una discriminación positiva. Comprendo que algunos tengan ese 'dolor de lengua' instalado en su corazón, que entonen elegías por la muerte de su amada lengua. Pero no puedo entender que nadie lamenten aún más la pérdida de derechos de los castellanohablantes, y con ello la libertad de todos los catalanes. La lengua no es un valor supremo. La libertad, sí.

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