jueves, 10 de junio de 2010

Identidades asesinas. (11)


Hace tan sólo unos cuantos años mucha gente habría estado dispuesta a aceptar la idea de una pertenencia al mundo entero, considerada de algún modo como la culminación última de la Historia humana; así, un habitante de Turín, después de ser piamontés y luego ciudadano italiano, iba a convertirse en ciudadano europeo y después en ciudadano del mundo. Estoy simplificando al máximo, pero esa idea de un avance irreversible hacia unas pertenencias cada vez más amplias no parecía exagerada.

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