domingo, 27 de diciembre de 2009

El problema catalán


Julián Delgado en Última Hora.


En Cataluña, durante la égida de Jordi Pujol, se fue forjando una sociedad cerrada que contrasta con el pasado carácter abierto de Cataluña. No sólo pretendió éste formar un sistema de poder, sino que también y, principalmente, creó un montaje ideológico con pretensión de que fuese consistente. Pero, ahora, al cabo de los años, se pone en evidencia su endeblez.

Más que en presidente de la Generalitat, Pujol se erigió en un Mesías, con una visión dogmática y estrecha del mundo y de la sociedad. Interesado sólo en su propia preeminencia personal Pujol no desarrolló una formulación moderna, ni una práctica coherente ni realista del nacionalismo. Su nacionalismo fue magmático y por ello resultaba peligroso, a la vez que creaba un vacío conceptual, político e intelectual que dejaba el campo libre al mero sentimentalismo y, por tanto, a todos los populismos. No es una visión política moderna, se sustenta en lo sentimental, con lo cual el soñado Estado catalán pertenece al mundo de lo metafísico. Pujol pontificó sobre todo, pero lo hizo de manera tan zafia, que ni tan siquiera acotó el tema del irredentismo independentista, ahora considerado inmediato y urgente, con el quecomulga una parte de su partido, estimulado por el propio Pujol. Creó una fuerte mitología nacionalista, una nueva religión civil monoteísta, de cuya iglesia, el Honorable era Sumo Pontífice. De esta manera, el pujolismo fue penetrando en la sociedad como amalgama de los espíritus, como una verdad sagrada e indiscutible, así como, a la vez, confusa, que llegó a convertirse en hegemónica.

Con esta doctrina se hechizó a la sociedad mermando el pluralismo y enmudeciendo al disidente. Cualquier crítica a la acción política se interpretaba como herejía y al impío como un blasfemo, acreedor del anatema y del repudio de los fieles. Surgió una especie de pensamiento falaz, anacrónico, petulante y falsamente transversal, que fomentó una sociedad acrítica a la que se otorgó una tabla de mandamientos que, como en todas las religiones, su objetivo no fue otro que elcontrol del pensamiento y, siguiendo el símil religioso, de las almas, del espíritu.

Pero ello no era suficiente para adormecer y dominar a una sociedad rica, abierta, solidaria, innovadora que salía de un régimen totalitario y ansiaba gozar de libertades como la que más. Fue preciso completar la reconstrucción pujolista con un sistema de poder que permitiera la dominación, a base de un intervencionismo pétreo. Se configuró eliminando contrapoderes, convirtiéndolos en parte del sistema y en adoradores del mismo dios. De esta manera, el sacro pensamiento pujolista, formuló arcaicas y utópicas invocaciones, de base sentimental, jamás intelectual, con el fin evidente de lograr controlar el escenario político, social, cultural, económico, financiero y mediático. Desde luego, el uso nada accidental de la corrupción también jugó un gran papel.

Y así estábamos cuando llegó el autonomista Maragall, que para dar el salto a la Generalitat abrazó todas las mitologías del pujolismo y le añadió otras aún más insensatas. De la noche a mañana se convirtió a la fe auténtica, repitiendo el tantra nacionalista más impenitente. Lo hizo sin que nadie se lo pidiera, con un único interés personal y partidista,arrastrando a su partido a una deriva extraña a todos los principios de éste. Extrajo de su cabeza, ya débil, un delirio: un Nuevo Testamento. Fue el Estatut basado en el federalismo asimétrico que hacía añicos la Constitución, y que convertía los ideales federales republicanos en una tibia creencia.

Quien puso la bomba en la línea de flotación del Estado fue Maragall. Montilla sólo ha tenido que subirse al papamóvil y defender aquel Evangelio. Y lo grave es que en el horizonte no aparece ningún esquema resolutorio que no implique un precio incierto y a buen seguro bastante alto.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Cleptocracia


José García Domínguez en Libertad Digital.


En Mi siglo, soberbio libro de memorias del poeta polaco Aleksander Wat, sostiene el autor que muchas miserias de nuestra civilización son el resultado de no leer en voz alta. A su juicio, una porción notable de la literatura occidental no habría visto nunca la luz si sus artífices hubiesen accedido a recitar las obras antes de editarlas. Simplemente, les hubiera dado vergüenza oír sus propias necedades, concluye Wat con clarividente lucidez. Un hábito higiénico, ése que ahí sugiere, que, una vez convertido el Boletín Oficial del Estado en el principal canal de difusión de la literatura fantástica, convendría extender también a las cámaras legislativas, barrunta uno.

Así, por mucho cemento armado que blinde el rostro de, pongamos por caso Joan Saura, quizá padeciera un acceso de aluminosis facial tras declamar en público ciertas gansadas. Por ejemplo, ese artículo del Estatut que ampara el derecho inalienable de los catalanes –y las catalanas– "a gozar de los recursos del paisaje en condiciones de igualdad". Proclama que quizá resulte una solemne idiotez, aunque no una solemne idiotez gratuita. Al contrario, el precio visado y tasado de esa gran conquista revolucionaria asciende a justo 43.000 euros más IVA. Que tal ha sido la suma abonada por la consejería de Saura a un equipo de expertos en vistas, entornos y panorámicas con tal de estudiar las "percepciones y vivencias" de los catalanes –y las catalanas– en relación al paisaje doméstico.
Fruto de esa exhaustiva pericia, el Joan ha acusado recibo de que al pueblo soberano le placen más los bosques con ríos, arbolitos y pajaritos que los tendidos de alta tensión y las obras del alcantarillado, según acredita el dossier oficial. Una información que, sin duda, podría poseer un valor estratégico incalculable con tal de optimizar la eficacia operativa de la policía autonómica, la competencia que corresponde a Saura en el Gobierno de la Generalidad. En fin, a setecientos mil euros sube la última partida presupuestaria asignada a tales menesteres, acaba de anunciar, indiferente, el diario principal de la provincia, parte indisociable él mismo de idéntico paisaje moral. El derecho a la rapiña del erario con total, absoluta, definitiva impunidad. El retorno urgente al orden medieval a través de la privatización parcelada del Estado. La cleptocracia promovida a suprema seña de identidad colectiva. Catalunya.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

A TV3 pagant Sant Pere canta.


En TV3 el castellano brilla por su ausencia, en contadísimas ocasiones podemos escuchar algún entrevistado en esa lengua, eso sí siendo preguntado en catalán. Pero hay un momento de la programación en el que sí se puede escuchar y es en la publicidad.
En 2008 el 12% de la publicdad emitida en TV3 fue en castellano y es que en TV3 pagant Sant Pere canta...

LES (1)


Ángel de la Fuente en El Periódico de Catalunya


Con sus casi 200 páginas, el anteproyecto de ley de economía sostenible (LES) es un enorme cajón de sastre en el que hay un poco de todo, sin demasiado orden ni concierto. El texto introduce algunas reformas que van en la dirección correcta, pero también contiene páginas y más páginas de declaraciones de buenas intenciones, muchos brindis al sol y alguna que otra chorrada.
Está muy bien que se reduzca el papeleo necesario para crear empresas y para que estas puedan comenzar a operar, pero a ver si es verdad porque esto ya lo habíamos oído antes. Sería estupendo que se redujesen los plazos de pago de las administraciones públicas, pero si los que hay ahora no se cumplen cabe temer que pase lo mismo con los nuevos. Tampoco estaría mal que los organismos reguladores funcionasen mejor, pero el principal problema en este caso no es el número de consejeros o la duración de sus mandatos sino los muy cuestionables criterios que se usan en la práctica para nombrar a estos, lo que tiene más que ver con la forma de operar de nuestros partidos que con la normativa.
A primera vista, en torno al 40% de los 137 artículos de la ley no tienen ninguna implicación práctica. Muchos de ellos establecen principios encomiables pero muy poco operativos. Así, el artículo 31 dice entre otras cosas que «las administraciones públicas aplicarán una política de racionalización y contención del gasto» con el fin de «garantizar la sostenibilidad presupuestaria». Otros anuncian medidas que podrían tomarse perfectamente sin necesidad de la ley (art. 33, el Gobierno «aprobará en el plazo de seis meses un plan de austeridad y calidad del gasto») o autorizan actuaciones que ya son posibles con la legislación actual, como la participación de los organismos públicos de investigación en empresas privadas de base tecnológica (art. 65). Finalmente, algunas disposiciones son curiosas, por decir algo. Mi favorito es el artículo 27, donde se establece que las entidades de crédito «deberán evaluar la solvencia del potencial prestatario, sobre la base de una información suficiente».
Volveré sobre esta perla en mi próxima columna.

domingo, 20 de diciembre de 2009

También los fariseos comen marisco


Féix de Azúa en El Periódico de Catalunya


En un espléndido reportaje, David Foster Wallace describió los rituales del Festival de la Langosta de Maine, un festejo gastronómico en el que cada año se consumen cientos de toneladas de langosta, parejo a esas fiestas en las que los asistentes devoran montañas de caracoles. Todo muy jovial, familiar y tradicional.
Luego procede a explicar cómo se cuecen las langostas y por qué hay que hervirlas vivas si queremos mantener su sabor, el silbido que producen al agonizar así como cuánto tardan en morir. También expone de modo escueto el sistema nervioso de los crustáceos para disipar dudas sobre su capacidad para sentir dolor y otros datos que permiten deducir las ingentes cantidades de dolor que causamos cada vez que nos comemos un filete de ternera, una lubina al hinojo o un conejo a la mostaza. Se puede leer en español: Hablemos de langostas (Debolsillo).
Es cierto que los humanos infligimos terribles torturas a los animales, incluso cuando los amamos. Es cierto también que el toro sufre en la plaza. Sin embargo, el argumento del dolor no basta para sostener moralmente una prohibición como la que quizá tenga lugar en Catalunya. Escribo esta columna antes de que se haya votado, de modo que su contenido no responda al resultado. Adivino que se impondrá la prohibición porque no he visto ideólogos con mayor talento para hacerse enemigos que la casta política catalana. Allí en donde pueden prohibir, prohíben; donde pueden imponer, imponen; donde pueden obligar, obligan. Es un Gobierno que no estima la decisión personal, la moral propia, la responsabilidad individual. Solo le gusta lo gregario y lo obligatorio.
Sea cual haya sido el resultado, no creo que la prohibición obedezca a la compasión, a la bondad, a la piedad. Creo que se debe a razones ideológicas que distinguen al toro en lugar de la langosta o el cabrito por motivos de oscura irracionalidad. Estos mismos represores, obligados a una legislación real sobre maltrato animal (circos, festejos de pueblo, estabulación, transporte), serían inmensamente crueles.

sábado, 19 de diciembre de 2009

jueves, 17 de diciembre de 2009

Del clamor al pinchazo


Francesc de Carreras en La Vanguardia.

El resultado de las consultas informales que tuvieron lugar el domingo pasado sobre los deseos de independencia de Catalunya hay que encuadrarlas en el clima político de los últimos meses, resultado de un proceso de muchos años. ¿Cuándo comenzó este proceso? La fecha inicial de todo desarrollo histórico siempre es difícil de precisar y la tentación es siempre remontarnos hacia muy atrás. Pero no hay espacio para ello y nos situaremos en un marco de referencia más inmediato, por ejemplo, justo antes del verano pasado, tras el acuerdo de financiación del cual todavía no tenemos resultados ciertos.
Fue entonces cuando, a falta de otros motivos de queja, se empezó una nueva campaña: la supuesta ilegitimidad del Tribunal Constitucional para dictar la sentencia sobre el Estatuto de Catalunya, seguida de todo tipo de invectivas contra dicho órgano jurisdiccional que han llegado a poner en duda la legitimidad democrática de la Constitución y del Estado. Incluso algunos consejeros de la Generalitat llegaron a sostener que había que incumplir la sentencia. El ambiente se fue, pues, caldeando a lo largo del verano. En septiembre tuvo lugar la primera consulta en Arenys de Munt con una participación ciertamente notable, el 41% de un censo basado en el padrón municipal. Animados por este resultado, los promotores emprendieron la tarea de extender el experimento a otros municipios. De ahí el simulacro de referéndums del pasado domingo.

Para analizar el resultado, deben hacerse algunas advertencias. Estos 166 municipios, en total unos 700.000 habitantes, tienen ciertas características especiales. En primer lugar, la inmensa mayoría son de muy reducido tamaño: 74 de ellos tienen menos de 1.000 habitantes y otros 50 entre 1.000 y 5.000. Restan, por tanto, otros 41: 22 no llegan a 10.000, entre esta cifra y 20.000 hay otros 14 y sólo 5 superan los 20.000, el más poblado –Sant Cugat– 59.000 habitantes. En segundo lugar, son municipios en los que predomina el voto nacionalista, por este motivo han adoptado el acuerdo de celebrar estas consultas. En tercer lugar, las garantías de limpieza electoral son escasas ya que toda la organización y control ha ido cargo de los partidarios del sí que, además, son los únicos que han hecho propaganda. Por último, en estas votaciones el único dato importante es el de la participación, ya que los contrarios al voto afirmativo casi ni siquiera han ido a votar.

Como se sabe, los resultados globales han constituido una gran decepción para los promotores: esperaban el 40% de participación –igualando el dato de Arenys de Munt– y esta ha alcanzado sólo el 27%, del que hay que descontar a favor de la independencia algo más de un 5% de votos negativos, nulos y en blanco. Además, si observamos los resultados con detalle, el descalabro ha sido mucho mayor. De los cinco municipios que superan los 20.000 habitantes, sólo Vic, feudo tradicional del nacionalismo, supera la media con un 42% de participación. Los demás han obtenido cifras muy inferiores: Sant Cugat 25%, Vilanova 16%, Vilafranca 21% y Premià de Mar 15%. En general, cuanto más cercanos a Barcelona, menor participación.

Hagamos ahora un ejercicio de extrapolación. Imaginemos que hubieran votado las grandes urbes industriales: Barcelona, l'Hospitalet, Badalona, Tarragona, Cerdanyola, Rubí, Reus, Sabadell, Terrassa, Santa Coloma, Cornellà, Lleida, Girona. A la vista de los datos anteriores, y teniendo en cuenta los habituales resultados electorales, la participación hubiera sido ínfima, mucho menor que el 18-20% que tradicionalmente dan los sondeos de opinión al independentismo. Se entienden así el desconcierto y las disputas de los promotores en la misma noche electoral.

Algunas consecuencias tendrán estos resultados. Apuntemos dos. En primer lugar, se ha pinchado el globo de la desafección a la España constitucional. Téngase en cuenta que estas consultas se habían planteado no sólo como un voto a la independencia sino también como una expresión del malestar por el trato que "España" da a "Catalunya": escasa autonomía, mala financiación y ataques continuos. También como un aviso de lo que podría pasar tras la sentencia del TC si fuera desfavorable al Estatut. A la vista está todo: desafección muy poca y reacciones contra la sentencia todavía menos. En segundo lugar, los resultados muestran una vez más que existen dos Catalunyes: la de la calle, la del catalán razonable y sensato, el catalán dotado de seny, que se preocupa de la política en la medida que pretende que sus impuestos sirvan para obtener el mayor rendimiento posible en libertad, igualdad y servicios públicos; y la Catalunya idealizada de la mayoría de la clase política –cargos públicos, partidos y medios de comunicación– que nos presentan un panorama apocalíptico de unos catalanes oprimidos y atacados por la malvada España de siempre.

Existen, no cabe duda, nacionalistas que, muy legítima y dignamente, pretenden que Catalunya sea independiente. Pero son relativamente pocos y esta es una ocasión para que mediten sobre su fuerza real. Pero las consultas del domingo deben hacer recapacitar sobre todo a otros catalanes, no tan dignos, que utilizan a los independentistas para defender sus propios intereses, muy distintos, desacreditando a la democracia constitucional con populismo y demagogia. Hasta el domingo, la desafección les parecía un clamor casi unánime. Pues bien, el globo se les ha pinchado y tendrán que acudir a otros argumentos.

martes, 15 de diciembre de 2009

Todo por la patria


Ramón de España en El Periódio de Catalunya.

Cuando el presidente Montilla decidió poner la cultura catalana en manos de ERC, no fuimos pocos los que nos echamos a temblar, conscientes de que para los nacionalistas la cultura, como todo lo demás, es una cuestión identitaria centrada en la lengua. Lo volvemos a comprobar ahora con esa ley que aspira a la paridad idiomática en los cines catalanes, una paridad que, por cierto, se saltan a la torera (con perdón por el uso de metáfora tan española) en el teatro, la educación y muchos otros ámbitos. Evidentemente, el subtitulado en catalán no les convence, pues se han dado cuenta de que el espectador de aquí es igual de patriótico que el de allí (en el sentido de que muestra una gran aversión a leer rótulos) y de que lo importante es que Indiana Jones y Harry Potter se expresen en un correcto catalán. No se atreven a decir, a la manera franquista, que la exhibición de películas en idiomas extranjeros atenta contra las esencias de la patria, pero todo se andará.
Según una encuesta de distribuidores y exhibidores, el 69% de los espectadores de nuestra comunidad prefiere el doblaje castellano al catalán, por el que se inclina el 31% restante. A falta de una encuesta encargada por ERC (en la que, sin duda, los partidarios del doblaje al catalán serían el 99% de los entrevistados), lo más normal sería acogerse a las leyes de la oferta y la demanda y doblar el 69% de las copias al castellano y el 31% al catalán, pero eso significaría algo que ningún nacionalista está dispuesto a hacer: aceptar la realidad. Es mucho más bonito vivir en la ficción, y como te lo puedes permitir porque a tus socios de gobierno la cultura también se la suda, pues adelante con los faroles. Y si por el camino te cargas una industria ya depauperada, pues qué se le va a hacer. ¿O es que se puede hacer una tortilla sin cascar los huevos?
La negación de la evidencia es una condición sine qua non para todo nacionalista que se respete. Para esa gente, un país no es cómo es sino como ellos creen que ha de ser. Y si ERC ha decretado que Catalunya es un país monolingüe, con el beneplácito de un PSC en el que los señoritos de Sarrià han sido sustituidos por los charnegos agradecidos del Baix Llobregat, a los unionistas inadaptados solo nos queda el derecho al pataleo.

domingo, 13 de diciembre de 2009

¿A quién molestaba Jordi Solé Tura?


Miguel Porta Perales en ABC


SORPRENDE que a Jordi Solé Tura no se le concediera la Creu de Sant Jordi hasta 2007, cuando la enfermedad que padecía estaba ya en fase avanzaba. Sorprende que sólo se le concediera la Medalla d'Or de la Generalitat el mismo día de su muerte. Con toda la razón del mundo, su hijo declaró que «a mi padre le faltó el reconocimiento institucional». Nada de lo sucedido con Jordi Solé Tura debe extrañarnos. Lo que hubiera sido extraño es que al personaje se le reconocieran sus méritos.
Seamos realistas, miremos a nuestro alrededor, prestemos atención a lo que, desde hace treinta años, dicen y hacen los políticos catalanes con mando en plaza; hagamos todo eso y, a renglón seguido, formulemos algunas preguntas como las que a continuación siguen. ¿Quién iba a reconocer a un personaje que escribió que la historia del nacionalismo catalán es la historia de una revolución burguesa frustrada, que el nacionalismo catalán surgió para dar respuesta a la debilidad de una burguesía incapaz de mandar en España? ¿Quién iba a reconocer a un personaje que —además de abandonar el comunismo y criticar el independentismo y la autodeterminación— señaló que no debía cuestionarse de manera substancial y sistemática el concepto de una nación española? ¿Quién iba a reconocer a un personaje que, a la manera de la Constitución que él contribuyó a redactar, reivindicaba la existencia y legitimidad de la idea de nacionalidad?
Por mucho que Jordi Solé Tura hablara de la descentralización del Estado y de la distribución de poder político, por mucho que preconizara la lógica autonómica con vocación federal, al personaje no se le perdonó que afirmara que el nacionalismo llevaba a un callejón sin salida al cuestionar sistemáticamente el modelo político del Estado de las Autonomías establecido por la Constitución. Y hoy, Jordi Solé Tura resulta más actual que nunca por haber percibido, con décadas de antelación, que al nacionalismo catalán de uno u otro signo le mueve el electoralismo o el aventurerismo.
Jordi Solé Tura molestaba a los comunistas, porque había abandonado el barco criticando el mesianismo y reivindicando el pluralismo, el laicismo ideológico, los valores liberales y el humanismo; a los socialistas, porque desconfiaban —«la izquierda catalana es como un país de ciegos», dijo en cierta ocasión— de alguien que desembarcaba en el PSC a bombo y platillo poniendo en apuros —poder, cargos e ideología— a los socialista de toda la vida; a los nacionalistas, porque no tragaban que les acusara de exacerbar permanentemente el conflicto con el estado —victimismo, enemigo exterior, política identitaria, mala administración— a mayor gloria de sus particulares intereses. Jordi Solé Tura, en definitiva, molestaba por «traidor», «oportunista» y «botifler». No era nada de eso. Jordi Solé Tura tuvo sentido del límite y conciencia de las prioridades. Un demócrata amigo del consenso y el pacto. Por eso molestaba. Finalmente, el reconocimiento ha llegado en una muestra —ahora sí— de oportunismo político de manual.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Carta a un ciudadano


Xavier Pericay en ABC

Sería mucho pedir, supongo, que fuera usted un ciudadano de Sant Jaume de Frontanyà. Como el pueblo, según el censo de 2006, tiene 31 habitantes —lo que le confiere el muy alto honor de ser el municipio más pequeño de Cataluña—, convendrá conmigo en que las posibilidades de que sea usted uno de ellos son bastante bajas. Aun así, imaginemos, si le parece, que este es el caso. ¿Qué tal se siente, hoy? ¿Animado? ¿Frío, frío, como el tiempo? ¿O lleva un calentón de esos que marcan época? Nada, nada, usted a lo suyo, que hoy es sábado y toca relajarse. O sea, un buen paseo y luego a descansar. Sí, ya sé que en alguna parte del pueblo le habrán montado un simulacro de referéndum sobre la independencia de Cataluña. Créame, ni caso. Son cuatro y el cabo. ¿Que en Sant Jaume de Frontanyà nunca son muchos más? Es cierto. Pero, aun así, no se deje llevar por la ira, ni siquiera por la preocupación. Usted a lo suyo, insisto, que hoy es sábado.
Y si no es usted, como me figuro, un ciudadano de Sant Jaume de Frontanyà, sí puede serlo de alguno de los 160 municipios que han organizado para mañana domingo un guiñol semejante. Aquí la cosa ya cambia. Y es que, si sumamos entre sí a todos los votantes potenciales de esas localidades —los organizadores de la consulta permiten votar incluso a los que tienen entre 16 y 18 años—, obtenemos un censo de más de 700.000 electores, lo que no está nada mal. Pero, aun así, no vaya usted a alarmarse cuando tropiece, allí donde esté, con alguna de esas mesas petitorias. En primer lugar, porque habrá que ver, claro, cuál es, finalmente, el índice de participación. Y, luego, porque toda esta movida cuenta con el apoyo, activo o pasivo, de cuantos poderes públicos posee la autonomía catalana. Y de cuantas entidades y cuantos medios públicos y privados son financiados por esos mismos poderes. Eso es motivo de vergüenza, sí, pero no debería serlo de alarma. Al menos de momento.
El teatro político catalán, como decía hace un par de días el editorial de uno de los pocos medios independientes radicados en Cataluña —el digital Factual—, se halla mucho más cerca de un sainete que de una tragedia. Y como tal debe ser tratado.
Ahora bien, tanto si es usted un ciudadano de alguno de esos 161 municipios como si no lo es, tanto si vive en Cataluña como si reside en otra parte de España, le ruego que no se tome a broma lo que está sucediendo en esta Comunidad Autónoma, bajo la complaciente mirada de Don José. Las comedias son para reírse, sí, pero también para sacar de ellas algunas enseñanzas. Y, en la que nos ocupa, hay una, a mi juicio, fundamental. Hasta aquí hemos llegado. Siempre cediendo, siempre a la defensiva, siempre permitiendo que el nacionalismo vaya laminando nuestros derechos. Quizá ya va siendo hora de decir basta. O, lo que es lo mismo, de pedirle al Estado amparo.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Morir con honra


Albert Boadella en Factual



Sería absolutamente incoherente que el parlamento regional no votara en contra de las corridas. Perdería todo sentido el trabajo de tantos años elaborando, día a día, la versión de una España de tradiciones bárbaras, una España tosca e intolerante, frente a la pacífica región de la sensatez, el entendimiento y la modernidad. No iban a desaprovechar una ocasión tan vistosa para poner una pizca más de distancia.

Sin embargo, debemos reconocer que se les ha servido en bandeja esta nueva ocasión que les permite exhibir diferencias. Hacía muchos años que, en Barcelona, la afición a la tauromaquia había decrecido considerablemente. La realidad implacable de La Monumental era la de una plaza sin público (si exceptuamos el fenómeno Tomás, marcado en parte por el incentivo esnob). Descifrar las razones de la decadencia es relativamente sencillo. Hay que aludir necesariamente a un empresario instalado en la inercia que, durante varias décadas, ha demostrado su incapacidad por hacer frente a la situación creada al finalizar la dictadura. Ésta fue la circunstancia que aprovecharon los afectados por el virus étnico para purificar la región de aquellas cosas que, según su mollera, no pertenecían a la improvisada ortodoxia regional del momento. La irradiación de sus ardores revanchistas consiguió que también los toros se convirtieran en un fenómeno anacrónico, con cierto tufo del pasado franquista. En definitiva: asistir a una lidia no era algo culto, ni correcto, ni mucho menos del país.

Hoy, no tiene ningún sentido encararse ante la irreversible realidad. Por un lado, estamos ante una nueva oportunidad para la política de limpieza étnica en su versión de chicha y nabo. Por el otro, se trata de una actividad ruinosa por falta de clientela. Visto el panorama, es mucho mejor que la decisión del parlamento sea prohibir los toros, así por lo menos finalizarán con honra. Nada sería tan lamentable para los aficionados como dejarnos exhibiendo la decadencia. Por mi parte, además de Madrid, me quedan Nimes y Arles para no tener que soportar las gansadas del régimen. De nuevo, la libertad está en Francia. ¡Como si el tiempo no hubiera pasado!

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Conocimiento del medio


Federico Jiménez Losantos en El Mundo.


ES LÓGICO que una heroica profesora del colegio Sanchis Guarner de Valencia suspenda a una alumna de 10 años, al parecer brillantísima, por contestar en español -que es como llaman al castellano en todo el mundo- y no en valenciano una pregunta en la asignatura Conocimiento del medio. Si no se conoce el medio educativo, es difícil aprobar. Y hay que saber que ese medio está compuesto de progres por convicción o autoprotección que hacen de la negación del español por todos los medios el fundamento de su identificación política y de su promoción profesional. La niña que contaba el lunes su odisea educativa tiene al parecer las mejores calificaciones en lengua valenciana -espero que no sea el catalán por liebre que acostumbran a dar los catalanistas de Valencia y Baleares-, pero no se trata de saber bien valenciano, o catalán o gallego. Se trata de aprender a obedecer en materia lingüística, que es la vía regia para obedecer en todo a lo que manden los que manden, que siempre deben ser los progres. En ese medio, al menos.
Hay que conocer el medio de la profesora suspendedora y del fiero inspector de Camps, sí. Y para ello basta reparar en el calificativo elegido para descalificar al padre: «Fanático», adjetivo extensible a la niña porque «hace lo que el padre quiere». De «fanáticos» estaban llenos los psiquiátricos de la URSS. «Fanático» llamaban a Soljenitsin los progres de la Transición cuando dijo que para dictadura, el Gulag. Y Juan Benet dijo que gente como Soljenitsin justificaba de sobra que hubiera campos de concentración, aunque lamentaba que no fueran más eficaces. Pues bien, aquellos progres que ya en el 76 eran hegemónicos en ámbitos como la educación y el periodismo, hoy los controlan y gobiernan despóticamente. La lengua es en las regiones bilingües arma de represión de disidentes y de identificación con el medio, o sea, el rebaño. Camps debería hacer lo único que el PP nunca ha hecho allí, en Baleares o en Galicia: que la lengua vehicular de la enseñanza pueda ser el español para quien lo pida. Eso dice la Constitución que defienden, o no. Primera y única lección de conocimiento del medio pepero educativo: nunca molestar al PSOE y los nacionalistas, que nos llamarán fanáticos, qué miedo. Todo, hasta la EpC en inglés, menos garantizar de verdad, no de boquilla, la libre elección de lengua en la enseñanza, no sea que la gente elija español. Sí: conocemos el medio.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Esa peculiar forma de gobierno


La opinión de Ángel Sánchez Ponce

Después de un prolongado silencio, el Gobierno alberga fundadas dudas sobre la constitucionalidad de ciertos aspectos de la Ley de Educación de Cataluña (LEC). No es que pretenda presentar recurso de inconstitucionalidad, no, que para ponerse a mal con el nacionalismo ya está el PP (amén de la inconveniencia de irritar al tripartito), sino que, más bien, su deseo es abrir una serie de encuentros con la Generalitat en los que cada parte explique su postura, mediante escenificación, para luego aplicar lo que quiere el Gobierno regional, y mantener así, el estatus de ‘Gobierno amigo’ del catalanismo que tantos réditos políticos le ha comportado. Y no es que esto lo diga yo, es el mismísimo consejero de Educación de la Generalitat, señor Maragall, quien lo explica al afirmar que el Gobierno Central tiene la “firme voluntad” de no presentar recurso de inconstitucionalidad a la LEC. El socarrón Maragall se permite el lujo, además, de ironizar sobre la lentitud del TC (que tan bien le ha ido al Gobierno al que pertenece, por cierto) para dictaminar sentencias y, en alusión directa al recurso presentado por el PP, manifestar, con toda la sorna de que es capaz que "cuando el Constitucional dictamine la sentencia, la educación catalana ya habrá cambiado". Así de fácil es, para algunos, saltarse la ley en España y, en eso, el Govern es tremendamente experto.

A pesar de la teatralidad con la que se quieren envolver los contactos, no deja de ser una bajada de pantalones y un sapo difícil de tragar para ciertos sectores de la izquierda española (los más críticos con la ‘nueva izquierda’, por decirlo con palabras de Leguina, y algunos más), que ven, con incipiente hastío, cómo sus socios catalanes generan una disputa más a añadir a la lista, ya excesivamente larga: la temeridad de la que hicieron gala al reformar el Estatuto, el quasi cisma -finalmente abortado- entre socialistas andaluces y catalanes por la financiación autonómica, las estrafalarias amenazas de desacato a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto, las continuas advertencias sobre el voto rebelde en el Congreso y la independencia del PSC respecto del PSOE y la vulneración, una vez más, de la Carta Magna por parte de la LEC, son una breve muestra de ello.

Sin embargo, a quien más afecta e incomoda esta peculiar forma de gobierno, generación un problema donde no lo hay y resolución chapucera, es a la sociedad catalana. Es notable la predisposición del tripartito a abrir conflictos entre catalanes y entre catalanes y el resto de españoles, perdonarán, pues, ustedes que copie a Fernando del Pulgar y afirme que “no hay más tripartito, si no más conflictos habría”; causa esa, sin duda, de la creciente abstención en las distintas consultas electorales que se han sucedido últimamente en Cataluña. ¡Y luego, como las falsas plañideras, se rasgan las vestiduras!

viernes, 27 de noviembre de 2009

El sujeto sin resquicios


Arcadi Espada en El Mundo


Sigue sobresaltándome el ver a Cataluña convertido en sujeto sin resquicios. «Cataluña pone ya en marcha….» decía ayer este periódico. Durante muchos años una escasa y reculante razón local trató, sin éxito, de denunciar la sinécdoque. Esto es, que la parte nacionalista no se apoderara del todo catalán. Los socialistas se apuntaron con frecuencia a la denuncia y hay cientos de ejemplos en los antiguos diarios de líderes socialistas que acusaban a Jordi Pujol de usurpación y de abuso de Catalunya. Este, por ejemplo, del 2003, y no de nadie. Pasqual Maragall: «Mucho tiempo, demasiado tiempo, en Cataluña se han confundido persona y partido, partido y patria. Incluso se ha pretendido traspasar esta confusión como si fuera una herencia patrimonial. Yo no soy Cataluña más que en una parte infinitesimal.”

Un ejercicio sarcástico, aunque elemental, es cambiar el apellido Pujol por Montilla: las palabras de los líderes socialistas de entonces adquieren así una instructiva proyección en el tiempo. Pero sólo se trata de estériles ejercicios melancólicos. La realidad es que la sinécdoque ha dejado de existir. Cuando los periódicos y Montilla utilizan el sujeto sin resquicio se atienen a la verdad. Ya no hay nada, ni nadie fuera. O sólo escurriajas, que es la forma charnega de decir escurrajas por el efecto simpático del catalán escorrialles: desecho, desperdicio, borra. Lo más interesante de esta adhesión socialista al nacionalismo, que ha acabado por abotonar al sujeto, se ha producido en una época de “avance nacional”, como ya le gusta decir ahora al propio Montilla. Es decir, no porque el autogobierno de Cataluña hubiese disminuido abruptamente; no porque se atentase contra algunas posiciones básicas de los socialistas respecto al Estado de las Autonomías. Nada de eso: los socialistas no han plantado cara en defensa de nada: sólo se han subido al pescante: ellos, al fin, son también Catalunya.

La última noticia es que no sólo ellos. Aún no lo registran explícitamente los periódicos, que son la última aduana, pero el Partido Popular ya está llamando con esperanza a la puerta. Esto no es una impresión poética, sino la decantación estricta de la realidad. Valga para demostrarla la solemne ceremonia de constitución del nuevo Consejo de Garantías Estatutarias, que contó anteayer con la presencia activa del presidente de la Generalitat. El recurso de inconstitucionalidad que el Partido Popular presentó contra el Estatuto incluye ese Consejo. Pero entre los miembros fundacionales estaba ayer el de un magistrado propuesto por el PP. Se supone que estaba por algo más que para trabajar por la disolución inminente del Consejo. Desde luego. Estaba para no verse de resquicio de la mancebía.

sábado, 21 de noviembre de 2009

El castellano, en la intimidad


Arcadi Espada en El Mundo.


Si España fuera un país con algo más de grosor el entonces presidente Aznar jamás habría dicho en aquella ocasión memorable que hablaba el catalán en la intimidad. “Catalán” e “intimidad”, juntos, traen mal recuerdos. Cuando el general Alvarez Arenas entró en la ciudad escribió en sus muros: «Estad seguros, catalanes, de que vuestro lenguaje, en el uso privado y familiar, no será perseguido.» Y el voluptuoso Galinsoga, director de La Vanguardia Española, remató pocas semanas después: «Quédense para la recóndita intimidad los coqueteos lingüísticos, la expansión más o menos romántica o más o menos reticente de otras lenguas.»
Mentar la lengua y la intimidad en Cataluña es como mentar la soga donde el ahorcado. Pero nadie quiso recordar entonces, fuera de algunas ironías de medio pelo: eran los tiempos del Majestic.

La intimidad vuelve a asociarse con la lengua en Cataluña. Lenta, esforzadamente, pero sin tregua, el nacionalismo trata que el castellano abandone el espacio público de Cataluña. Desde hace tiempo la policía lingüística sanciona a los comercios extravagantes. Ayer el Consejo Audiovisual de Cataluña, el llamado CAC con todas las letras, obligaba a cuotas lingüísticas a las emisoras privadas. Y hoy es el Ayuntamiento de Barcelona el que estrena un manual de usos lingüísticos que expulsa a la lengua castellana de la urbanidad. Más bien sanciona su expulsión, porque el hecho en sí es antiguo. Baste el enternecedor ejemplo de lo que hacen con los niños cuando llegan los Juegos Florales: en los colegios de cada distrito les dejan escribir en castellano y en catalán sus composiciones; pero cuando la noble justa llega a la ciudad sólo pueden competir los catalanes. Y es que como hay lenguas hay lenguados.

La decisión municipal no se limita a la expulsión pura y simple de la lengua. Eso habría sido botín de conquista, galinsoga. El mundo progresa, y básicamente gracias a la socialdemocracia. El municipio se limita a disponer todo, absolutamente todo, en catalán. A la vista, relucientes y limpios, ahí están: impresos, sellos de goma, matasellos. En la trastienda, sin embargo, hay de lo mismo en castellano. Existe, desde luego. Pero no a la vista. ¡Está mal visto! Hay que reclamarlo. Esta es la imagen que conviene retener. Este momento de inclinación. La violencia (simbólica, ep!, ¡somos semióticos y socialdemócratas!) del que suministra un poco de metadona para la adicción españolista.

La íntima y alucinatoria violencia por la que pasa el que debe rogar al Estado que le hable y le escriba en la lengua oficial del Estado.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Listas herméticas


Jorge M. Reverte en El Periódico de Catalunya.


¿Listas abiertas? Se ha abierto el melón. Al menos hay cierta polémica sobre las fórmulas de representación política en nuestro país. Y sobre la actuación y las normas por las que se rigen los partidos políticos, base del sistema. Aunque no sabemos hasta cuándo van a permitir los políticos que haya esta polémica.
Una de las cuestiones esenciales es justo la de las listas abiertas, es decir, las presentadas a los electores para que elijan no solo el partido al que le dan su confianza, sino también en qué personas lo hacen. El presidente de la Generalitat, José Montilla, se mostró ayer contrario al sistema porque –según él– ha fracasado en otros lugares de Europa y porque muchas veces se elige al candidato que representa a un lobi poderoso o al más mediático.
En España hubo experiencia de ello. Durante la Segunda República, el político más votado en Madrid lo fue por ese sistema. Se llamaba Julián Besteiro y sacó más votos que su partido, y muchos más que sus contrincantes. No fue una mala elección. Era un profesor de Filosofía que no ejercía el populismo ni representaba a ningún lobi poderoso.
En todo caso, ¿qué alternativa hay? Pues la que hay, o sea, lo que tenemos ahora. Un sistema de listas que más que cerrado parece hermético. Los ciudadanos suelen conocer solo al primero y, a veces, al segundo de la lista (segunda, perdón, que la paridad lo exige). Y basta. Los partidos suelen colocar en esos lugares a los más mediáticos. Pero, de una manera sistemática, colocan a los representantes de un poderoso lobi, que es el propio partido. Ahí nadie puede tocar nada.
No se puede rechazar con el voto a personas que pueden tener un historial dudoso. Los partidos, hay que insistir en ello, se han convertido en sociedades herméticas, gobernadas por un lobi con sus propias leyes internas, sin ninguna transparencia y sin democracia interna (pese a que la Constitución les obliga a ello).
Entonces, ¿qué garantías superiores nos ofrecen los partidos para que los mejores sean los que figuran en las listas? Pues, para ser precisos, ninguna. Y resulta ofensivo escuchar a los dirigentes políticos cuando hablan de que escogerán a los mejores, como acaba de decir Rajoy. ¿Es más fiable el dedo de Rajoy o el de Zapatero que la voluntad de los electores? Yo, francamente, lo dudo. Con listas abiertas, los que estén en las listas tendrán que contarnos algo para tener nuestro voto.
Los diputados socialistas que traicionaron al partido de Madrid fueron en las listas por una negociación de lobis, por un chalaneo de apoyos. Y luego, pasó lo que pasó.
Lo lamento, pero me parece que la primera incursión del presidente José Montilla en el asunto ha sido muy negativa.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Contra Catalunya. (y 50)

Con este post acabamos la serie dedicada a "Contra Catalunya", el libro que escribió en 1997, Arcadi Espada.




Per acabar d´un cop per tots amb el pujolisme, aquesta acultura, aquesta aridesa contínuament enmascarada amb la declamació, l´esquerra no necessita només guanyar unes eleccions. Necessita dir alguna cosa nítida: ja n´hi ha prou. O sigui, desplaçar el nacionalisme del centre del debat polític i cultural de Catalunya. O sigui, anunciar a la golosa proximitat ritual del tercer mil-leni que els problemes veritablement importants dels catalans ja no depenen del plet entre Catalunya i Espanya, que el plet s´ha acabat. Si més no que s´ha acabat pels pròxims cinquanta anys. Es tracta d´una precisió merament personal: és que aspiro a viure´ls.
El català avui existent arrossega, com el cotxe dels casats de nou, un rast de llaunes. Pertot on va l´acompanya aquesta murga. Qualsevol moviment que fa, aquesta murga el jutja. D´aquesta manera, el català avui existent ha optat per quedar-se quiet. Els esperits gregaris, per no molestar. Els esperits sensibles, per evitar el mareig. El català avui existent té la seva metàfora i el seu símbol -i el museu d´història nacional treballa per incorporar-los aviat a una de les sales- en aquesta col-lecció de mims que s´aposten immòbils, a tota hora, a la rambla de la meva ciutat. L´única ambició que tenen és que no es noti que respiren. És un treball dur. Entumeix. El pitjor que té és potser aquesta vellesa prematura que presagia. O les mofes dels nens, llibertins incapaços d´apreciar l´esforç i la subtilesa de la posa. En recompensa al seu virtuosisme, els que passegen els tiren monedes. Encara sort que el negoci va francament bé.

Contra Catalunya. (49)


Les sales del Museu d´Història de Catalunya han estat organitzades des d´aquesta concepció del present i el resumeixen amb una concisió i una transparència molt estimables. A la iconografia exposada no hi ha grans aspreses retòriques. No és un museu que pugui ofendre ningú, ni tan sols investigant-ne les seves zones nacionalment més erógenes. Té un discurs d´una lleugeresa ingènua en moltes de les fases. Una mostra quasi contínua, en fi, de la pròpia irrellevància. Amb tot, a la porta de sortida hi espera una pregunta objectiva, una pregunta que tothom pot fer-se per poc que eviti l´enlluernament patriòtic: ¿Com és possible que un país habitat per gent tan lúcida, com cal, noble i valerosa, que ha presentat una superioritat tan manifesta respecte dels seus veïns propers, com és possible, sent tan innocent i sembrat com està de raó i de bon gust, que aquest país de museu hagi perdut totes les batalles decisives de la Història? Aquesta pregunta, des del nacionalisme no té resposta possible. Qualsevol temptativa de resposta hauria d´admetre en algun moment com a mínim dues hipòtesis: que els catalans implicats des de l´origen dels temps a la construcció de la raó nacionalista i del seu espai físic i moral van cometre errors, errors propis, imputables a la seva ingenuïtat, a la falta de preparació cultural, política, econòmica, a la debilitat intel-lectual o fàctica de molts projectes seus, i també s´hauria d´admetre una segona hipòtesi: que potser per molts catalans -presents a la terra ja fos durant el regnat de Felip V o bé durant la dictadura de Franco- algunes derrotes no van ser tals. Però el nacionalisme català, si més no aquest nacionalisme l´apoteòsica construcció del qual m´ha tocat viure, no pot admetre´n cap, d´aquestes dues hipòtesis, sense posar en perill la pròpia supervivència. A la història que presenta el museu -és a dir a la història oficial de Catalunya- no hi ha ni tan sols allò que tota nació ha de ser capaç d´ensenyar als seus fills: reis dolents o hechizados o corruptes, negres llegendes de crueltat o d´incompetència, fellons traïdors embastats a les costures de la pàtria. El malvat oficial de Catalunya es diu Antonio López y López. És l´únic dels múltiples negrers catalans que se senyala amb el dit: i és que va néixer a Comillas.

martes, 10 de noviembre de 2009

Contra Catalunya. (48)


A Catalunya es parlen i s´escriuen el català i el castellà. És el que està passsant ara i es l´única cosa que m´interessa. Tres milions tenen una llengua com a primera i tres més hi tenen l´altra. Ningú renunciarà a les seves herències. Els tres milions de castellanoparlants no exerceixen -per simplificar- el poder econòmic ni el polític ni el cultural. Però la seva llengua és molt més poderosa -en termes de mercat global- que l´altra. Els catalanoparlants no ho ignoren, però volen fer compatible la disposició del mercat amb la disposició dels sentiments. No és senzill. Sobretot perquè els catalanoparlants no podràn fer amb la llengua el que no han pogut fer amb l´economia o amb la política. És a dir, no podran exercir el poder amb tota plenitud: l´hauran de compartir. Aquesta és la creu, i potser també la delícia, del plet espanyol. Durant aquests últims quinze anys de domini nacionalista, Catalunya ha viscut en una situació culturalment anòmala. La cultura d´expressió castellana no ha comptat amb el suport públic. Ni els llibres, ni el teatre, ni el cinema, ni les revistes, ni els mitjans de comunicació. És clar que això no ha posat en perill ni remotament la llengua castellana a Catalunya. Amb les disposicions del mercat en té prou per viure sanament. Qui se n´ha ressentit, de tot això, ha estat el conjunt de la cultura catalana. La llengua castellana no perilla pel fet que un teatre públic català no hagi programat mai de la vida ni un clàssic castellà: no estaria en perill la llengua anglesa si no es programés Shakespeare. Tampoc és un perill per la castellana que molts estudiants estrangers evitin venir a les universitats catalanes per causa de les dificulatts lingüístiques suplementàries, reals o imaginades però d´efectes concloents. No fan perillar tampoc la llengua castellana els plans d´estudi que practiquen la discriminació positiva amb els escriptors catalans de manera que Narcís Oller pot esdevenir més important que Baroja a l´imagianri d´un escolar català. No perilla la llengua castellana perquè Barcelona hagi deixat de ser algú al mapa de la producció audiovisual espanyola. Els qui perillem som nosaltres, els catalans. I els qui més perillen, segons la sentència del temps, són els més febles. Aquest Nadal passat vaig anar a veure un espectacle per no oblidar: una representació de "La extraña pareja", la comèdia de Neil Simon que fa quasi tres anys que representen a Barcelona. L´inoblidable no va ser, per descomptat, l´exhibició basta i vulgaríssima que es produïa a l´escenari, sinó el que passava a la platea atapeída. Quan els actors introduïen als diàlegs en castellà alguna expressió catalana, el públic es feia un tip de riure. No es tracta d´una gran novetat. A la dictadura també passava. Aleshores la gent se´n reia, del català, perquè els semblava pagès. Avui riuen del que mana. Els sembla que es vengen en privat de qui mana. Però al que mana li rellisca per l´esquena de gel, aquest riure d´ingènua subversió. El que mana sap que aquest públic, en la seva llengua, només consumeix teatralment això: "La extraña pareja", aquesta degradació. Que vagin fent.
Jo crec, de tota manera, que aquest paissatge està a punt de canviar. Els símptomes de fatiga són múltiples i els perceben fins i tot alguns dirigents del nacionalisme. La llengua catalana no pot tenir una força manera natural. El fracàs polític de Catalunya -tal com l´entenen els nacionalistes- no es pot escamotejar amb una pírrica victòria lingüística. Valdria més que anéssim mirant on estem i quines forces reals tenim. Que comencéssim a pensar el que diem, després de tants anys pensant en quina llengua ho diem. Convindria que s´acabés aquest consens patriòtic que ha estirilitzat el pensament crític -el pensament- a Catalunya i que ha fet possible l´hegemonia d´una política absolutament desproveïda del principi de la realitat, reaccionària i vulgar. Convindria esquinçar d´un cop el vel de Maia estès pel brahamanisme catalanòfol. Convindria que alguns mots desapareguessin. Contra Catalunya, per exemple.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Contra Catalunya. (47)


I, en contra dels espirituals que senten a cada paraula l´alè diví, són també pura matèria: no es destrueixen, només es transformen. És una altra de les obvietats que convé anotar aquí. No n´hi ha prou amb la vida d´un home per fer-se càrrec de les grans mutacions lingüístiques, però sí per veure´n molts dels graons. Un home -l´home modern, com a mínim- no neix i es mor en la mateixa llengua. Aquesta és una dada que tampoc volen observar els apocalíptics sentimentals, els desesperats que anuncien pels fills dels seus fills un futur en què ja no és parlarà català o espanyol. La característica destacada de l´última novel-la d´Eduardo Mendoza és la reconstrucció lingüística de la postguerra barcelonesa, sobretot del seu fragment burgès. Jo encara he sentit parlar com alguns dels seus personatges a porters d´hotel, a tatas i a pijos. Però estic segur que una part d´aquest lèxic, d´aquesta formaltzació lingüística, ja no la puc reconèixer. De determinats girs, o bé no en puc distinguir completament les raons de la pertinència o bé només hi puc constatar la meva estranyesa. Potser el diccionari em pot resoldre dubtes semàntics, però difícilment em portarà l´eco del seu sentit profund, la complexa xarxa d´associacions que l´autor ha teixit, deliberadadment o no. És veritat que les meves dues àvies parlaven, aparentment, la mateixa llengua materna que jo, i que quan sento "aljofifa" o "pringuezorra" em recordo d´elles i em commoc. Però la meva llengua ja no és enterament la seva i no deixa de ser significatiu que les pugui recordar gràcies a aquest inexorable procés de destrucció lingüística. És cert: l´activació del record es produeix, justament gràcies a la destrucció i a l´oblit. Pel fet que jo en dic "bayeta", de "l´aljofifa", puc recordar l´àvia. Si algun dia els meus fills troben "aljofifa" i van al diccionari, amb el llibre no podran recuperar sinó el sentit inmediat de la paraula. No les farà reviure les besàvies. En canvi, és probable que amb "bayeta" -imaginem que ells ja en diuen "vileda"- sí que els aparegui en un extrem remot del temps l´ombra entranyable de les àvies. Com sempre, la destrucció funda: per un previ imperatiu ontològic els records només s´alimenten amb materials d´enderroc. La capacitat evocadora d´una llengua depèn de la seva capacitat per morir i nèixer constantment.
Una llengua, al capdavall, no és més que qui la parla. ¿Desapareixerà el català, despareixerà l´espanyol? Aquestes preguntes tenen la mateixa pertinència i la mateixa inutilitat que preguntar-se si les catalans i els espanyols desapareixeran. En un cas o en l áltre tot dependrà del mercat. Quan surti a compte deixar de parlar i escriure en català o en espanyol, així es farà. I pot arribar un moment en què potser ja no sortirà a compte dir-se català o espanyol. Així es farà també. Les llengues -o el nom actual que els hi donem- poden desaparèixer. Sembla més difícil, però, que desaparegui la cultura que han estat capaces d´expressar. Avui llegim Homer o Tàcit com si fossin contemporanis nostres. I les previsibles dificultats que tenim per comprendre´ls no vénen especialment de les llengues en què escrivien sinó de la nostra personal ignorància de la cosmovisió en què les seves obres es van generar. En tot cas, aquesta mena de preguntes -¿quant li queda al català per caure, quant durarà al castellà?- són merament recreatives si no s´analitzen amb una perspectiva històrica suficient. Si formen part del nostre present, si surten cada dia als diaris, només és per pures raons polítiques. La verificació constant de l´estat d´ànim de les llengues espanyoles no és sinó una de les maneres principals amb què s´expressa el conflicte polític d´Espanya, la seva ambició i el seu fracàs.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Contra Catalunya. (46)


¿Com es pot explicar, en efecte, a un home que fa trenta o quaranta o cinquanta o seixanta anys que viu a Catalunya, que ha parlat sempre en castellà a casa seva, al carrer, als despatxos, que ha parlat als fills en castellà i els fills l´han respost, que se sent, a més amparat per la llei en els usos lingüístics, fins i tot en la reivindicació moral que el tros de terra on viu també és Espanya i forma part d´Espanya i per tant de la tradició, l´herència i els usos d´Espanya, com es pot dir a aquest home que aquesta llengua, que és a més la llengua de milers com ell, no és també la llengua pròpia de Catalunya? Què és Catalunya sinó ell i molts altres com ell? Fa poc, un parell d´anys, em van enviar a passar el vespre electoral a un casino andalús de Santa Coloma, un d´aquests locals on els veïns es troben els diumenges per fer-hi quatre balls, mirar la televisió i beure una mica de vi. Un lloc horrible, no ens hem d´enganyar, on ningú feia gens de cas al que pogués passar -políticament- aquella nit i on el soroll dels enginys musicals era completament eixordaor. Amb grans dificultats vaig poder agafar un home al fons de la barra i obtenir-ne un paràgraf crucial: "¿Amb la llengua, diu? No, no tenim cap problema amb la llengua. Aquí tot ho fem en castellà." És aquesta, la clau. No han tingut, òbviament, ni la força social, ni política, ni cultural per oposar-se a la ficció nacionalista en allò que els tocava més de prop. No hi ha hagut cap insurrecció visible. Han observat amb summa desconfiança -la desconfiança del pobre i el fotut que, donat el cas en què es troba no vol insistir més- els moviments d´aquells d´entre ells que volien fer de la llengua un poltre de tortura -pels altres, però també per ells mateixos- i no s´han adherit públicament a les seves intencions: però també han respost amb una indiferència esquerpa al projecte nacional català. No és el seu, no pot ser-ho. Estan disposats a pagar els petages; els seus fills parlaran en català quan toqui. Amb la professora, quan vagin a demanar feina o quan vulguin lligar, fins i tot. Per ells, l´aprenentatge de la llengua catalana és com ara el servei militar. Una cosa que cal passar, i de pressa, i procurant sortir-ne indemne. És clar que n´hi ha que planten cara: que deserten o es fan insubmissos. Sempre hi ha avantguardes revolucionàries. Però el cos de la tropa en té prou amb anar tirant. Ara: que a ningú se li acudeixi demanar-li esperit militar, perquè la tropa se´n riurà francament. ¿Com volen incorporar-los a aquest esperit, si una de les premises primeres de l´esperit, una de les seves encarnacions vertebrals, manté que ells no existeixen, o com a mínim que no existeixen a Catalunya? En efecte: no consideren que la identitat és a la llengua, els nacionalistes catalans? ¿I no és, per tant, coherent pensar en conseqüència que el que ha de servir per una llengua i per un home ha de servir també per una altra llengua i un altre home? Fa uns mesos, l´escriptor Emili Teixidor va parlar dels "nostres bastards" en un article publicat a el País. Uns dies abans me´l comentaba per telèfon i va ser més precís: "No es pot construir una nació sense els seus fills de puta." Això.

Contra Catalunya. (45)


Tanmateix,el president Pujol opina el contari: la tardor de 1998, quan començaven a sortir les primeres esquerdes en el front lingüístic, no va tenir cap inconvenient a declarar que la presència del castellà a Catalunya es devia a "un acte d´antiga violència". Es referia, segurament, al Decret de Nova Planta de Felip V o potser a la victòria franquista. Qualsevol d´aquestes hipòtesis estigmatitza la llengua castellana, al convertir-la en filla d´un acte de guerra i donar-li un caràcter unívoc d´expressió del mal, del qual, per descomptat, no es pot formar part, per exemple, la contribució dels inmigrants al progrés material i espiritual de Catalunya. Les paraules de Pujol, com tantes paraules seves, no es mereixen cap més comentari analític. Revelen un dels pecats originals del nacionalisme, el d´antropomorfisme lingüístic pel qual es confereix a la llengua caràcter, sentiments o intencions.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Contra Catalunya. (44)


Per desgràcia, m´h a tocat viure entre una gent que no pensa d´aquesta manera. Una gent que ha definit la llengua com a identitat -i que aquesta definició en treu alè polític, ideològic i vital. Com a identitat, No pas, ni tan sols, com la manera d´expressar la identitat, sinó com la identitat mateixa. L´any 1979, aquesta gent, la majoria i jo amb la majoria, va votar una constitució regional, l´Estatut de Catalunya, que deia en un dels primers articles: "El català és la llengua pròpia de Catalunya." Que ho recordi, ningú va dir res de significatiu en contra d´aquesta irrealitat semàntica, cultural, sociològica i política. L´any 1979, la majoria dels catalans tenia com a llengua d´ús habitual, prioritari, el castellà. No sé què li passava a Catalunya, però això era el que passava als catalans. Aquesta situació era el producte d´una necessitat i d´una ignonímia. La necessitat -la doble i recíproca necessitat: dels inmigrants i dels catalans- era la inmigració. La ignonímia era el franquisme. Cap d´aquests dos fenòmens va passar endebades. Al contrari: van marcar el present de manera profunda i inexorable. A pesar d´això, les elits que van redactar l´Estatut i que han modelat el discurs polític de Catalunya aquests vins anys es van limitar a prosseguir en la irrealitat de l´antifranquisme, al seu món de ficció. Un món que tant podia assegurar, -va començar a fer-ho el 1939-, que la caiguda del règim de Franco era imminent com que les classes populars catalanes no tenien cap mena de fissura ni ideològica ni lingüística i que tots els seus membres, sense excepció, s´havien incorporat a la defensa del que en deien el projecte nacional de Catalunya. Aquesta havia estat, sembla, el gran mèrit del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) que tant es repetia a valls i comtats: el d´evitar la ruptura ligÜística de la classe obrera catalana, vetant tota proposta lerrouxista i convertint en carn i ungla la defensa de les llibertats democràtiques i la defensa de les llibertats nacionals.

Contra Catalunya. (43)


Salvador Espriu va ser el primer que em va aclarir, per sempre, algunes qüestions fonamentals sobre el lloc on s´amagava el tresor de la llengua catalana i el mateix tresor -genèric- de la llengua. L´havíem anat a veure -el 1980 o el 81- amb Ramon Santiago, un company de l´època. Bracejàvem pel fangar de l´atur i se´ns va acudir fer una sèrie d´entrevistes a diversos escriptors sobre el procés de creació literària. Des de les coses més nímies -què tenien a la taula quan escrivien- fins el pur aguait de l´inefable. No en vam vendre ni una, d´aquestes entrevistes, però vam passar quatre estones formidables. Dues amb Jaime Gil de Biedma i dues més amb Espriu. A la vista de l´èxit comercial dels primers intents, la resta va quedar per fer. Espriu, al despatx del Passeig de Gràcia, al mig d´una taula buida, glacial, anava contestant les preguntes amb extrema pulcritud. Quan ja estava revissant la primera versió de l´entrevista, ens va preguntar això:
-Vostès saben com es diu "cerillas" en un català correcte?
Davant del poeta nacional de Catalunya, un parell d´analfabets llestos no tenien més que una resposta.
-LLumins.
-Ni parlar-ne. Això nomès ho diuen quatre mestres. En un català correcte diríem mixtos. I en un català exemplar, què diríem?
-...?
-"Cerilles". Sí diríem "cerilles", què hi farem. Les cerilles es feien de cera, què hi vol fer.
-Al poeta se´l veia animat. Va continuar.
-I "algo", com ho dirien?
Alguna cosa havíem de dir, però era evident que no podíem dir "quelcom". El poeta va aprofitar aquest moment de dubte.
-"Quelcom", és clar, vostès diuen "quelcom". Tothom ho diu.
-"Alguna cosa", potser -vam provar.
-Masses paraules, comptant que tenim l´arrel "alg" a la nostra legítima disposició. Diguin "algo". Clarament. "Algo". No diu "algo", la gent? Oi que ho diu perquè resulta més còmode, més senzill, perquè els importa poc que el català acadèmic sigui reaci a aquestes finals en "o"? Doncs perquè no ho han d´escriure, vostès, "algo"? el problema del català és l´ortopèdia. I ara, aquesta mania estúpida de no voler assemblar-se a l´espanyol a costa del que sigui.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Contra Catalunya. (42)

Con este post acabamos el capítulo que Arcadi Espada dedicó a Andalucía en Catalunya.





Tothom que conegui el món de la inmigració catalana més endins de la superfície folklòrica sap, per exemple, de quina manera han estat permanentment recompensats tots els augments del vot nacionalista en aquestes àrees. De fet, els qui ho saben són molts, però estan ficats fins al coll en aquest saber. Ha de passar una mica més de temps perquè puguem lligar amb dades els caps d´aquest acord entre alguns dels representants de la inmigració i les autoritats polítiques catalanes. Totes dues parts es van veure a si mateixes fortes quan van començar a negociar. Els uns tenien, potser, la clau de la convivència i els altres la de la caixa forta. Els uns podien amenaçar amb la insurrecció lingüística i els altres amb el desviament de les subvencions. Fins ara l´acord ha funcionat. Que hagi significat l´emulsió i la florida d´individus com el president de la FECAC, Francisco García Prieto, del radiofonista Justo Molinero -ahir taxista, avui responsable de Radio Taxi- o del mateix conseller de Benestar Social, Antoni Comas -la força política del qual prové només dels fraternals llaços d´amistat que ha trenat amb aquest món-, tot això té una importància menor. Les circumstàncies sempre produeixen indivius disposats a tot. La qüestió és que aquest acord -renovable dia a dia, com ho són tots els acords inconfesables-, que té com a protagonistes algunes entitats de la inmigració i el Govern de la Generalitat però que dels redactats menors en participen tots els partits catalans, ha embridat la cultura inmigrant a Catalunya i ha estat l´excrecència tàcita, quotidiana, de l´aplicació estricta de la doctrina Capmany. Una doctrina, de fet, molt anterior a la formulació que en va fer Maria Aurèlia i que té arrels complexes, entre les quals la incapacitat -la impossibilitat- del nacionallisme català d´entendre què ha passat a Catalunya els últims cinquanta anys i la consegüent representació del franquisme com un túnel: quan, al contrari, només va ser una llarga avinguda més en la vida dels catalans. Més enllà de la capacitat de negociació que comporta el fet de tenir Benestar Social com a repartidora, el mètode escollit permet anotar una altra evidència: saber què és, pel nacionalisme, i què no és, la cultura catalana i establir, més enllà de declamacions il-lusòries i cíniques, l´estricte realitat de les coses. La realitat de saber quin moneder cobra un casteller de Valls i de quin altre ho fa una bailaora de Santa Coloma de Gramanet. Ben mirat, ens equivoquem. Més que una opacitat, Benestar Social és una transparència.
Pujant per la carrtera que s´acaba al barri de Singuerlin s´obté una vista completa del sot de Can Zam. Vaig pujar-la l´últim dia, un matí plujós, brut, que afavoria els meus propòsits disgregadors, amb la idea de buscar un paràgraf panoràmic sobre l´estat del dream català. Feia poques setmanes que Gabriel Pernau, un periodista amb qui vaig treballar al Brusi, un bon periodista, havia publicat un llibre d´entrevistes que va anomenar El somni català. S´hi anotaven diverses històries edificants, de gent que havia vingut a Catalunya en alguna de les batzegades migratòries, que havien trionfat i que, amb consciència o emoció desiguals, cantaven les virtuts de la terra d´acolloda. El llibre, forçant-ne fins i tot alguns fragments del text, va ser afiliat ràpidament pel nacionalisme. El mateix Pujol el va regalar a José María Aznar en una de les primeres trobades i Aznar el continua llegint en al intimitat. Es tractava d´un llibre de trionfadors. Res a dir-hi. Amb trionfadors se solen fer la majoria de llibres d´entrevistes. Però al sot de Can Zam, en aquell paratge esgavellat hi havia una altra versió d´aquest somni: amb aquella anonímia escampada s´hagués pogut escriure una altra sèrie d´històries. Acceptant la ficció que existeixi un somni col-lectiu, el dream català no presenta més novetats: eren els més pobres del seu poble i aquí continuen sent-ho. Quasi ningú n´està penedit. És molt difícil penedir-se de la vida pròpia. El somni dels qui regalen llibres sobre el somni és que les condicions necessàries per escriure´l no hi siguin. En això coincideixen amb la majoria d´homes i dones que a aquella hora s´aixoplugaven sota els tendals, al mig de l´erm. El drama elemental i mil-lenari de l´emigració és aquest: no tria ningú. Els uns no voldrien conviure sinó amb els seus fills: però de fills n´hi ha pocs. No hi ha prou braços per aixecar els dies. Allà als marges, mentrestant, no hi ha prou terra per alimentar tants fills. Han de marxar, cap on n´hi hagi. Hi ha una evidència despietada: ningú voldria adoptar fills d´altres; ningú triaria ser un fill adoptat. Elementalíssim. Amb coses que neixen de la part més fosca de la vida convé limitar la demagògia. tota demagògia: tant a la vetlla com somniant.
El somni, en tot cas, sempre és allà mateix després de les hores de treball, quan ve la son. Somniar és igual a tot arreu. És un assumpte privat: cada home té el seu somni, el gasta com vol, el nodreix com vol. Són els homes, els qui somnien; no pas els territoris. Així mateix, també la llengua és dels homes; no pas de les pedres.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Contra Catalunya. (41)


Tot això no tindria imprtància enlloc que no fos Catalunya. Ni a cap altra fira. Per començar, ni hi hagués anat ni n´hauria escrit res. Però la Feria, aquí, és la coartada anyal que permet que tanta gent digui que la inmigració a Catalunya és un fet viu i fascinant, que les seves manifestacions culturals (sic) són multitudinàries i que reben, a més, el suport sincer i matéric del govern de la nació catalana. L´obscenitat d´aquest plantejament és repulsiva. Però és que és aquesta feria, que és obscena. Obscena pel comportament dels polítics, de tota classe i condició, que hi passen cada any per posar-se el barret cordovès, sense que els importi gens ni mica -ja no els importa ni gens ni mica que el seu comportament sigui interpretat a l´acte en termes de pur oportunisme: és una nuesa zoològica, la seva. Obscenitat de la vulgaritat postindustrial: aquest és l´oci que a milions de persones els ve de gust. Obscenitat dels sons, de les olors, de l´alegria. I l´obscenitat suprema: aquesta és la política cultural que la Generalitat de Catalunya preveu pels inmigrants. Jeu aquí, en aquest fossar de pols. No hi ha diner públic perquè els inmigrants facin teatre, o música, o cinema o llibres en la llengua materna, aquest assumpte bucal que el nacionalisme català aprecia tant, no hi ha suport públic perquè puguin elaborar les tradicions culturals veritables: culturalemnt parlant, l´inmigrant està, com ningú més a Catalunya, a la pura deriva del mercat, a mans de la seva violència. L´emissora hegemònica de Catalunya -d´una Catalunya establerta- es diu Catalunya Ràdio: la fan amb diners públics, per descomptat. L´emissora hegemònica de la gent de Can Zam és Radio Taxi. N´hi ha prou amb això, per exemplificar el desert cultural dels pobres i algunes de les raons que expliquen per què ja no enamoren, els pobres, per què la seva abúlia i submissió sembla que no porten ja cap llavor de futur, per què els fills dels pobres porten tants mestres de la perifèria al deseper i a l´abandó. Per descomptat que això és així a tot L´Occident. Però a Catalunya, com passa a qualsevol altra societat amb un percentatge alt d´inmigració, els pobres no solament han de franquejar la barrera de la desigualtat de renda, sinó també de l´origen. No és pas que el nacionalisme s´hagi descuidat d´aquesta condició de la societat catalana. És que, per ser, no pot fer res més que ignorar-la. Ignorar-la és una fèrria condició ontològica. I aquest ser es manifesta fins i tot a vegades a pesar d´ell mateix. Per més que els dirigents nacionalistes -els de Convergència i els dels altres partits- s´omplin la boca a Can Zam parlant de la "manifestació cultural", per més que aplaudeixin la "diversitat cultural" catalana enmig d´aquesta imagineria, tots els diners públics que rep la Federación de Entidades Culturales (per descomptat!) Andaluzas en Cataluña (FECAC), l´organitzadora de la Feria de Abril, els rep, no pas dels pressupostos corresponents del Departament de Cultura, sinó dels de Benestar Social. Està bé que així sigui. Es veu més clar. Per això he escrit que l´obscenitat és suprema. La Feria, el Rocio, qualsevol altre pasdoble d´aquests no són "bens culturals", pels diners públics. Quan s´arriba al pressupost, repassades totes les barbes del discurs "cultural", la farsa es demostra i es comenta tota sola. Tot això, la feria, el Rocio, és pur alcohol de cremar. Metadona. Pura metadona. Per això figura al mateix capítol inversor d´on s´extreuen diners pels yonkies, les putes, les mares solteres, els vells solitaris o els malalts de sida: emigrar per pobre és una malaltia i no seré pas jo el qui alçaré el pal per dir-ne el contrari. D´altra banda, el fet que els diners els reparteixi un departament com el de Benestar Social, amb una xarxa espessa de complicitats, amb opacitat de mètodes i objectius, permet negociar eficaçemt amb aquests diners i obtenir-ne a canvi suports polítics, potser fingits però molt sòlids. Encara cal que passi una mica de temps i que -potser per l´acció del temps mateix, potser a causa d´un profund i improvable canvi polític- s´erosioni el pacte de silenci que cus la boca als uns i als altres i permeti que finalment algú parli amb claredat i lliurement i faci veure les insòlites formes de caciquisme que s´han practicat i es practiquen a la Catalunya metropolitana. Caciquisme en la versió més diàfana i plebea: diners a canvi de vots.

Contra Catalunya. (40)


Però les descripcions interiors encara eren molt més compromeses. De fet, només dos trets -a més del tamany- diferenciaven la Feria de Abril catalana dels referents andalusos. El primer era l´interclassisme. A Sevilla, pobres i rics, -junts, mai barrejats- s´acostaven al real. A Can Zam només hi anaven els pobres. Dir això pot semblar indecorós, però la veritat no és el mateix que el decòrum. Per tal de disfressar aquest fet indicutible, naturalíssim, aquell any, com cada any, es destacava a les publicacions i a la propaganda que la Feria de Abril catalana era un exemple de democràcia, que totes les casetes eren obertes per tothom. O es tractava de fer virtut de la necessitat o es tractava de cinisme pur. La discriminació exigeix unes condicions i quan un és al soterrani no les pot imposar fàcilment. A les ferias andaluses hi ha casetes privades perquè tot el poble en participa d´una manera generalitzada. I de moment, quan el poble sobirà es reuneix, és veritat que el primer que fa és guardar distàncies segons la renda, l´herència, l´interès o el gust: és tan dolorós com cert. El món sap que la Feria de Abril sevillana, amb tota la pesca, no hauria durat gens ni mica si els rics hi haguessim hagut de compartir la taula. M´inspira una admiració autèntica el fet de descobrir que, a falta de rics, els organitzadors de la versió catalana i el seu diligent corifeu es treien de la màniga virtuoses explicacions democràtiques.
Hi havia una altra diferència: menys aparatosa però molt més important. A Andalusia, la gent va a les fires a divertir-s´hi amb tota simplicitat. La gent hi busca el riure i la gresca, si un és jove hi busca cuixa i si és vell, consol. No hi ha cap m´es obligació de cap altra mena. A Catalunya, país de plusvàlues, una feria no podia ser només això. La feria, segons els propagandistes, és més que una fira: es tracta de la representació culminant de la identitat cultural andalusa. Això donava a la gent de Can Zam un punt de seriositat i d´orgull silenciós: treien pit i passaven pel carrer gran del Real com si anessin dient que la cultura andalusa existia. La primera tarda que m´hi vaig estar vaig voler comprovar de seguida en què consistia aquella manifestació eminentment cultural. Vaig veure, en efecte, algunes mostres de la noble i mil-lenària capacitat meridional per convertir el frito en una lleugeresa; vaig menjar bon pernill bé de preu i podia haver comprat meloja i carn de codonyat si m´hagués plagut. Però això va ser tot. Qualsevol altra necessitat hauria estat desatesa: la de saber, per exemple, per què els andalusos fan el millor potatge del món a base de bleda i bacallà; o la d´endinsar-se a les explotacions, tan diverses, tan memorables, del raïm palomino; la curiositat de saber per què és tan difícil menjar jabugo autèntic, o per què l´oli andalús es tracta, de fet, de mil olis. Eren unes qüestions -culturals- molt elemntals. De totes elles, en quedava a Can Zam un núvol d´oli refregit -passi pel xurro o pel peixet-, una insolència gairebé continua de paellas matagegants, servides en plats de plàstic, uns forcs humiliants de butifarra amb seques -seques- i un saló comercial on tresillos elefantíacs de pell de plàstic alternaven amb un cartell i quatre ampolles dels rars i interessants tintos del Condado, que tanmateix -com un simple fòtil al living- no es poden comprar. Quant a la música, en cap moment vaig poder escoltar res que no fos una sevillana. Res. Vaig ser-hi matins, tardes i nits. Res de res. Una sevillana grapejada: a això es limitava l´explotació de la veta cultural més gran d´Andalusia. Em va interessar també la possibilitat que hi haguessin muntat alguna expsoició, ni que fos sobre Garcia Lorca. I seguint un cartellet molt artesanal, em vaig introduir a la feria profunda. Aquest cartell duia una paraula de sonoritat molt fascinant: Crótalos. Exposición de crótalos y reptiles terribles, deia el missatge complet. Vaig voltar molt, massa, abans d´arribar a la zona més canalla i sorollosa de totes, a la vora de les sitges de cervesa, negada pel rebombori inmisericorde de les atraccions, sínies i altres màquines de fira. Per allà devia haver-hi els cròtals, però jo no els vaig saber trobar. Sí que vaig saber, en canvi, que era l´única exposició de tot el firal.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Contra Catalunya. (39)


Vaig arribar a Can Zam la tarda del primer dissabte de feria, que era un dia grande. A l´avinguda de pols em van rebre amb tot l´esplendor les nenes adobades de coloret, amb faldilla molt curta i els dits carregats d´anells i un estil recte i dret de caminar; els homes que havien estat, ancians ara amb els ulls atemorits davant la multitud, que buscaven el rastre del fill inquiets només perquè aquest s´havia avançat uns metres, vells amb els nervis desbocats enmig de la gentada; els pinxos, amb les sivelles brillants i estel-lades sobre el cuiro, generalment molt guapos i molt joves, tot i que més d´un ensenyava una bellesa grassa, una bellesa deforme, anticipava ja que la vida li faria a la cintura, a les bosses dels ulls, amb la grassa al voltant del coll que degotava amb expressió líquida; passaven també les dones fetes, alguna vestida d´andalusa, parlant entre elles i escrutant-se tota l´estona, penetrants, dures, llobes; pasava la gitana amb el nadó al cabàs: posava al terra polsós una caixa de fusta, s´hi asseia i es treia una teta madura per donar-la al caganer, trotaven dos cavalls i deixaven anar molta bava; un home arossegava un sac de camarons i sal que després vendria en paperines de paper d´estrassa. Al voltant de tot això, hi circulava una olor penetrant d´oli fregit i un terrabastall format per dos sons dominants: la sevillana inacabable que ballaven a totes les casetes i el furor comú de la tòmbola, el Pasaje del Terror i la Noria desbocada. També hi havia els lavabos, ambulants i pudents.
Hi vaig tornar -vaig haver de tornar-hi- molts altres dies. En hores diferents. Anava escrivint i arribant a algunes conclusions parcials. No eren conclusions senzilles. Ni tan sols era fàcil de sotmetre l´escriptura a una descripció austera. Per començar, no era fàcil tècnicament: el cinema, la televisió, la propagació de la imatge han produït un tipus de periodista -el meu tipus- inhabilitat per la descripció impressionista. Així com molt sovint un escriu les notícies tenint en compte que el lector ja en coneix la part substabcial, així mateix un descriu pensant que el lector ja ha vist les imatges i que per tant a la prosa sobren les descripcions més superficials. D´aquesta manera un s´acaba especialitzant en retrats d´interior, una zona que encara no està sobrecarregada per les càmeres i on potser s´hi pot trobar més fàcilment la veritat inèdita o simbòlica. Però la crònica honrada de Can Zam ho havia de descriure tot com si ningú hi hagués arribat mai, allà. Amb una estona, amb un passeig molt curt, n´hi havia prou per descobrir l´enorme càrrega de falsedat icònica que la Feria de Abril havia acumulat. Durant la major part del dia, allò era un espai brut, pudent i d´una vulgaritat desgraciada. Només unes poques hores petites i buides, generalment als matins, podien posar en relleu de sobte un apartat de bellesa i calma. La succesió televisiva i fotogràfica que s´havia elaborat durant molts anys -sense innocència de cap mena, sense gens de veritat- havia presentat, per exemple, una abundància notabilíssima de primers plans -generalment, primers plans de nenes flamenques-, escollits pel valor simbòlic, amb preferència especial per aquelles imatges que denotaven una entesa i una col-laboració entre cultures. Fabricar un enxaneta amb barret cordovès, era l´objectiu. Aquesta abundància de primers plans arrivaba fins a tal punt que cap imatge, fixa o en moviment, permetria fer-se una idea de l´espai físic on se celebrava la feria: un sot de pols, característic de les golfes metropolitanes. Ni permetia conèixer, tampoc, cap detall dels voltants: aquelles fileres pobríssimes de barraques que es trobaven pel camí d´una de les entrades principals del recinte i que els operadors obviaven acuradament.


(SEGUIRÁ)

Contra Catalunya. (38)

Arcadi Espada sigue discurriendo sobre los andaluces en Catalunya.




Vint anys enrera, i també unes pàgines enrera, la pluja al teulat de la caseta duia el compàs i podriem dir, si és que va ser així, que ens havíem begut totes les existències. Un home sortia de tant en tant a donar un cop d´ull, un cop d´ull que a vegades surava més i a vegades menys, i ens anava anunciant els incidents. Més endavant, recordant-lo, vaig saber que les paraules seques, desanimades, que anava pronunciant cada cop que tornava a entrar "Ahora, la Rociera", "de Los Cabales ya no queda ni el muñón" es referien a una nova baixa en el combat amb el vent i la pluja. Però la veritat és que aquella nit, tan curta, finalment ens vam acostumar a la seva lletania amb la indiferència més gran. I, per descomptat, en cap moment li vam fer preguntes: un gest d´assentiment en la difusa desgràcia o suficent per acostar-li les restes de l´ampolla i que begués de gust. Fins que el guitarrista no se´n va cansar -el cantaor se n´havia anat nit enrera- i vam veure entrar un inesperat triangle de sol, fins que no em vaig llevar amb el cul adolorit no vaig entendre plenament el que havia volgut dir aquell home. Des del llindar de la caseta -era la més sòlida i l´única que havia resistit sense grans problemes la tremenda tempesta de la nit- el paissatge era aquest: una llarga avinguda d´aigua i fang se´ns presentava com l´única cosa comprensible entre el caos: lones i ferros i fustes caigudes, pendons estripats amb retalls de garlandes i nusos d´alegres serpentines, pissarres on una escriptura tenaç de guix, indemne a l´aigua, marcava el preu de chocos i cañaíllas. I una bombeta a dins d´un barret que navegava rierada avall com una filla sagrada del diluvi. To i que em van treure d´allà ràpidament i em van tornar en un instant a la ciutat, jo podia recordar que havia estat a la feria de Barberà del vallès, un mes d´abril.
No vaig tornar a la feria fins al cap de molt temps. Les notícies que s´anaven produint cada any sobre la convocatoria -la progressiva amplitud i detall de les quals em cridaven l´atenció- les introduia en el record d´aquell matí de desolació, d´aquell precari campament de l´alegria esmicolat, i en l´admiració que encara em produïa pensar que els devia haver costat molt, a aquella gent, netejar el paisatge i tornar a deixar-lo en condicions. Fins que un any el diari em va enviar a la Feria a treballar-me l´ambient. La Feria se n´havia anat de Brarberà del Vallès i s´havia instal-lat en el que en deien Can Zam, un erm a l´entrada de la ciutat de Santa Coloma, cenyit per llera buida del Besós, pel barri de Singuerlín -que havia estat una llegenda sense llei- i per tres grans sitges cerveseres. Fins aquell moment havia transhumat d´un poble a l´altre, però els espais sempre eren iguals, sempre erms, trossos de ciutat sense resoldre, calbes violentes.


(SEGUIRÁ)

martes, 3 de noviembre de 2009

Contra Catalunya. (37)


El viratge cap a la nit havia estat espectacular i durant força temps aquest cel de paper em va fer rumiar força. A Catalunya, aleshores, hi havia un debat -un debat més o menys: no cal exagerar- sobre la cultura de l´emigració. Tenia l´origen en una pregunta pública de Maria Aurèlia Capmany sobre la possibilitat que els emigrants poguessin reproduir fora del seu medi natural els trets culturals que duien posats com el color dels ulls o la maleta de cordills. En realitat, la pregunta era mera retòrica perquè estava feta coneixent la resposta. No, no i no. Pregunta i resposta eren tot plegat una estupidesa. Primer, perquè més enllà de qualsevol mena d´autorització, promulgada per la senyora Capmany o per qui fos, els emigrants reproduïen aquestes formes de cultura a la seva vida quotidiana: quan parlaven, quan cantaven, quan cuinaven o quan es relacionaven. No se sap si podien fer-ho, però ho feien. Segon, perquè l´aplicació d´aquest plantejament comportava si més no una consequència forta: la impossibilitat conceptual que les cultures evolucionen i l´existència subsegüent d´un fons hermètic d´identitat cultural associat a un territori. Tanmateix, aquella nit de paper penjava allà, inquietant, sobreposada tal vegada per donar la raó a la senyora Capmany i demostrar que fora del seu suc originari la reproducció de les formes culturals només esdevé melancolia grotesca. Vaig trigar a descobrir que aquell cel de paper podia formar part perfectament de qualsevol penya a Sevilla. Vaig trigar un bon temps a comprovar que la majoria dels joves flamencs, andalusos i catalans, aprenien el cante d´una manera molt semblant: escoltant discos dels mestres i amb el moble del tocadiscos adossat a la paret, a sota d´una imponent escena de caça rediviva amb un cromatisme encegador; que a uns i altres els interrompia el germà petit -i els desterotava els nervis- fins que arribava a una edat en què això deixava de passar i una tarda qualsevol el germanet es posava a portar el compàs tot sol. Vaig trigar a entendre que el cel de paper era una melancolia més vasta i profunda i remota: nostàlgia del pati -també impossible a Sevilla- on el flamenc havia nascut; nostàlgia d´una tradició oral i de la sang que ja no es manifestava enlloc. Estava ficat de ple en aquesta cavil-lació, a punt de sortir-ne, quan Paco Hidalgo em va convidar a fer una xerrada a algun bar recòndit, amb rebotiga. Sempre em deia: "parla del que vulgis". Aquell cop els vaig fer esverar. Vaig dir -suament- que era molt més important el flamenc que la seva melangia, que estava pel damunt de la seva peripècia personal, que a Catalunya el flamenc havia de sortir com fos de la domesticitat, de l´ambient clos de les penyes, que havia de conquerir -la música militar sí que ha sabut fer-me llevar- la Barcelona mateixa, el centre. Els vaig dir que el flamenc havia de ser també una música de Barcelona i no pas només la música dels inmigrants andalusos de Barcelona. Era un plantejament molt respectuós: amb la seva música, amb el seu llegat cultural i fins i tot amb el seu dret a la melancolia. Però no ho va entendre així gairebé ningú: recordo que Paco tenia una feinada per moderar el col-loqui i perquè jo no em sentís agredit del tot. Només va faltar que sortís Antonio España del fons de la sala per dir una cosa terrible: "Ara també la nostra música, voleu robar-nos?" L´Antonio era i és un home intel-ligent, però aleshores ja era un home ofès. Pocs mesos més tard va aprofitar que obligaven la seva filla a estudiar català per tornar a Andalusia. Dubto que a Granada s´hagi sentit a la seva ciutat tant com s´hi va sentir a Barcelona. No hi ha res com la llengua per provocar exilis inútils. Però bé; era veritat: jo volia portar el flamenc a la ciutat, ficar-lo en el cansado corazón del viento; el volia veure a la programació dels festivals públics, a les sales de moda; era una música, més que un consol. Naturalment, no vaig fer res, però altres sí que ho van fer. Finalment ho van fer Mayte Martín, Cañizares, Ginesa Ortega, Duquende, Poveda... Aquests flamencs catalans, criats a perifèries idèntiques a les andaluses, nens avorrits, nens després estrelles, adolescents més endavant que feien imposar el silenci a les penyes: ara canto jo: temptats per tot, i per totes les músiques, com només ho pot ser l´home a la ciutat. Ja hi són, ara; a la ciutat. No hi ha a Catalunya cap altra música tan pròpia i tan viva com el flamenc.