viernes, 27 de noviembre de 2009

El sujeto sin resquicios


Arcadi Espada en El Mundo


Sigue sobresaltándome el ver a Cataluña convertido en sujeto sin resquicios. «Cataluña pone ya en marcha….» decía ayer este periódico. Durante muchos años una escasa y reculante razón local trató, sin éxito, de denunciar la sinécdoque. Esto es, que la parte nacionalista no se apoderara del todo catalán. Los socialistas se apuntaron con frecuencia a la denuncia y hay cientos de ejemplos en los antiguos diarios de líderes socialistas que acusaban a Jordi Pujol de usurpación y de abuso de Catalunya. Este, por ejemplo, del 2003, y no de nadie. Pasqual Maragall: «Mucho tiempo, demasiado tiempo, en Cataluña se han confundido persona y partido, partido y patria. Incluso se ha pretendido traspasar esta confusión como si fuera una herencia patrimonial. Yo no soy Cataluña más que en una parte infinitesimal.”

Un ejercicio sarcástico, aunque elemental, es cambiar el apellido Pujol por Montilla: las palabras de los líderes socialistas de entonces adquieren así una instructiva proyección en el tiempo. Pero sólo se trata de estériles ejercicios melancólicos. La realidad es que la sinécdoque ha dejado de existir. Cuando los periódicos y Montilla utilizan el sujeto sin resquicio se atienen a la verdad. Ya no hay nada, ni nadie fuera. O sólo escurriajas, que es la forma charnega de decir escurrajas por el efecto simpático del catalán escorrialles: desecho, desperdicio, borra. Lo más interesante de esta adhesión socialista al nacionalismo, que ha acabado por abotonar al sujeto, se ha producido en una época de “avance nacional”, como ya le gusta decir ahora al propio Montilla. Es decir, no porque el autogobierno de Cataluña hubiese disminuido abruptamente; no porque se atentase contra algunas posiciones básicas de los socialistas respecto al Estado de las Autonomías. Nada de eso: los socialistas no han plantado cara en defensa de nada: sólo se han subido al pescante: ellos, al fin, son también Catalunya.

La última noticia es que no sólo ellos. Aún no lo registran explícitamente los periódicos, que son la última aduana, pero el Partido Popular ya está llamando con esperanza a la puerta. Esto no es una impresión poética, sino la decantación estricta de la realidad. Valga para demostrarla la solemne ceremonia de constitución del nuevo Consejo de Garantías Estatutarias, que contó anteayer con la presencia activa del presidente de la Generalitat. El recurso de inconstitucionalidad que el Partido Popular presentó contra el Estatuto incluye ese Consejo. Pero entre los miembros fundacionales estaba ayer el de un magistrado propuesto por el PP. Se supone que estaba por algo más que para trabajar por la disolución inminente del Consejo. Desde luego. Estaba para no verse de resquicio de la mancebía.

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