domingo, 3 de julio de 2011

Porque tengo hijos (26).


Hoy quiero reiterar lo que allí, en la plaza de Andoain, denuncié. Cuando estaba en el tanatorio de Zorroaga, llegó un viejo militante socialista que se abrazó apesadumbrado al féretro. Estuvo allí un largo tiempo en silencio. Pasaban amigos y compañeros y él seguía encogido sobre la urna en la que reposaba el cuerpo de Joseba. Hasta que llegó un grupo de compañeros de su agrupación local. Se pusieron a llorar. De su boca salieron lamentos e improperios hacia los asesinos. Entonces, el anciano militante se irguió y mirándoles con ojos seco, les dijo: "No os equivoquéis. A éste no le han matado los malos: le han matado los que se dicen buenos, los que se dicen buenos".

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