miércoles, 15 de julio de 2009

Elogio de José Tomás


Juan-José López Burniol en El Periódico de Catalunya


Vi toros por vez primera --con 6 ó 7 años-- en una plaza portátil instalada nada más y nada menos que en Vic. Desde fines de los años 50 frecuenté, siempre con mi padre, la Monumental de Barcelona. Recuerdo, de entonces, a Paco Camino alternando como novillero con Victoriano de la Serna hijo, y a Antonio Borrero, Chamaco, fenómeno tan intenso como breve. En los años 60, vi a una larga serie de diestros: Antonio Bienvenida, Luis Miguel, Ordóñez, Julio Aparicio padre, Miguelín, Curro Romero, Puerta, Camino, El Viti y tantos más. En los años 70, ya sin mi padre, siguió la racha con Paquirri, Palomo Linares, Galán, Manzanares padre. Y, tras un intervalo de más de una década, retomé la afición a finales de de los años 90.

He asistido a festejos en Barcelona, Madrid y otras plazas, según los vaivenes profesionales de mi padre y míos. He visto desde siempre los cuatro primeros tomos del Cossío en casa de mis padres, y leí en tiempos literatura taurina del más diverso pelaje. Les digo todo esto solo para dejar constancia de que los toros están fuertemente imbricados en mi vida y lo que es más importante en mi lenguaje: muchos de los modismos que uso a diario son taurinos.

De ahí que sienta una profunda gratitud por José Tomás, que ha llenado de nuevo la plaza de Barcelona, con su valor, su arte y su entrega. Lo que me permitirá recordarla así, en una tarde de plenitud, cuando llegue --si llega-- el día de su cierre forzoso. Y, si es así, no me quejaré. Callaré. Solo exclamaré para mis adentros, pensando en un partido político: "Tu quoque?" ( tú también?). Y lamentaré --pensando en un país-- que el impulso magnífico de su afirmación se realice, a veces, negándose un poco --una mica-- a sí mismo. Pero así es la vida.

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