lunes, 10 de agosto de 2009

Hablad en castellano a vuestros hijos


Jesús Royo en La Voz Libre.




Cuando se proclamó la República, en el año 31, un familiar mío iba a escuela. Entonces pusieron una clase de catalán. Su padre, catalán de pura cepa, protestó: no quería que le enseñasen el catalán. Decía: “la República, que mande en la República; en mi hijo mando yo”. El catalán, según él, ya lo hablaba en casa, ya lo sabía de sobra. En la escuela, decía, debía aprenderse el castellano, la lengua útil.

Parte del drama de los hijos de los inmigrantes es que, con la escuela franquista, teníamos muy pocas posibilidades de aprender el catalán. Y, sólo con el castellano, las posibilidades de acceder a todas partes eran muy limitadas.

Los que durante el franquismo reclamábamos el catalán en la escuela, creíamos que era un derecho también –y sobre todo– de los inmigrantes: para romper el gueto lingüístico en que se encontraban confinados.

Ahora, las cosas puede que sean al revés. Si toda la escuela es en catalán, los niños catalanohablantes están teniendo con el castellano un contacto esporádico y tangencial. Ya empiezan a salir promociones de chicos con un castellano que da grima. Esos muchachos llenarán despachos y oficinas, y se empezará a notar su deficiente preparación en lengua castellana. Quizá dentro de poco veremos que el mercado laboral prefiere a los chicos castellanohablantes: con un buen catalán, pero con un castellano castizo, vivaz y auténtico. No me extrañaría que pronto pidiesen más castellano en la escuela precisamente los padres de los niños catalanohablantes. Eso sí sería una ironía.

En las parejas mixtas –como la mía– se plantea en qué lengua hablar a los hijos. Yo, en el año 80, escogí el catalán, en parte por solidaridad con la lengua perseguida, y también porque la escuela era aún castellana. Hoy quizá escogería el castellano como lengua familiar: el catalán ya lo aprenden en la escuela.

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