jueves, 27 de agosto de 2009

La escuela no hace cambiar de lengua


Jesús Royo en La Voz Libre.


Muchos de los actuales planificadores lingüísticos, agentes normalizadores o simples profesores entienden que, en el fondo, de lo que se trata es de eliminar el castellano de Cataluña. Lo que hay que hacer es una sustitución lingüística en toda regla. Primero hay que adoptar el catalán como lengua pública, escolar y laboral. Después se presionará para que los padres eduquen a los hijos en catalán: para evitarles el trauma de la entrada en la escuela y la marginación en el trabajo. Piensan que dentro de cuarenta años en Cataluña el castellano será sólo la lengua de los abuelos.

Pues bien, eso es ilegal. Incluso el decreto más duro de la inmersión en la escuela dice textualmente que la inmersión no es un programa de sustitución: no pretende sustituir la lengua materna, sino facilitar el aprendizaje del catalán como segunda lengua. Y también se dice explícitamente que ha de ser voluntaria: no se puede imponer. Nada que se parezca a la práctica habitual en las escuelas.

Pero hay que decir también que atacar al castellano es inútil, estéril e incluso contraproducente. La escuela no hace cambiar de lengua. La mejor demostración es nuestra propia experiencia: el catalán ha resistido como lengua popular sin acceso a la escuela. Pensar que el castellano no resistirá las imposiciones y las inmersiones es sencillamente soñar despiertos, delirios de visionarios.

O sea, desengañaos. El castellano en Cataluña no es coyuntural, una situación transitoria y a extinguir. Es para siempre. Y tómatelo como quieras, compañero.

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