domingo, 30 de agosto de 2009

¿Hasta cuándo, Montilla?


Manuel Martín Ferrand en ABC.


LUCIO Sergio Catilina no debía de ser un tipo de fiar. Fue, según Indro Montanelli, uno de los grandes zascandiles de su época y máximo conspirador contra la República. Cuando, tras sus disgregadores escarceos, se atrevió a volver al Senado, Marco Tulio Cicerón le increpó con un celebérrimo discurso que, en su día, traducíamos los estudiantes de latín en el bachillerato: Quousque tandem Catilina... ¿Hasta cuándo, Catilina? No es que la Historia se repita, que no suele hacerlo; pero sus lectores nos tomamos la licencia de aislar alguno de sus episodios para, bien sea a favor o en contra, aplicárselo a los protagonistas contemporáneos y ahorrarnos un montón de palabras en su valoración.
No me atrevería a decir -me limito a pensarlo- que José Montilla pertenece a la escuela política de Catilina. Lo que lamento es que, en nuestro paupérrimo panorama representativo, no se contemple ningún Cicerón con la autoridad conveniente y la potestad necesaria para preguntarle al president: ¿Hasta cuando, Montilla? Después de que, en actitud pionera, el siempre provocador Josep Lluis Carod-Rovira postulara una «manifestación preventiva» para presionar al Tribunal Constitucional en su esperada sentencia sobre el Estatut, ha sido Joan Saura quien advierte que si el TC aprecia en él contenidos inconstitucionales habrá que «rehacer el pacto político entre Cataluña y el Estado».
De los tres partidos que integran la coalición de gobierno en la Generalitat, dos son explícitos en su vocación separatista. ERC en su realidad actual, muy distinta de la que simbolizaron Francesc Maciá, Lluis Companys o Joseph Tarradellas, no tiene más sentido fundamental que el independentismo. En ello coincide el vaporoso amontonamiento que conocemos como ICV; pero el PSC es, salvo proclama en contra, parte identitaria y sustancial del PSOE. Es algo más que un partido «regional». Desde ese supuesto incontrovertible, la hipótesis de un pacto político entre el Estado y Cataluña, una parte del propio Estado, es una majadería hueca, una proclama para la agitación de la parroquia. Supongo que es a José Luis Rodríguez Zapatero a quien le corresponde, en su doble responsabilidad de líder socialista y presidente del Gobierno de España, hacerle la pregunta al responsable de la sucursal catalana del PSOE y máxima cabeza del tripartito que controla la Generalitat: ¿Hasta cuándo, Montilla?

Ciclismo


Jon Juaristi en ABC


EL viceconsejero de Interior del Gobierno vasco cuantifica en un millar largo los hechos disruptivos protagonizados por la izquierda abertzale en lo que llevamos de fiestas veraniegas. Como faltan unas cuantas antes de cerrar el ciclo, es posible que la cifra final sufra incrementos.
«Creemos dos, mil, muchos Vietnam», predicaba el Che Guevara antes de que los soldaditos bolivianos cortaran por la brava su aventura equinoccial y andina. Pues bien, los datos ofrecidos por el viceconsejero no son para tomarlos a choteo, pero tampoco conviene exagerar su importancia. Los sanantolines de Plencia, por poner un ejemplo, no dan ni para media ofensiva del Teth. Si acaso, se prestan a desagradables estropicios en el mobilario urbano. En cuanto a la desaforada actividad de la horda, la explica muy bien un viejo chiste vasco. El del aldeano que, reo de poligamia, desplegaba con racial laconismo su sistema ante un juez intrigado por el hecho de que se hubiera arreglado estupendamente con catorce esposas repartidas por diversos concejos del Duranguesado: «La bisicleta, pues». En la Bilbao de mis mocedades circulaba una variante en clave nacionalista. Durante un recorrido clandestino por las provincias vascas a finales de los cuarenta, unos parlamentarios ingleses, invitados por el entonces ilegal y perseguido PNV, pudieron ver en las cumbres de todos y cada uno de los montes de Euskadi, como si del toro de Osborne se tratara, la silueta de un gudari que los saludaba marcialmente, con las armas en perfecto estado de revista. La proeza se atribuye, incluso hoy mismo, a un solo militante del partido, el legendario Rezola, que pudo llevarla a cabo sin otro equipo que una bicicleta y una escopeta damasquinada, ambas de factura eibarresa.
Las dos historias gozaron de verosimilitud en tiempos ya lejanos, cuando una sana dieta a base de lentejas, alubia pinta y sidra de Hernani lograba producir esforzados ciclistas de cepa rural que coronaban los puertos sobre primitivas bicicletas con llantas de esparto. Ahora, y aunque las bicicletas son para el verano, nadie se atreve a usarlas en las carreteras vascongadas, atestadas de borrachos durante toda la temporada vacacional. Sin embargo, no es un misterio que las escuadras abertzales parezcan ubicuas. El territorio a cubrir es reducido, y los radicales cuentan con los abundantes recursos que la posmodernidad pone a su alcance, tales como autobuses climatizados, telefonillos celulares con tarifa plana y, sobre todo, calimocho barato, un brebaje a base de cocacola y vino tinto que constituye el principal fundamento de la cultura popular vasca del siglo veintiuno.
Pero, como la ubicuidad no es un don que se les haya concedido, los abertzales necesitan meter muchas horas extraordinarias para fingir que las cosas siguen igual que antes. En vano. El ciclo, ya que hablamos de ciclismo, ha cambiado. El nacionalismo ha perdido la iniciativa. Medio fascinados y medio aturdidos, los vascos en general y los nacionalistas vascos, en particular, se hallan exclusivamente atentos a los movimientos del gobierno de Pachi y su mariachi, pendientes de cada nueva trastada que el lehendakari socialista vaya a sacarse de la manga para desmantelar el contubernio hasta ayer dominante. La banda y sus adictos no innovan. Siguen con sus inveteradas bestalidades. El gobierno vasco debe aprovechar la ventaja que le da su creatividad. El anuncio, por ejemplo, de que va a prohibir, en las fiestas del verano que viene, todos los chiringuitos de las comparsas favorables a ETA, no es gran cosa, pero ha bastado para despertar en el personal ansiedades de bolero.

sábado, 29 de agosto de 2009

Un compendio de errores y engaños


Gregorio Peces-Barba en El País.



En nuestra vida política hay sin duda muchos aciertos. En el Gobierno, señalaría la política social, el apoyo a los más débiles y la política internacional, con una creciente presencia de nuestro país y del presidente en el exterior. Sin duda es una obra colectiva, pero con un protagonismo especial de la política discreta y paciente del ministro Moratinos. En el Partido Popular ha sido un indudable acierto su apoyo generoso y abierto para favorecer la existencia del Gobierno constitucionalista de Patxi López. Junto a esas valoraciones positivas como ejemplo de lo bueno de la política española, hay errores y engaños que ensombrecen y debilitan las buenas actuaciones.

La preferencia de Zapatero por la juventud frente a la experiencia ha podido propiciar estos lodos

Si empezamos por un elenco de esos posibles fallos, podríamos enumerar algunos muy significativos y relevantes. Empiezo por el desprecio a la legalidad de grupos políticos catalanes, excepto el PP, que amenazan y desautorizan a priori el resultado que produzca la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatuto de Cataluña, demostrando una inmadurez, una ignorancia, una falta de rigor e incluso una tendencia a la prevaricación que les descalifica. Su desprecio al Alto Tribunal es un desprecio a las reglas del juego limpio, e ignorancia y mala fe sobre nuestro sistema constitucional. Beneficiarse de él cuando creen que favorece y descalificarlo cuando creen que perjudica es mezquino y expresa una falta de rigor y de grandeza.

Del lado del PP es insólita su huida hacia delante lanzando improperios y acusaciones gravísimas e infundadas, porque no aparece intención de probarlas ni de presentar pruebas que las fundamenten. Es un gratuito "¡Viva Cartagena!" que convierte a sus dirigentes en lanzadores de palabras sin sentido, al usar el lenguaje más allá de los límites en los que es significativo. Wittgenstein, en sus Philosophical Investigations, identificará certeramente esos comportamientos en los que el lenguaje "se va de vacaciones y empieza a operar locamente, como una turbina que girase en el aire fuera de sus engranajes".

Así veo intervenciones como las de la señora Cospedal y el señor Arenas y, lo que es más grave, ratificadas por el señor Rajoy. Lanzar "la lengua a paseo" es irresponsable: expresa una categoría ínfima y poca grandeza. Es la patología del "fiat iustitia et pereat mundus", es no valorar las consecuencias ni los daños que producen esos catastrofismos proféticos fuera de cualquier racionalidad. No irán muy lejos por ese camino ni contribuirán a ocultar los numerosos casos de corrupción que les afectan.

En el debe de los socialistas están, a mi juicio, unas valoraciones muy desacertadas e inexactas del ministro de Justicia, que me gustaría atribuir más a despiste que a ignorancia, casi imposible en un profesor de Derecho Constitucional como Francisco Caamaño. Me sorprendió que dijera, en declaraciones veraniegas a la prensa, que la no participación de médicos u otros facultativos en la realización de interrupciones voluntarias del embarazo, no podía ser objeción de conciencia sino desobediencia civil, y que el reconocimiento de una objeción de conciencia sólo puede provenir de la Constitución o de la ley, supongo que se refería a ley orgánica.

Reconozco que me desconcertaron afirmaciones tan categóricas y al tiempo tan faltas de fundamento. No puede desconocer que en la despenalización del aborto vigente (por la aprobación de un nuevo artículo bis del Código Penal) no la ley, pero sí el último fundamento jurídico de la sentencia que resolvió el recurso de 50 parlamentarios del PP, reconoció la objeción de conciencia de médicos y otros sanitarios que se negasen a intervenir en el proceso. Esta excusa para no obedecer una obligación general está vigente y se aplica con normalidad. Igualmente sorprendente fue la afirmación de que sólo la Constitución y la ley podían crear la objeción de conciencia, cuando hemos visto que el mismo caso desmiente su afirmación y señala una laguna, producto de un olvido o de un desconocimiento.

En ambos casos me inquieta la situación, que extiendo a otros problemas referentes al mismo proyecto. Por un lado me gustaría que no se consumase el error de evitar la consulta (no la autorización) a los padres, que ayudaría a impedir tensiones e incomunicaciones familiares innecesarias. Por otro lado, si el desconocimiento de la sentencia señalada es más general, me inquieta que en ella se reconocieran derechos al nasciturus y que no se haya pensado en solucionar el tema en una ley de plazos, donde en el periodo general de autorización para interrumpir el embarazo quedarían en suspenso y sin efecto los "derechos del nasciturus".

Además, parece que el ministro de Justicia, en su anterior condición, negoció la reforma del Estatuto Catalán, aunque bajo el criterio presidencial de que "lo que aprobéis en Cataluña lo aprobaremos en Madrid". Como este tema tiene sus claroscuros y sus interpretaciones pluriformes, quizás debieron cuidarse más los temas de constitucionalidad en origen, para evitar que quede mucho tajo para el Tribunal Constitucional.

En la preferencia del presidente del Gobierno de la juventud sobre la experiencia, está quizás el error más de fondo que ha podido propiciar estos lodos. Exilios externos como los de Jáuregui o López Aguilar, o internos como el de Jesús Quijano o Caldera, tienen sin duda mucho que ver con la bisoñez con la que se toman algunas decisiones.

jueves, 27 de agosto de 2009

La escuela no hace cambiar de lengua


Jesús Royo en La Voz Libre.


Muchos de los actuales planificadores lingüísticos, agentes normalizadores o simples profesores entienden que, en el fondo, de lo que se trata es de eliminar el castellano de Cataluña. Lo que hay que hacer es una sustitución lingüística en toda regla. Primero hay que adoptar el catalán como lengua pública, escolar y laboral. Después se presionará para que los padres eduquen a los hijos en catalán: para evitarles el trauma de la entrada en la escuela y la marginación en el trabajo. Piensan que dentro de cuarenta años en Cataluña el castellano será sólo la lengua de los abuelos.

Pues bien, eso es ilegal. Incluso el decreto más duro de la inmersión en la escuela dice textualmente que la inmersión no es un programa de sustitución: no pretende sustituir la lengua materna, sino facilitar el aprendizaje del catalán como segunda lengua. Y también se dice explícitamente que ha de ser voluntaria: no se puede imponer. Nada que se parezca a la práctica habitual en las escuelas.

Pero hay que decir también que atacar al castellano es inútil, estéril e incluso contraproducente. La escuela no hace cambiar de lengua. La mejor demostración es nuestra propia experiencia: el catalán ha resistido como lengua popular sin acceso a la escuela. Pensar que el castellano no resistirá las imposiciones y las inmersiones es sencillamente soñar despiertos, delirios de visionarios.

O sea, desengañaos. El castellano en Cataluña no es coyuntural, una situación transitoria y a extinguir. Es para siempre. Y tómatelo como quieras, compañero.

Menos lobos, tripartito


Francesc de Carreras en La Vanguardia.



“Si les doy vacaciones se me desmandan”. Esto es lo que ha debido pensar el president Montilla estos últimos días a la vista del rumbo que iba adquiriendo la polémica sobre la hipotética respuesta de las fuerzas políticas catalanas a una supuesta sentencia desfavorable del Tribunal Constitucional en los recursos interpuestos contra el Estatut de Catalunya.

Empezó el vicepresident Carod proponiendo organizar una gran manifestación el 11 de septiembre con el objetivo de presionar al TC, señalando que lo importante era llevarla a cabo de forma preventiva, es decir, antes de que éste se pronunciara. A partir de ahí, se desató un batiburrillo de declaraciones a favor y en contra de convocar la manifestación antes o después de la sentencia. Todo ello, sin embargo, no parecía tener mayor trascendencia, mera serpiente de verano. A lo más, como cada año, ir calentando motores para una Diada reivindicativa.

Ahora bien, todo subió de tono el pasado martes cuando el conseller Ernest Maragall publicó un artículo en el que mantenía que las instituciones catalanas debían prescindir de la futura sentencia y aplicar el Estatut tal como fue aprobado en referéndum. Además, entre otras cuestiones, se refería despectivamente al Tribunal tachándolo de “auténtico rey desnudo de nuestro sistema democrático”, lo trataba irónicamente de “un grupo de ciudadanos, tan sabios”; y remataba la faena al proponer: “¿Debemos quedar atados de pies y manos esperando atemorizados lo que una docena de juristas puedan decidir por nosotros? De ninguna manera”.

Se había llegado, pues, a un punto en el cual el Govern debía reconducir una situación que empezaba a entrar en el ámbito de lo penal: de las coacciones de Carod se estaba pasando a desobedecer una sentencia de un órgano constitucional del Estado, previamente ninguneado y al que no se le reconocía ninguna autoridad. Todo ello protagonizado por el vicepresidente de la Generalitat y un significativo conseller, con carnet, detalle importante, del partido socialista.

La respuesta no se hizo esperar ya que a las pocas horas de la publicación del artículo de Maragall, el conseller Joan Saura, a la salida de una reunión del Govern, afirmaba rotundamente que no habría manifestación “preventiva” y que se acataría la sentencia, añadiendo, “como no puede ser de otra manera”. En el PSOE debieron respirar, de momento, tranquilos: varios de sus más altos representantes se habían mostrado muy críticos respecto de las propuestas catalanas. Pero, tras la contundencia primera, Saura añadió unas inquietantes consideraciones de cara al futuro.

Estas consideraciones parten de una premisa equivocada: el Estatut es un pacto entre Catalunya y España. Ello no es cierto. Si lo fuera, si el Estatut fuera un pacto, estaríamos en el terreno del derecho internacional, no sería una ley sino un tratado y el Estado de las autonomías una confederación entre entes soberanos. Se puede aducir: no se trata de un pacto en el sentido jurídico sino en el sentido político. Ciertamente, la mayoría de las leyes presuponen un pacto político previo entre los partidos que las aprueban, el Estatut también. Pero se trata de pactos entre partidos, no entre territorios (España y Cataluña), ni entre instituciones (Estado y Generalitat). Por tanto, el Estatut no es un pacto entre Catalunya y España sino una ley estatal elaborada con un procedimiento específico que da un cierto protagonismo a los representantes y a los ciudadanos de la comunidad autónoma. Unos dirigentes políticos presumiblemente responsables y bien informados deberían ser más cuidadosos y no seguir insistiendo en esta falsedad.

Desde esta premisa errónea, Saura, como portavoz oficioso del Govern, dedujo consecuencias políticas: “si el fallo [del TC] afecta a aspectos importantes habrá que rehacer el pacto político entre Catalunya y España”. Es decir, amenaza con otra vuelta a lo mismo, a la inacabable disputa competencial y simbólica. Se pretenderá reformar la Constitución, acudir a la vía del art. 150.2, a revisar leyes orgánicas, qué sé yo, a cualquier cosa menos a ponerse a gobernar en serio: crisis económica, obras públicas, educación, protección social, sanidad, etcétera, etcétera. Cuando todo parece que se acaba vuelve a comenzar, como dijo el poeta refiriéndose a otros tiempos.

Sin embargo, ¡menos lobos!, Govern de la Generalitat. Se pretende hacer creer que según sea la sentencia dichosa, se producirá en Catalunya una revuelta popular. Olvidan que el famoso pacto político solo fue ratificado por el 35% del electorado. Hay un hartazgo general de cómo se comportan los políticos catalanes, hartazgo que se expresa más en las urnas que en los medios de comunicación. ¿Qué pasará si el TC declara inconstitucional aspectos importantes del Estatut? No pasará nada. El ciudadano es mucho más sensato que la clase política. Como no pasó nada cuando se ilegalizó Batasuna, se rechazó el Plan Ibarretxe y no pasa nada ahora, a pesar de las predicciones, cuando el gobierno de Patxi López hace que la Erzaintza limpie de propaganda etarra las calles de Euskadi.

Menos lobos, gobierno tripartito. Que todavía no os habéis atrevido a convocar una manifestación en defensa del Estatut. Y muchos ciudadanos saben que con todo este constante ritual reivindicativo y victimista, lo único que pretendéis es, simplemente, disimular vuestra ineptitud e inoperancia en el día a día de la política práctica.

martes, 25 de agosto de 2009

Cataluña o "la barra libre"


La opinión de Manuel Trallero.



La sensación, ampliamente extendida de que en Cataluña vale todo, incluso la amenaza —nada velada— de un enfrentamiento civil llega nada menos que por boca del presidente del Parlament, el señor Ernest Benach, el mismo que está en el palco del Barça escuchando por radio otro partido de futbol, cuando el mismo señor afirma que si el Tribunal Constitucional plantea una reinterpretación del Estatut creará un gravísimo conflicto. Un conflicto que puede acabar con una crisis de Estado muy importante. ¿Se referirá acaso a una sublevación, a una guerra civil? ¿Piensa enviar a los Mossos d´Esquadra a ocupar Madrid? Habría que empezar a llamar a las cosas por su nombre y dejarse de eufemismos.
El señor Bernat Joan, secretario de Política Lingüística de la Generalitat de Catalunya ha afirmado, según informa e-noticies “Jo no faré cap canvi en la política lingüística digui el que digui el TC”. Estupendo. A partir de ahora los ciudadanos nos pasaremos las leyes y las decisiones de los tribunales por la entrepierna. No respetaremos los límites de velocidad en la carretera, dejaremos pagar impuestos, la violencia de género podrá practicarse libremente… y así sucesivamente. Porque si la sentencia de Tribunal Constitucional no es vinculante, ¿por qué tiene que serlo el Código Penal o las sentencias de los restantes tribunales… españoles? Esto, Cataluña, va a ser Jauja.

jueves, 13 de agosto de 2009

Hoy sábado


Albert Boadella en su blog.


Vivir en un territorio que se halla bajo los efectos de una epidemia mental es algo que requiere cierta estrategia para no salir contaminado, o lo que es aún peor, no acabar en la paranoia precisamente por contagio de paranoicos. Tampoco puedes llegar a obsesionarte pensando que el virus afecta a la totalidad de la población y que cuando alguien te mira por la calle es para increparte por tu falta de adhesión al delirio regional. Sin embargo, esta forma de supervivencia en territorio comanche requiere cosas imprescindibles que no se pueden descuidar. La primera y esencial es relacionarse solo con ciudadanos inmunes. Es una obviedad claro, pero la estrategia no resulta tan sencilla porque externamente los enfermos pueden aparentar a menudo ser gente sensata, razonable e incluso educada (esto último cada día más difícil en Cataluña) y cuando menos lo esperas y empiezas a tomarles afecto te lanzan un “Si pero en Madrid es aun peor…” Naturalmente, el síntoma te obliga a salir zingando y seguir convencido de que el aislamiento es la única posibilidad de evitar contagios y sucumbir a la paranoia en sentido contrario. Lo demás es pura rutina de abstención a la lista de siempre.
TV3
Catalunya Radio
El RAC
El Avui
La Vanguardia
Las ediciones regionales de los periódicos nacionales
El digital e-noticies
Y finalmente, algunas secreciones comarcales como el Punt Diari, Regiò 7 y El Nou 9
Así de fácil. Siguiendo tales pautas se puede vivir con la misma tranquilidad y soledad aséptica que lo haría cualquier ciudadano en Alaska con la diferencia de un clima bastante más soportable.
Evidentemente, eso siempre que a la masa de enfermos no les de por buscar las razones de su incontestable superioridad en el Rh y en el control de los árboles genealógicos.
Entonces, además de Segovia, siempre nos quedará París
Hasta el lunes… si Dios quiere

miércoles, 12 de agosto de 2009

Multado por rotular en castellano



Intervención de Xurde Rocamundi en el programa de Intereconomía TV "El gato al agua".

http://www.lanacion.es/varios/2009081216769/multado-por-rotular-en-castellano

lunes, 10 de agosto de 2009

"Esteladas" en Formentera.


http://www.vozbcn.com/2009/08/10/7962/juzgado-formentera-luce-estelada/

Hablad en castellano a vuestros hijos


Jesús Royo en La Voz Libre.




Cuando se proclamó la República, en el año 31, un familiar mío iba a escuela. Entonces pusieron una clase de catalán. Su padre, catalán de pura cepa, protestó: no quería que le enseñasen el catalán. Decía: “la República, que mande en la República; en mi hijo mando yo”. El catalán, según él, ya lo hablaba en casa, ya lo sabía de sobra. En la escuela, decía, debía aprenderse el castellano, la lengua útil.

Parte del drama de los hijos de los inmigrantes es que, con la escuela franquista, teníamos muy pocas posibilidades de aprender el catalán. Y, sólo con el castellano, las posibilidades de acceder a todas partes eran muy limitadas.

Los que durante el franquismo reclamábamos el catalán en la escuela, creíamos que era un derecho también –y sobre todo– de los inmigrantes: para romper el gueto lingüístico en que se encontraban confinados.

Ahora, las cosas puede que sean al revés. Si toda la escuela es en catalán, los niños catalanohablantes están teniendo con el castellano un contacto esporádico y tangencial. Ya empiezan a salir promociones de chicos con un castellano que da grima. Esos muchachos llenarán despachos y oficinas, y se empezará a notar su deficiente preparación en lengua castellana. Quizá dentro de poco veremos que el mercado laboral prefiere a los chicos castellanohablantes: con un buen catalán, pero con un castellano castizo, vivaz y auténtico. No me extrañaría que pronto pidiesen más castellano en la escuela precisamente los padres de los niños catalanohablantes. Eso sí sería una ironía.

En las parejas mixtas –como la mía– se plantea en qué lengua hablar a los hijos. Yo, en el año 80, escogí el catalán, en parte por solidaridad con la lengua perseguida, y también porque la escuela era aún castellana. Hoy quizá escogería el castellano como lengua familiar: el catalán ya lo aprenden en la escuela.

sábado, 1 de agosto de 2009

País de la gente a la orilla de la corriente y los grandes Señores.


Se acaba de editar "El Atlas de los nombres verdaderos", un divertimento en el los lugares se llaman con su nombre original. Por ejemplo a Catalunya se le denomina "País de la gente a la orilla de la corriente y los grandes Señores".

Haz click aquí: http://www.kalimedia.com/Atlas_Nombres_Verdaderos.html