martes, 24 de febrero de 2009

La ciudad que fue. Barcelona, años 70. (VIII)

Seguimos recuperando fragmentos del último libro de Jiménez Losantos.


Cuando realmente se acabó cualquier respeto total o parcial al bilingüismo no fue con la llegada de Franco, es decir, de los voluntarios catalanes del Tercio de Monserrat, sino con la llegada de la propia Marta Mata al poder político en materia lingüística. Pero eso fue a partir de 1980, cuando la acción concertada de Pujol y la izquierda nacionalista del PSC y del PSUC liquidó la "normalización" real e histórica de la época republicana.
Así fue mientras presidió la Generalidad Josep Tarradellas, de acuerdo con el Gobierno de España a la sazón presidido por Adolfo Suárez. Xavier Pericay recuerda en sus memorias cómo se solucionó entonces un problema que, realmente de forma implacable por la conmovida Marta Mata y otros pedagogos progresistas, ha acabado provocando una fractura civil acaso irreparable en la sociedad catalana.

"Iñigo Cavero, el ministro de Educación y Ciencia de los primeros gobiernos de UCD, se había desplazado a Barcelona para negociar con Tarradellas la introducción de la lengua catalana en la enseñanza. Y lo había hecho con una propuesta muy definida. Pero Cavero no veía demasiado claro que el presidente de la Generalitat se fuera a avenir. Al fin y al cabo, por mucho que los tiempos hubiesen cambiado, el hombre con quien tenía que llegar a un acuerdo había sido en diversas ocasiones consejero de la Esquerra Republicana de Macià y Companys. Y, para aquella Esquerra, no existía más lengua de la enseñanza que el catalán. El primero en hablar fue el ministro. El Gobierno español era partidario de la implantación de un bilingüismo que reflejase, en el uso y el aprendizaje de las lenguas, el equilibrio que ya se daba en la esfera social y que la Constitución y el Estatuto elevarían al cabo de poco tiempo al rango de ley. O sea, la paridad, la estricta paridad lingüística. Tarradellas lo escuchó con su proverbial buena educación y, al acabar, le dijo: Me lo ha quitado de la boca. Es exactamente lo que yo iba a proponerle".


Eso era la "normalización" del bilingüismo, es decir, la legalización de los derechos cívicos de las dos grandes comunidades lingüísticas de Cataluña, la que tiene como lengua materna el castellano y la que tiene el catalán, camino hacia una convivencia bilingüe, democrática y razonable. Pero la izquierda convertida al nacionalismo no quería la "normalización" del catalán, sino la "anormalización" del castellano. La propia Marta Mata, el 14 de Mayo de 1981, presentó una proposición no de ley en nombre del Grupo Socialista para que recuerdos de infancia similares a los suyos no pudiesen ser compartidos en el futuro por ningún otro catalán.

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