lunes, 16 de agosto de 2010

Los mitos de la Historia de España. (14)


Entre el apagón del Siglo de las Luces y las Cortes de Cádiz, el XIX se inicia con un destierro. El 10 de mayo de 1808, después de entregar la corona a Napoleón, Carlos IV y su corte salían de Bayona, comenzando formalmente un exilio inundado de melancolía y dificultades financieras. Aquél sería el primero de una larga serie que condenaría a reyes y jefes de Estado y de gobierno a vivir el exilio, desde el cautiverio de Fernando VII en Valençay y, pasando por el extrañamiento de Maria Cristina, la marcha de Espartero o la huida apresurada de Isabel II, a la salida del general Miguel Primo de Rivera, el rey Alfonso XIII o los presidentes de la Primera y la Segunda República, Estanislao Figueras y Manuel Azaña. El rey actual, Juan Carlos I, nacería en el exilio, víctima él también de esta condición trágica de ser español: ser sin estar. Heredero, antes que de una corona, de la nostalgia de un país que hasta 1948 no será del todo el suyo, sino el de su padre, Juan de Borbón, otro español en el exilio.

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