jueves, 26 de agosto de 2010

Los mitos de la Historia de España. (30)

El alzamiento de los míticos segadores concentrados en Barcelona y su motín el día del Corpus de 1640, su maraña de hoces, dagas y puñales, sus huellas de ira antiseñorial, poco tuvieron de revolución nacional o de defensa de las instituciones del Principado contra "la agresión centralista" de Felipe IV. Durante el confuso motín, los segadores, a los que se sumaron con sed de venganza las capas populares de la capital, no sólo asesinaron al virrey y asaltaron las casas de los miembros de la Real Audiencia. Aristócratas y notables de la ciudad padecieron también la ira y los ataques de una muchedumbre que gritaba "¡Viva el rey de España!" ¡Mueran los traidores!". La ira popular y los asaltos e incendios de palacios se extendieron a Vic, Gerona y otros muchos lugares, fumigando las huertas y los campos de propietarios y oficiales municipales. En el mes de diciembre, después de que el canónigo Pau Claris, presidente de la Generalitat, y la burguesía barcelonesa hubieran estrechado los alzos de la capital con el París de Richelieu, el enviado de la Generalitat al Ampurdán escribía a los diputados que no se podía visitar sin soldados los pueblos y villas de Cataluña... "porque en esta tierra todos los que vamos a tratar cosa de la Generalitat, según ellos somos unos traidores".

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